Hitler y Napole¨®n, ladrones del 'cordero'
Napole¨®n y Hitler ten¨ªan cosas en com¨²n. Amaban el arte y se apropiaron de la misma presa, La adoraci¨®n del cordero m¨ªstico, una obra que ha sido bot¨ªn de guerra tres veces, rapi?ada, troceada y falsificada. Desde que en 1432 el pintor Jan van Eyck finalizara uno de sus cuadros maestros, el retablo de la catedral de Gante ha experimentado en sus seis siglos de existencia diversos cambios de manos.
"Grande, muy grande, como un J¨²piter ol¨ªmpico", seg¨²n el fil¨®sofo Hegel, solo la tabla principal del retablo (la que muestra la adoraci¨®n) mide 134,3 por 257,5 cent¨ªmetros. Junto al resto de paneles forma un rompecabezas. En el centro, el s¨ªmbolo m¨¢s codiciado, La adoraci¨®n del cordero m¨ªstico, muestra un campo lleno de figuras, santos, eremitas, cl¨¦rigos, jueces honrados y ¨¢ngeles que rinden homenaje a la figura divina. La compleja pieza, formada por 20 paneles de roble pintados unidos por un gran marco con goznes, comenz¨® su calvario en 1566, cuando hubo de ser desmantelado del altar de la catedral de Gante para escapar de los ataques iconoclastas calvinistas. Dos siglos m¨¢s tarde fue trasladado a Par¨ªs como trofeo de guerra. En 1800, seis paneles de los laterales fueron partidos por la mitad para ser vendidos. La pieza estuvo en las garras nazis durante la Segunda Guerra Mundial, escondida dentro de una mina de sal hasta que fue "liberada" por los aliados. Hoy el altar de Gante sigue orgulloso en el lugar para el que fue creado.
"La pieza inici¨® su calvario en 1566, cuando fue desmantelada para evitar los ataques iconoclastas calvinistas"
"En 1934, unos ladrones se llevaron uno de los paneles. Nunca apareci¨® y entre 1939 y 1946 se realiz¨® una r¨¦plica que se instal¨® en el retablo"
"En su delirio, Hitler pensaba que el retablo escond¨ªa un mapa en clave para encontrar los Arma Christi"
S¨ªmbolos, miniaturas, cada rostro, cada mano de las que pint¨® Van Eyck es un tesoro que pide a gritos ser descifrado. Y a eso se ha lanzado un historiador del arte, profesor en la Universidad Americana de Roma, Noah Charney (1979, Connecticut, EE UU), con su fascinante obra de investigaci¨®n, Los ladrones del cordero m¨ªstico, publicada en Espa?a por Ariel.
Formado en Reino Unido, en el Courtauld Institute de Londres y en la Universidad de Cambridge, Charney salt¨® a la escritura ideando una novela, El ladr¨®n de arte, que fue best seller mundial, publicado en 2007. El ¨¦xito le llev¨® a fundar ARCA, una asociaci¨®n sin ¨¢nimo de lucro que investiga los delitos contra el arte. Charney asegura que lo que le atrajo del retablo fue "conocer que era la pieza m¨¢s robada de todos los tiempos". Viaj¨® a Gante y sus dos pasiones, "la historia del arte y la historia de los delitos art¨ªsticos", coincidieron.
De Jan van Eyck es misterioso hasta su nacimiento; unos lo datan en 1380, otros, en 1385. Fue cortesano, embajador y agente secreto al servicio de los duques de Borgo?a. Pintor de obra corta solo se le atribuyen con certeza 25 pinturas. Entr¨® en la leyenda cuando el pintor florentino Vasari le adjudic¨® la invenci¨®n de la pintura al ¨®leo. No era cierto, pero la t¨¦cnica empleada por Van Eyck, un mago, un alquimista, explot¨® al m¨¢ximo las posibilidades de aquella nueva mezcla de aceites y pigmentos.
