El peregrinaje de Rafael Garc¨ªa

Al cumplir los 18 a?os de edad, Rafael Garc¨ªa Fern¨¢ndez permut¨® sus apellidos para intentar rehacer su vida, despu¨¦s de haber pasado cinco a?os en un centro de menores por haber participado en 2003 en el brutal asesinato de Sandra Palo. Un juez decidi¨® en 2008 que pasase los tres a?os de libertad vigilada, lejos de Madrid y de un entorno social y familiar viciado, y se fue a Andaluc¨ªa donde pas¨® ¨¦pocas de relativa tranquilidad. En C¨®rdoba estaba asentado en un centro donde aprend¨ªa un oficio. Pero la asociaci¨®n que lo gestionaba lo cambi¨® de ciudad tras emitirse en televisi¨®n d¨®nde se encontraba.

De ah¨ª pas¨® a Benalm¨¢dena, donde cometi¨® su primer delito al robar el port¨¢til a una vecina. A partir de ese momento fue trasladado de un centro a otro hasta que, cansado de estar lejos de su casa, volvi¨® a Alcorc¨®n, donde viv¨ªa su madre, Manuela, y algunos de los hermanos en un piso de protecci¨®n oficial hasta que fueron desahuciados. Tras tener un hijo con una chica con la que convivi¨® un tiempo, en a?o y medio acumul¨® media docena de detenciones. Los expertos lo consideran un caso fracasado de la reinserci¨®n ideada para los j¨®venes que han cometido cr¨ªmenes, a lo que ha contribuido un entorno social poco favorable ligado a la delincuencia. Rafael Garc¨ªa Fern¨¢ndez no ha podido dejar de ser Rafael Garc¨ªa Fern¨¢ndez.