Obras son amores
Puesto a reponer t¨ªtulos de su repertorio, podr¨ªa Albert Boadella tirar de los mejores. Olympic Man Movement vendr¨ªa al pelo ahora que nuestro alcalde se empecina en proseguir la onerosa carrera para que Madrid albergue los Juegos Ol¨ªmpicos, pero m¨¢s oportuno ser¨ªa que remontara Columbi lapsus, s¨¢tira corrosiva donde se desarrolla con aguda inteligencia dram¨¢tica la teor¨ªa conspirativa sobre la muerte de Juan Pablo I (apenas disimulado bajo la figura bonancible del Alb¨ªsimo Master) en un escenario vac¨ªo donde los actores de Els Joglars recreaban con talento singular las intrigas de la Fundazione, un santo emporio trasunto evidente de El Vaticano. Con teatralidad pr¨ªstina, en ese montaje cardenales (Ratzinguer es el honorabil¨ªsimo Matzinguer), guardaespaldas, periodistas y esp¨ªas protagonizaban una intriga tragic¨®mica apasionante por estancias inmensas e imaginarios pasadizos.
EL NACIONAL
Compa?¨ªa Els Joglars: Ramon Fontser¨¨, Bego?a Alberdi, Jes¨²s Agelet, Enrique S¨¢nchez-Ramos. Luz: Fer L¨¢zaro. Decorado: Juan Sanz y M. ?ngel Coso. Autor y director: Albert Boadella. Teatro Nuevo Alcal¨¢. Hasta el 13 de noviembre.
Una reposici¨®n tal mostrar¨ªa a la generaci¨®n joven el porqu¨¦ de la antigua fama de esta compa?¨ªa, pero ahora Boadella dirige los flamantes Teatros del Canal, bandera de la Comunidad de Madrid (cuya sala grande se abri¨® ex profeso a los peregrinos de Benedicto XVI para ofrecerles un auto sacramental: El a?o santo en Madrid) y, aunque por boca del protagonista de El Nacional pretenda fustigar a artistas funcionarios, programadores y comisarios culturales, ¨¦l ya est¨¢ en esa n¨®mina. Podr¨ªa haberse incluido en su s¨¢tira: el humor bien entendido empieza por uno mismo.
Como sucede en Columbi lapsus con El barbero de Sevilla, en El Nacional se encabalgan arias, d¨²os y coros de una ¨®pera archiconocida (Rigoletto), cantados por Bego?a Alberdi y Enrique S¨¢nchez-Ramos. Pero si aquel montaje era todo tensi¨®n dram¨¢tica sostenida y pura peripecia, en este abundan los discursos y las opiniones de Boadella sobre lo que el teatro fue y ha dejado de ser, sin la necesaria incorporaci¨®n dram¨¢tica. Tanta doctrina se vierte en ensayos y entrevistas mejor que en un escenario.
Hay en El Nacional destellos puntuales de lo que esta compa?¨ªa es capaz de hacer (por ejemplo, la escena donde tres int¨¦rpretes dan cuerpo a las notas de un pentagrama, tocadas en vivo por otros) y actores tan ampliamente elogiados como Ramon Fontser¨¨, pero sobre todos cabe destacar la energ¨ªa juvenil a¨²n intacta de Pilar S¨¢enz y el encanto introspectivo que imprime a su mendiga: la lleva m¨¢s all¨¢ de la caricatura en la que se quedan Xavi Sais y Llu¨ªs Oliv¨¦. Al final, la parte m¨¢s complaciente del p¨²blico se sinti¨® c¨®mplice de Boadella, acept¨® liebre como animal de compa?¨ªa y sali¨® convencida de que el autor hab¨ªa repartido le?a a gog¨® y de que hab¨ªa asistido a un gran espect¨¢culo.
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