El retablo de Gante, la ¨²ltima obra de la Edad Media y la primera pintura del Renacimiento, es, seg¨²n Pilar Silva, jefa del departamento de pintura flamenca del Museo del Prado, excepcional. "Ha sido tan apreciado porque es una obra maestra. Por sus dimensiones, porque no es un retablo al uso, adem¨¢s es un encargo que no est¨¢ hecho ni por la Iglesia ni por el duque de Borgo?a, es un encargo que inicialmente se hace a Hubert van Eyck, su hermano, por Joos Vijd y su esposa Elisabeth Borluut, los mayores patricios de Gante".
Una pieza excepcional que atrae a los ladrones. Charney afirma que la historia de los robos de arte es la de la captura de los s¨ªmbolos. "En los robos en los que ha estado envuelta la obra de Van Eyck muy pocos han estado motivados por un provecho econ¨®mico. Los estudiosos del arte raramente debaten sobre los robos de arte como un drama psicol¨®gico humano, un tira y afloja entre la propiedad ligada con motivaciones religiosas, pol¨ªticas y sociales provocadas por el arte en un camino que ning¨²n otro objeto inanimado sostiene. El retablo de Gante es el foco ideal para examinar el fen¨®meno".
Uno de los m¨¢s famosos hijos de Gante, el emperador Carlos V, nunca se fij¨® en la obra maestra de Jan van Eyck, pero s¨ª lo hizo su hijo, Felipe II, que logr¨® que le permitieran hacer una copia del retablo y la tuvo en uno de sus palacios, en el Alc¨¢zar de Madrid. M¨¢s tarde saci¨® su anhelo de poseer una obra de Van Eyck cuando Mar¨ªa de Hungr¨ªa le leg¨® el famoso retrato del matrimonio Arnolfini, hoy en la National Gallery de Londres.
Flandes era un campo de batalla para los imperios europeos. En el siglo XVIII, bajo la dominaci¨®n de los austriacos, Gante volvi¨® a conocer tiempos de esplendor. El emperador Jos¨¦ II de Bohemia y Hungr¨ªa viaj¨® a Gante y la imagen de Ad¨¢n y Eva en el retablo, tan realistas y desnudos, hirieron su sensibilidad. Orden¨® que aquellos paneles fueran sustituidos por unas copias exactas en la que los cuerpos se cubrieron con pieles de oso. Al retablo le aguardaba una nueva prueba, la de Napole¨®n Bonaparte en su paseo militar por Europa. Cuando las tropas del general llegaron a Gante, los paneles centrales de La adoraci¨®n del cordero m¨ªstico fueron a parar a manos del Ej¨¦rcito franc¨¦s y de all¨ª, directos, al Museo del Louvre.
Vencido Napole¨®n, el retablo volvi¨® a Gante, aunque dur¨® poco en el altar. En diciembre de 1816, volvi¨® a ser desmembrado. Aprovechando la ausencia del obispo, el vicario de la catedral de San Bav¨®n rob¨® los seis paneles de las alas del retablo (cada panel pesa entre sesenta y cien kilos). El avispado marchante Nieuwenhuys compr¨® el retablo robado por 3.000 florines (unos 3.800 euros) y se los vendi¨® a un coleccionista ingl¨¦s, Edward Solly, que se los llev¨® a Berl¨ªn. En 1821, el rey de Prusia, Federico Guillermo III, compr¨® toda la colecci¨®n de Solly y los paneles del retablo de Gante, cortados verticalmente para que el anverso y el reverso pudieran verse desde un solo ¨¢ngulo, pasaron a ser exhibidos en el Museo del K¨¢iser en Berl¨ªn. La I Guerra Mundial trajo m¨¢s peripecias para un retablo que era ya epopeya nacional. Finalizada la contienda, la iglesia de Gante recuper¨® los paneles laterales. En 1934, parte del retablo volvi¨® a ser robado. En esta ocasi¨®n se llevaron el panel de los Jueces justos a caballo. Los ladrones pidieron un mill¨®n de francos belgas de rescate. Nunca apareci¨® y en 1939 el conservador del Museo de Bellas Artes de Bruselas, Jef van der Veken, un buen pintor surrealista, especializado en los maestros flamencos del siglo XV, empez¨® por su cuenta a copiar el panel de los jueces desaparecidos. Van der Veken acab¨® la r¨¦plica en 1945 y la instal¨® en el retablo. Parec¨ªa aut¨¦ntica. Los versos escritos en el reverso de la tabla eran todo un desaf¨ªo: "Lo hice por amor / y por deber. / Y para resarcirme / tom¨¦ prestado / del lado oscuro. Firmado: Jef van der Veken".
