Al borde del abismo
En una de las primeras cartas recogidas en este volumen, del 28 de febrero de 1933, ya hay una alusi¨®n a lo que est¨¢ ocurriendo en Alemania. Benjamin le dice a Scholem, refiri¨¦ndose al nuevo r¨¦gimen, que la gente de su c¨ªrculo se ha dado cuenta de que "el aire ya no se puede respirar". Pero es solo el principio. Enseguida se sabe que un hermano de Scholem, Werner, ha sido detenido y que tambi¨¦n uno de Benjamin, Georg, fue apresado y torturado. El horror se concreta, paso a paso. No pod¨ªa ser de otra manera, pues tanto Benjamin como Scholem son jud¨ªos y la Alemania de Hitler ha decidido exterminar a los jud¨ªos.
Al principio del volumen se recogen las cartas que Benjamin le escribi¨® a Scholem entre el 25 de julio de 1932, desde San Antonio (Ibiza), y el 28 de febrero de 1933, desde Berl¨ªn, pero no sus respuestas. A partir del 20 de marzo de ese a?o se incluye ya la correspondencia que cruzaron los dos. La ¨²ltima carta de Benjamin es del 11 de enero de 1940. Meses m¨¢s tarde, huyendo de los nazis, lleg¨® a finales de septiembre a Portbou, en la frontera espa?ola. Lo descubrieron, e iban a devolverlo a Francia. Prefiri¨® quitarse la vida en la habitaci¨®n de un hotel ingiriendo morfina.
Correspondencia 1933-1940
Walter Benjamin / Gershom Scholem
Traducci¨®n de Rafael Lupiani
Trotta. Madrid, 2011. 277 p¨¢ginas. 20 euros
Gershom Scholem y Walter Benjamin se conocieron en 1915 y, desde entonces, cultivaron una amistad llena de complicidades y un fruct¨ªfero cruce de influencias intelectuales. El primero se instal¨® en Palestina en 1923, impulsado por sus convicciones sionistas, y fue uno de los mayores especialistas en la C¨¢bala. El segundo estudi¨® filosof¨ªa y se doctor¨® con una summa cum laude por su trabajo sobre el concepto de cr¨ªtica en el romanticismo alem¨¢n. La cuesti¨®n jud¨ªa no fue central en su obra, donde desarroll¨® cuestiones muy variadas y en la que fue esencial su personal¨ªsima manera de elegir, abordar y tratar los asuntos que lo preocuparon. En 1925 no pudo conseguir una c¨¢tedra de filosof¨ªa en Francfort con un trabajo sobre el origen del drama barroco alem¨¢n -se lo consider¨® demasiado heterodoxo- con lo que vivi¨® de sus colaboraciones en la radio, la prensa y las revistas especializadas, y tambi¨¦n de las subvenciones del instituto vinculado a la Escuela de Francfort. Seguramente el asunto central de su correspondencia con Scholem tiene que ver con sus dificultades econ¨®micas. "Vivo en una habitaci¨®n de hotel por una peseta diaria (el precio ya indica el aspecto que tiene)", le escribe desde Ibiza en julio de 1933, y en otra carta de ese mismo a?o le comenta que, seg¨²n sus c¨¢lculos, desde que abandon¨® Berl¨ªn habr¨¢ "ganado un promedio mensual de unos cien marcos, y ello en las condiciones m¨¢s desfavorables".
M¨¢s all¨¢ de los problemas de Benjamin para subsistir y de la atm¨®sfera de destrucci¨®n que asola Europa, lo que la correspondencia muestra sobre todo son los propios trazos de esa amistad: el af¨¢n por ayudarse, la vibrante comunicaci¨®n intelectual, las afinidades y antipat¨ªas comunes, las cuestiones personales. Scholem profundiza cada vez m¨¢s en los secretos de la vieja sabidur¨ªa jud¨ªa, se vuelca en la universidad, hace viajes. Benjamin escribe de los asuntos m¨¢s variados, en funci¨®n de los encargos, pero encuentra algunos huecos para las miniaturas autobiogr¨¢ficas de Infancia en Berl¨ªn o para avanzar en su gran obra: los Pasajes. Tratan de Kafka, de Brecht, de Adorno, de Bloch, de teolog¨ªa jud¨ªa y de sionismo, del cataclismo que se anuncia en Europa y de los problemas pol¨ªticos de Palestina. Todo va yendo a peor. A Benjamin lo internan una temporada en un campo de concentraci¨®n. Pero Adorno le ofrece la posibilidad de instalarse en Estados Unidos. Busca la salida huyendo de Francia y consigue llegar a Espa?a, y ah¨ª sucumbe a la tentaci¨®n del suicidio que lo rondaba hace tiempo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.