Un error, por los principios y por las cifras
La Constituci¨®n fue fruto de tan gran consenso pol¨ªtico precisamente porque se orill¨® en buena medida la pugna ideol¨®gica. La s¨ªntesis se facilit¨® recurriendo a principios universalmente aceptados por todos los dem¨®cratas, como por ejemplo los derivados de la Declaraci¨®n Universal de los Derechos Humanos que impregnaron el T¨ªtulo I.
El d¨¦ficit p¨²blico es objeto de una ya hist¨®rica controversia entre las diferentes corrientes del pensamiento econ¨®mico y sus expresiones pol¨ªticas. Para dirimirla est¨¢ la acci¨®n del Gobierno seg¨²n sea su orientaci¨®n y las leyes que a tal efecto elabore, como fue la de estabilidad presupuestaria de 2006, m¨¢s ¨²til y progresista que la de 2001 hecha por el PP, obsesionado por el d¨¦ficit cero. Pero hacerlo solo a d¨²o PSOE-PP y a costa de la Constituci¨®n supone una involuci¨®n respecto del talante con que esta se alumbr¨®.
Romper el consenso constitucional y jibarizar nuestro crecimiento ha sido una equivocaci¨®n
El Gobierno espa?ol les ha dado un rev¨¦s a los socialistas alemanes y franceses
Si se hubiese actuado desde el PP con menos oportunismo partidista y desde la presidencia del Gobierno con m¨¢s temple pol¨ªtico (m¨¢s exigible a un gobernante cuanto m¨¢s fuertes son las turbulencias); si de verdad se buscaba generar confianza ante propios y extra?os en la corresponsabilidad de los dos grandes partidos a la hora de manejar con prudencia las cuentas p¨²blicas presentes y futuras, ambos habr¨ªan reparado en el art¨ªculo 40, apartado 1, cap¨ªtulo tercero de la Constituci¨®n espa?ola: "Los poderes p¨²blicos promover¨¢n las condiciones favorables para el progreso social y econ¨®mico y para una distribuci¨®n de la renta regional y personal m¨¢s equitativa, en el marco de una pol¨ªtica de estabilidad econ¨®mica. De manera especial realizar¨¢n una pol¨ªtica orientada al pleno empleo".
Este ejemplar mandato para procurar en cada momento el equilibrio entre democracia y mercado que nos brindaron los constituyentes, inteligentemente utilizado habr¨ªa hecho innecesario el desbarajuste que han provocado los reformadores de la ¨²ltima hora.
Pero hay diferencias entre lo que apuntaba la Constituci¨®n y el nuevo redactado, puesto que ahora el primer precepto es: "Todas las Administraciones P¨²blicas adecuar¨¢n sus actuaciones al principio de estabilidad presupuestaria". Con este tajante y preeminente mandato desaparece aquel equilibrio entre progreso y equidad con estabilidad econ¨®mica. E inclina la Constituci¨®n hacia un lado, el de la derecha.
Y no porque la estabilidad presupuestaria sea de esa significaci¨®n sino por establecerla por encima de cualquier pol¨ªtica p¨²blica al margen de otros componentes del entramado fiscal del pa¨ªs y de los dem¨¢s retos econ¨®mico-socia
les. Los socialdem¨®cratas suecos la introdujeron en sus orientaciones de pol¨ªtica econ¨®mica (que no en su Constituci¨®n), al tiempo que constru¨ªan un sistema impositivo fuertemente marcado porlos principios de equidad y de suficiencia, justamente para atender a pol¨ªticas de gasto social redistributivas con las que alumbraron el potente Estado de bienestar sueco. Cristalizaron as¨ª el pacto keynesiano con el que, por un lado, sindicatos y empleadores compromet¨ªan la evoluci¨®n de los costes laborales y la reinversi¨®n de una buena parte de los beneficios para potenciar el empleo, y, por el otro, el Estado internalizaba el esfuerzo con las pol¨ªticas fiscales descritas para complementar los niveles de equidad que no procura el mercado por s¨ª solo en la distribuci¨®n primaria de la riqueza generada.
Situaci¨®n bien distinta de la nuestra, en la que tras tantas reformas regresivas fiscales, estamos lejos de Suecia en equidad y solo somos suficientes para pagar nuestro magro andamiaje social cuando crecemos mucho, pero manteni¨¦ndose la deficiente redistribuci¨®n de siempre. Para acentuar el desequilibrio constitucional, el nuevo art¨ªculo 135 amarra en su apartado 3 la "prioridad absoluta" del pago de los cr¨¦ditos de la deuda p¨²blica.
Que la cifra concreta de d¨¦ficit estructural permisible haya sido atada con una ley org¨¢nica no es m¨¢s que un regate en corto que no ha evitado el gol constitucional y adem¨¢s lastra gravemente la capacidad de decisi¨®n de las nuevas Cortes que surjan de las urnas el pr¨®ximo 20-N.
