A¨²n verde para las grandes ligas
Olmedo sucumbe en unos veloces ¨²ltimos 500 metros y termina cuarto en el 1.500
Hasta en un 1.500, 25 cent¨¦simas, un cuarto de segundo, un parpadeo, es un mundo. La diferencia, que dir¨ªa Shakespeare, entre ser o no ser. La diferencia entre ser cuarto o tercero, terrible. "Ser cuarto del mundo est¨¢ muy bien, y seguramente en fr¨ªo lo valorar¨¦ y me sentir¨¦ realizado, pero, claro, el tercero sube al caj¨®n", dijo Manuel Olmedo nada m¨¢s terminar, cuarto, claro, una final de 1.500 metros en la que comprob¨® lo que su instinto le dec¨ªa, que a¨²n est¨¢ verde para las grandes ligas de la distancia reina del medio fondo.
Olmedo tiene 28 a?os, pero solo lleva dos entrenando el 1.500. Pese a eso, ya es doble medallista europeo. La escena mundial es otra cosa. "Le falta foguearse en carreras en las que se corre para hacer marca, con cambios de ritmo, toques, tropezones...", dice su entrenador, Enrique Pascual Oliva. "Le falta correr en 3m 30s, que los vale, para que una final como esta le sea f¨¢cil".
"Corr¨ª una carrera t¨¢cticamente perfecta", dice el sevillano, "pero tres corrieron m¨¢s"
Espa?a no lograba un cuarto puesto en unos Mundiales desde 1999
Gan¨® la final, como se tem¨ªa Olmedo, un keniano, Asbel Kiprop, que adelant¨® en la ¨²ltima recta a otro keniano, el gran favorito, Silas Kiplagat, mejor tiempo del a?o, invicto en sus ¨²ltimas carreras. El sorprendente norteamericano, tan sorprendente como la norteamericana que adelant¨® a Natalia Rodr¨ªguez en la ¨²ltima recta, Mathew Centrowitz, termin¨® tercero tras resistir perfectamente la acometida del sevillano agotado en la ¨²ltima recta.
Con su victoria, Kiprop, largas piernas, fin¨ªsimas, 22 a?os, acaba con un par de inconsecuencias hist¨®rica. La primera, de orden personal. Kiprop es oficialmente campe¨®n ol¨ªmpico, pero la final de Pek¨ªn no la gan¨® ¨¦l, sino Rashid Ramzi, quien despu¨¦s fue descalificado por dopaje. Por fin consigue as¨ª el keniano una victoria universal en la pista y, de paso, y esa es la otra incongruencia corregida, da a su pa¨ªs, el imperio del medio fondo, su primer t¨ªtulo mundial de 1.500 (aunque, claro, los dos ¨²ltimos campeones del mundo, Lagat y Kamel, son dos kenianos nacionalizados en EE UU y Bahr¨¦in, respectivamente).
Con su cuarto lugar -un puesto que el atletismo espa?ol no consegu¨ªa en un Mundial de 1.500 desde Cacho en Sevilla 99, detr¨¢s de Reyes Est¨¦vez, tercero-, Olmedo, adem¨¢s de recordar que a¨²n le queda camino, encontr¨® la confirmaci¨®n de que su ambici¨®n de convertirse en uno de los mejores del mundo no es un sue?o descabellado. "Corr¨ª una carrera t¨¢cticamente perfecta", dijo el atleta sevillano. "Me mantuve pegado a la cuerda porque hemos analizado los ¨²ltimos campeonatos y hemos visto que los que van por la cuerda, sin correr un metro de m¨¢s, llegan m¨¢s lejos", explica. "Pero me han ganado tres que han corrido m¨¢s".
Kiprop gan¨® con un tiempo de 3m 35,69s, en teor¨ªa dentro del arco en el que el final at¨®mico de Olmedo podr¨ªa hacer da?o. "Pero, claro", explic¨® Pascual otro de los millones de detalles sutiles que hacen del 1.500 una prueba ¨²nica, "no es lo mismo hacer 3m 35s a ritmo de 3m 35s todo el tiempo, que salir a ritmo de 3m 45s
[el primer 200, guiado por el suicida neozeland¨¦s Willis, se pas¨® a 29s] y seguir as¨ª el primer mil y hacer un ¨²ltimo 500 en poco m¨¢s de un minuto. Eso lo aguantan muy pocos, y menos a¨²n tienen capacidad de cambio al final. Y Olmedo ha tenido las fuerzas que ha tenido".
La tuvieron dos portentos, como Kiprop y Kiplagat, que brindaron un final ag¨®nico, con el primero resistiendo el empuje del segundo en los ¨²ltimos 200 metros. No tuvo esa capacidad Olmedo, ni tampoco ning¨²n otro.
"En los ¨²ltimos 500 mostraron una velocidad de crucero superior a la de todos", dice Olmedo, quien, siguiendo al pie de la letra los consejos de Pascual, nunca se ceb¨® en un ritmo que le habr¨ªa reventado. A falta de 600 metros, a la entrada de la curva, ya anunci¨® Kiprop que empezaba la carrera en serio. Y a la salida de la curva, en la recta, ya aceler¨® en serio. Olmedo, encerrado junto a la cuerda siempre, ni tuvo que preocuparse por c¨®mo hacerse un hueco. Al toque de campana se sigui¨® estirando el grupo y entonces fue un s¨¢lvese quien pueda. "Los que intentaron seguir el ritmo de los kenianos, reventaron", dice Olmedo, que guard¨® sus ¨²ltimas fuerzas para el sprint con Centrowitz, al que nunca inquiet¨®. Luch¨® por ser tercero, por el honor de un puesto en el podio, y termin¨® cuarto. Y oy¨® a su entrenador decirle: "Qu¨¦ mal sabe el cuarto, Manuel, qu¨¦ mal sabe".
"Es lo que menos quer¨ªa", dice Pascual, quien conoci¨® la gloria con el triunfo de su pupilo Ferm¨ªn Cacho en los Juegos de Barcelona. "Con Ferm¨ªn tengo oro, plata y un cuarto. Me falta el bronce, y pens¨¦ que Manuel me lo iba a dar. Esperaremos a los Juegos". "Nada", dice Olmedo, confiado, convencido, ambicioso. "La velocidad elevada de crucero se coge corriendo en 3m 30s, conociendo esa velocidad, para eso tengo que ir a m¨¢s m¨ªtines. Ese ser¨¢ mi camino hacia los Juegos de Londres, mi camino de madurez".
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