Un baile de m¨¢scaras a seis manos
Luis Gordillo y Eduardo Arroyo exponen sus enigmas sin rostro de la mano del fot¨®grafo Jordi Soc¨ªas - Un reportaje en 'El Pa¨ªs Semanal' inspir¨® la muestra
Todo baile de disfraces que se precie acaba con alguna que otra sorpresa. La particular fiesta de caretas que hace poco m¨¢s de un a?o montaron los pintores Luis Gordillo y Eduardo Arroyo para la c¨¢mara del fot¨®grafo Jordi Soc¨ªas tiene su inesperado colof¨®n en CA-RO-TA, una ins¨®lita exposici¨®n a seis manos en la que los tres artistas muestran su particular reflexi¨®n sobre la m¨¢scara, ese rostro sin rostro cuyo misterio ha perseguido, y persigue, el arte.
La historia de CA-RO-TA -t¨ªtulo ideado por Gordillo para esta puesta en com¨²n de rostros en su acepci¨®n m¨¢s canalla, la jeta- naci¨® en un estudio de Madrid para un reportaje de Soc¨ªas para El Pa¨ªs Semanal. Gordillo y Arroyo iban a ser retratados como pareja art¨ªstica y el fot¨®grafo les sugiri¨® un juego de representaci¨®n, el disfraz, para posar ante su c¨¢mara. "Arroyo eligi¨® el payaso triste y pobre, y Gordillo una m¨¢scara de s¨ª mismo con unas orejas de rat¨®n Mickey. La sesi¨®n funcion¨®, incluso salieron a la calle, parec¨ªa que iban a atracar un banco", recuerda Soc¨ªas. Aquel encuentro les hizo retomar el contacto. "Somos como dos barquitos flotando entre las olas de ese desorden, de ese co?azo del arte contempor¨¢neo", declar¨® entonces Gordillo.
'CA-RO-TA' es una triple reflexi¨®n sobre la m¨¢scara en el mundo del arte
Meses despu¨¦s, los tres creadores apuran los ¨²ltimos flecos de su colaboraci¨®n en una de las salas de la galer¨ªa madrile?a Ivorypress, donde su ins¨®lito cruce de muecas se inaugurar¨¢ este martes. Arroyo (Madrid, 1937) recupera obras desde finales de los noventa hasta nuestros d¨ªas, en las que queda evidente que la m¨¢scara (de los estridentes encapuchados luchadores mexicanos al negro Fant?mas) forma parte de su mejor paisaje narrativo. "La m¨¢scara nunca es un sustituto del rostro, es un rostro complementario", explica el pintor. "Creo que mi obsesi¨®n tiene que ver con querer pintar al hombre invisible. Esa es mi locura, que no se viera, que no estuviera, no ver y no ser visto". Para Arroyo el juego de caras tambi¨¦n tiene que ver con el papel que representa en la sociedad el propio artista o intelectual. "?Qu¨¦ es un artista? En Espa?a no se sabe, pero en Francia se les llama saltimbanquis o bufones. No nos hacen caso, ni falta que nos hace".
La mirada ir¨®nica les une. "Hemos tenido preocupaciones parecidas, aunque las hemos contado de maneras distintas", afirma Gordillo (Sevilla, 1934), quien para esta ocasi¨®n ha echado mano de su resorte m¨¢s figurativo. "En los a?os sesenta pint¨¦ muchas caras, algunas de gran tama?o. Caras sin cabeza que pod¨ªan ser m¨¢scaras aunque yo no las viv¨ª como tal". En Ivorypress re¨²ne una serie de serigraf¨ªas con la misma base de ojos, cejas y dientes. Sobre esa base, un trazo amarillo fosforito altera algo m¨¢s que el color. "Hay un car¨¢cter hiriente, ir¨®nico y malsano en estas caras. Entre infantil y viejo con mala leche, que es lo que yo soy. El amarillo fosforito da un poco de repel¨²s".
Gordillo manipula caretas de pl¨¢stico que luego fotograf¨ªa. En una imagen d¨ªptica se ve la m¨¢scara de un pol¨ªtico. Pero no es el que parece. Se barajan varios nombres. Una sola m¨¢scara concentra decenas de rostros. Un confuso e inquietante juego. "Todos llevamos una careta, yo soy de los que me pongo la de m¨ª mismo para descansar", dice el pintor.
Y si todo retrato tiene mucho de un autorretrato, es la figura del tercer v¨¦rtice de esta exposici¨®n, el fot¨®grafo Jordi Soc¨ªas (Barcelona, 1945), la que emerge t¨ªmidamente desde la sombra. "De todos los disfraces el mejor siempre es el de Jordi", apunta Gordillo. "?l es quien logra que nunca le vean". El observador, observado, sale de su habitual escondite. "He llegado a un buen momento como fot¨®grafo. La distancia entre lo que quiero y lo que hago se ha acortado m¨¢s que nunca. Es como si todo lo que he visto y le¨ªdo hasta ahora empezara a dar sus frutos".
Jordi Soc¨ªas, un defensor del mapa del rostro ("El cuerpo se va quedando por el camino, pero la cara y la mirada siguen concentrando toda la actitud de una persona"), se recrea en este teatro de caretas a tres bandas. "Yo a ellos les veo como dos personajes del Par¨ªs de los a?os treinta. En pleno surrealismo y dada¨ªsmo. A lo Breton, Man Ray o ?luard. No es f¨¢cil encontrarse con personalidades tan intensas".
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