Este desaguisado dom¨¦stico tampoco aliviar¨¢ nuestras angustias de financiaci¨®n de la deuda. Quienes operan en ese mercado est¨¢n ganando dinero gracias a las deficiencias de la arquitectura de la Uni¨®n Monetaria y no dejar¨¢n de hacerlo por cambios constitucionales aplicables a nueve a?os vista. Prueba de ello es que a pesar de los ajustes y reformas habidas desde mayo de 2010, la prima de riesgo no hizo m¨¢s que crecer hasta sobrepasar los 400 puntos b¨¢sicos. Pero cuando el Banco Central Europeo jug¨® ocasionalmente a primeros de agosto el papel que deber¨ªa estar cumpliendo desde principios de 2010 para toda la eurozona, esto es, cuando compr¨® bonos de Italia y Espa?a, baj¨® de golpe m¨¢s de un tercio.
Ahora, aun habi¨¦ndose conocido el acuerdo PP-PSOE para reformar la Constituci¨®n, ha vuelto a repuntar. Por tanto, lo m¨¢s inmediato deber¨ªa ser concentrar los esfuerzos de todo europe¨ªsta que se precie, empezando por los que tengan responsabilidades gubernamentales, en convencer al Ejecutivo alem¨¢n para que asuma cuanto antes el segundo plan de ayuda para Grecia (la demora la estamos pagando todos) y la necesidad de emitir eurobonos.
Sin embargo, el mismo d¨ªa en que socialistas alemanes y franceses anunciaban una iniciativa conjunta a favor del lanzamiento de los eurobonos, nuestro Gobierno opt¨® por asumir las exigencias de la se?ora Merkel, d¨¢ndole un serio rev¨¦s a sus correligionarios europeos y al proyecto de reforzamiento de la Uni¨®n Econ¨®mica.
Adem¨¢s, servir en bandeja la ruptura del consenso constitucional y jibarizar nuestro crecimiento econ¨®mico para un largo y decisivo periodo ha sido un error pol¨ªtico y econ¨®mico de bulto. No se ha explicado suficientemente de d¨®nde han salido las cifras incluidas en el acuerdo pol¨ªtico: si de redondear cinco cent¨¦simas por arriba el l¨ªmite de d¨¦ficit estructural de Alemania o de c¨¢lculos m¨¢s rigurosos que, no obstante, y dadas las circunstancias de la econom¨ªa mundial, no pueden dejar de ser tan aleatorios que se parecer¨¢n al m¨¦todo del "ojo de buen cubero". Porque a¨²n con previsiones (te¨®ricas e improbables al paso que vamos) de crecimiento en torno al 2,5% de media durante los pr¨®ximos nueve a?os, en una econom¨ªa que consume m¨¢s de lo que produce como la nuestra, estaremos abocados a incurrir en d¨¦ficits, y m¨¢s a¨²n de permanecer inalterable la pol¨ªtica monetaria del BCE que potencia el super¨¢vit exterior de pa¨ªses como Alemania con gran capacidad de producci¨®n y demanda interna contenida. Por cierto, har¨ªa bien Trichet en pedirle a las autoridades alemanas que activen su demanda interna al igual que le pidi¨® a Zapatero que recabase un nuevo Pacto de Rentas, quien a su vez obtuvo una respuesta inmediata y responsable de CC OO y de UGT.
Si hay una lecci¨®n de esta crisis es que nuestro modelo productivo est¨¢ periclitado, y si hay un reto inexcusable es el de acometer su cambio cualitativo. Para este cometido es una temeridad haber encorsetado el margen de la pol¨ªtica a escala estatal en un 0,26% e igualmente lo es, tanto desde posiciones federalistas como jacobinas, dejarles los mismos recuelos del caf¨¦ (0,14%) a todas las autonom¨ªas por igual cuando registramos todav¨ªa notables desequilibrios internos.
M¨¢s prudente (y suficiente) habr¨ªa sido mantenerse en el respeto al Pacto de Estabilidad comunitario y a nuestra Ley de Estabilidad Presupuestaria de 2006, m¨¢s adaptable a las exigencias que nos depare el futuro que la doble traba que formar¨¢n la Constituci¨®n reformada y la Ley Org¨¢nica ya comprometida.
De momento, la mayor preocupaci¨®n, tambi¨¦n para los que nos aprietan en el mercado de la deuda, si son inversores inteligentes, es que no termine por ahogarse nuestro potencial de crecimiento, porque entonces s¨ª, ni nosotros mantendremos los est¨¢ndares sociales ni ellos cobrar¨¢n.
La ideolog¨ªa con datos que deforman la realidad es demagogia. Termina resultando injusta, al abundar en las desigualdades, y rid¨ªcula en cuanto queda desnuda en el p¨¢ramo que suele dejar.
Antonio Guti¨¦rrez Vegara es presidente de la Comisi¨®n de Econom¨ªa del Congreso.
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