El botell¨®n ya no afea Sanxenxo
El Ayuntamiento impone 101 multas para erradicar los grupos que beben en la calle
Son las 11 de la noche del ¨²ltimo s¨¢bado del verano en Sanxenxo, cuna durante dos meses de la movida m¨¢s sofisticada. Por la pasarela del puerto, entre vestidos cortos y jers¨¦is al cuello sobre polos de marca, grupos de j¨®venes ataviados con bolsas de pl¨¢stico en las que tintinean botellas de ron, vodka y ginebra, caminan deprisa mirando a los lados mientras hablan entre ellos. Cuando se les pregunta por el botell¨®n, niegan sorprendidos: "No, no, bebemos en el piso de un colega. Aqu¨ª est¨¢ prohibid¨ªsimo. Si te pillan, te multan". Las calles de Sanxenxo, donde los bares y restaurantes en primera l¨ªnea de playa se combinan con comercios abiertos "de 16.00 a 0.00", pueden presumir, desde hace ya cuatro a?os, de ser zonas libres de alcohol que, aparentemente, queda recluido entre las paredes de los locales m¨¢s exclusivos del gran centro veraniego de Galicia.
Las sanciones van de 200 hasta 3.000 euros en los casos m¨¢s graves
Los locales del puerto demandan "m¨¢s vigilancia" de la Polic¨ªa Local
En lo que va de verano, el Ayuntamiento ha castigado a golpe de multas que van de 200 a 3.000 euros a 101 chavales que fueron sorprendidos bebiendo en la calle. A pesar de la cuant¨ªa de las sanciones, en la concejal¨ªa no consta ninguna solicitud para sustituirlas por trabajos a la comunidad. "La tendencia durante este a?o est¨¢ siendo la de abonar el importe", aclara el departamento de gesti¨®n de multas del Ayuntamiento.
A primera vista, la mano dura ha logrado deslocalizar las multitudinarias concentraciones de j¨®venes que tanto mal causaban estos a?os a los vecinos. "Por ordenanza municipal", comenta un polic¨ªa local que hace vigilancia en la zona, "a cualquier persona que beba en la v¨ªa p¨²blica le cae una denuncia y debe pagar la multa". "Pero la gente se busca sus sitios: casas, coches o lugares apartados". Uno de estos reductos de alcohol callejero, que se mantiene imbatible ante la actuaci¨®n policial, se encuentra a un kil¨®metro de la movida, en la discoteca Zoo. La entrada, custodiada por cuatro porteros de negro riguroso, est¨¢ completamente vac¨ªa. En el aparcamiento, en cambio, los gritos y c¨¢nticos de algunos chavales suenan amortiguados por los hits del verano, que salen de los coches y se confunden entre s¨ª, silenciando la m¨²sica del local.
Iluminados por los faros de audis, BMWs y utiliarios m¨¢s modestos, decenas de chavales beben despreocupados, ajenos a prohibiciones, agrupados en peque?os corros de variada edad y procedencia. Carlos, un pontevedr¨¦s de 18 a?os reci¨¦n cumplidos, lleva tres copas de la botella de ron que comparte con su amiga Sara. Son las dos de la ma?ana, y a pesar de todo, razona considerablemente bien: "Nosotros bebemos aqu¨ª porque es el ¨²nico sitio legal donde podemos hacerlo". "Al ser un aparcamiento privado, la polic¨ªa no puede entrar sin una orden", comenta. Los porteros aclaran: "No es que hagamos la vista gorda. Este es el aparcamiento del local y ellos nuestros clientes. Luego, sobre las tres de la madrugada, entran a la discoteca y consumen".
No todos los chavales son de esa idea: "A la Zoo no vamos, son 10 euros la entrada por una sola copa, es un robo", explica Laura, de 19 a?os y natural de O Grove. A ella le ofrecieron "m¨¢s de una vez" trabajar en la discoteca. Le dijeron que "iba a cobrar bien" y por eso lo comprende. "Aqu¨ª el turismo que vende es este, el caro, el de pagar siete euros por una copa. Siete euros me cost¨® a m¨ª esta botella", se indigna. Pedro, de 24 a?os, madrile?o, de una de esas familias que "compra EL PA?S para conocer al enemigo", comparte botell¨®n e ideas. Ve "normal" que el Ayuntamiento multe, pero cree que se deber¨ªa buscar otra opci¨®n, como montar un "recinto apartado", porque los precios de las copas en Sanxenxo "son prohibitivos, lo mismo que en Madrid".
En la otra punta del pueblo, sobre el relleno del puerto, la alta sociedad bebe ajena a los problemas que el botell¨®n puede causar. Locales con cristaleras, mobiliario te?ido de blanco y fuentes de burbujas son la cara del turismo que el ayuntamiento s¨ª quiere promocionar. Las terrazas impolutas se hacen competencia con el volumen de la m¨²sica. Los precios de las copas, tambi¨¦n. "Siete euros la m¨¢s barata, luego nueve, y subiendo", comenta un camarero del Dux, mientras pasea entre la gente con una bandeja repleta de vasos de tubo de cristal.
En La Ola, otro local frente al mar, algunas parejas de cuarenta y tantos bailan entremezcladas con chavales de veinte, al son de Julio Iglesias. Francisco, gerente de la discoteca, explica que la gente joven "y normalita" llega algo m¨¢s pronto ahora que no hay tanto botell¨®n. Es el ¨²nico beneficio que concede a la cruzada municipal. El hostelero reclama "m¨¢s vigilancia, m¨¢s polic¨ªa local, que casi no aparece". "Es que la gente sigue bebiendo en la calle", denuncia. "Algo baj¨®, pero que en Sanxenxo sigue habiendo bastante botell¨®n, es algo evidente".
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