Un humorista del desasosiego
Los protagonistas de las comedias del dramaturgo estadounidense Christopher Durang necesitan mucho cari?o, tila y una cura de sue?o. Los de Y yo con estos nervios (Beyond Therapy), farsa de pacientes y terapeutas con la que Ferm¨ªn Cabal lo dio a conocer entre nosotros, ten¨ªan la impronta desquiciada del psiquiatra y del paciente sexualmente obsesos de ?Qu¨¦ tal, Pussycat?, uno de los primeros guiones cinematogr¨¢ficos de Woody Allen. Los personajes de Carcajada salvaje tambi¨¦n andan fuera de quicio, aunque a primera vista no lo parezca: son dos neur¨®ticos de cuidado.
A ella, encarnada por Charo L¨®pez, todo le fastidia: cree que el mundo entero conspira en su contra. Su labilidad emocional puede llevarle a emprenderla a golpes con el primero que pasa, a acostarse con ¨¦l, a tirarse por la ventana o a hacer las tres cosas sucesivamente. El primer acto es un mon¨®logo suyo, con peque?os momentos en los que invita a participar al p¨²blico. En el segundo, toma la palabra el personaje interpretado por Javier Gurruchaga, y no la suelta: ambos actos est¨¢n dibujados con la simetr¨ªa de las l¨¢minas del test de Roschard.
CARCAJADA SALVAJE
Autor. Christopher Durang. Int¨¦rpretes: Charo L¨®pez y Javier Gurruchaga. Luz: Jos¨¦ Manuel Guerra. Versi¨®n y direcci¨®n: Josep Costa. Teatro Bellas Artes. Hasta el 6 de noviembre
Las peripecias que nos relatan los personajes suenan un punto ex¨®genas
Charo L¨®pez y Gurruchaga buscan la complicidad del p¨²blico, cada uno a su manera. Encarn¨¢ndolo como si fuera una proyecci¨®n de su propia personalidad, la actriz intenta hacernos lo m¨¢s cercano posible a un personaje caracterizado por sus reacciones atrabiliarias y escasamente adaptativas, pero que, a pesar de su esfuerzo, no deja de parecernos genuinamente estadounidense. L¨®pez est¨¢ claramente en su salsa cuando se pone a hablarnos en tono cr¨ªtico de la visita del Papa y de la pertinaz propaganda eclesial contra el preservativo, en la escena que mejor trae a colaci¨®n la actualidad. Y es que, por mucho que Josep Costa, su director, haya intentado naturalizar Carcajada salvaje, entre nosotros, la l¨ªnea de pensamiento, el car¨¢cter, los puntos de vista de los personajes y las peripecias que nos relatan en primera persona con ¨¢nimo naturalista, haci¨¦ndonos confidentes suyos, nos suenan un punto ex¨®genas y propias de otra cultura.
Javier Gurruchaga sorprender¨¢ a quien le conozca exclusivamente como histri¨®nico solista de la Orquesta Mondrag¨®n: aqu¨ª evita caer en la f¨¢cil tentaci¨®n de la farsa, inviste a su personaje de una seriedad cuasi dram¨¢tica y nos narra sus tribulaciones con cre¨ªble tono autoconfesional. Hace suyo a ese hombre agoraf¨®bico de diletante identidad sexual y levanta carcajadas no solo entre el p¨²blico predispuesto.
La obra de Durang tiene un breve ep¨ªlogo on¨ªrico, en el que sus protagonistas aparecen juntos en la escena que antes evocaron en sendos mon¨®logos. Ah¨ª se echa de menos una inversi¨®n m¨ªnima en escenograf¨ªa e intendencia: esa estanter¨ªa esquel¨¦tica ocupada por una lata de conservas viuda parece un caritativo pr¨¦stamo de la tienda de la esquina.
Reposici¨®n de un celebrado montaje del propio Josep Costa interpretado tambi¨¦n por Charo L¨®pez veinte a?os ha, Carcajada salvaje es un exponente de lo que se lleva en este arranque de temporada: reposiciones, refundiciones y puestas en escena nuevas de t¨ªtulos de ¨¦xito asegurado, con pocos artistas en escena pero de mucha nombrad¨ªa.
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