Pero a¨²n quedaba la ¨²ltima gran prueba para el cordero y su corte de ¨¢ngeles: Hitler. En su delirio pensaba que el retablo guardaba un mapa en clave para encontrar los Arma Christi, los instrumentos de la Pasi¨®n de Cristo, entre ellos, la corona de espinas y la lanza. Al F¨¹hrer le fascinaba el ocultismo, y buscaba el Santo Grial y el Arca de la Alianza. El gran carnicero cre¨ªa firmemente que si lograba estos objetos tendr¨ªa poderes sobrenaturales. El retablo de Gante era una de las piezas m¨¢s anheladas, para as¨ª sacarse la espina del Tratado de Versalles que oblig¨® a Alemania a restituirlo a B¨¦lgica. En mayo de 1940, un enviado del ministro nazi de propaganda, Goebbels, acudi¨® a Gante para buscar el regalo para el F¨¹hrer, pero el retablo hab¨ªa salido ya en direcci¨®n a Francia. Encontrarlo en los almacenes del Gobierno de Vichy no fue dif¨ªcil, pero uno de sus generales, Goering, rival de Hitler en los saqueos de obras de arte, se le adelant¨®. Robaron la obra maestra de Van Eyck de un castillo en el sur de Francia y lo trasladaron a Par¨ªs. All¨ª se perdi¨® su rastro.
Cuando las tropas aliadas entraron en Berl¨ªn comenzaron la b¨²squeda de los tesoros robados. Una pista les condujo hasta un especialista en escultura francesa, Hermann Bunjes, asesor art¨ªstico de Rosenberg, jefe de la ERR, la divisi¨®n nazi dedicada al saqueo de obras de arte. Bunjes revel¨® los lugares donde se escond¨ªan las obras robadas. El mayor alijo se encontraba en una mina de sal abandonada en los Alpes austriacos. Eran 12.000 piezas: obras de Miguel ?ngel, Rafael, Vermeer, Rembrandt, Tiziano, Veron¨¦s y Van Eyck. Las custodiaba un nazi despiadado, August Eigruber. Ten¨ªa la orden de impedir que el bot¨ªn del dep¨®sito de Altaussee fuera capturado y a punto estuvo de hacerlo volar por los aires. La restituci¨®n del cordero, dirigida por el general Eisenhower, a B¨¦lgica fue ¨¦pica. Los belgas lo recibieron como a un h¨¦roe nacional.
Noah Charney no despeja en su libro la inc¨®gnita de si el retablo vuelve a estar completo. "Durante seis siglos e incontables cr¨ªmenes, la obra maestra de Jan van Eyck ha sobrevivido. Hoy tiene 11 de sus 12 paneles. Ha sido limpiado y analizado por el Instituto de Conservaci¨®n Getty y el Gobierno flamenco. Se cree que uno de los paneles del retablo, el de los Jueces justos, robado en 1934 y que nunca se encontr¨®, podr¨ªa haber sido subrepticiamente reinstalado en la obra. Recientes an¨¢lisis han probado, como pens¨¢bamos, que es una copia moderna pintada en 1940 para reemplazar el panel robado. Pero es cuesti¨®n de tiempo que se encuentre un d¨ªa el original".
'Los ladrones del cordero m¨ªstico', de Noah Charney, publicado por Ariel, sale a la venta la pr¨®xima semana.

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