Solomon Mujuru, clave del r¨¦gimen de Mugabe
Fue el l¨ªder militar de la independencia de Zimbabue
Con la muerte de Solomon Mujuru, excomandante del Ej¨¦rcito de Zimbabue, la sucesi¨®n de Robert Mugabe, el omn¨ªmodo presidente de un pa¨ªs f¨¦rtil en recursos pero empobrecido hasta la indigencia, se complica. O se allana, desde el punto de vista de sus rivales. Mujuru -cuya esposa, Joyce, ocupa una de las dos vicepresidencias del Gobierno y se postulaba para sustituir a Mugabe (87 a?os)- muri¨® el pasado agosto a los 62 a?os, en su granja cerca de Harare, consumida por un incendio cuyas causas no han sido aclaradas. No es el primero: como ¨¦l, otros oficiales del Ej¨¦rcito o altos cargos del r¨¦gimen han salido de escena en opacas circunstancias.
En el entierro de Mujuru, el propio Mugabe se anticip¨® a los resultados de la investigaci¨®n e hizo una lectura m¨¢s que concluyente del siniestro: "No a la violencia, no a la violencia, no a la violencia", pidi¨®. La desaparici¨®n de Mujuru azuza a¨²n m¨¢s las divisiones dentro de la Uni¨®n Nacional Africana-Frente Patri¨®tico (ZANU-PF, en sus siglas en ingl¨¦s), hasta 2008 uno de esos partidos ¨²nicos nacidos en el fragor de la lucha de liberaci¨®n nacional y luego bendecidos por el logro de la independencia. Partidos que enseguida acaban patrimonializando el Estado, igual que las granjas, la industria del oro o los diamantes, e incluso el derecho a la existencia de opositores pol¨ªticos, granjeros blancos o activistas gais, por citar solo algunos blancos de la insania del r¨¦gimen. "Creemos en un pa¨ªs donde reine la paz", a?adi¨® Mugabe, en presencia del ministro de Defensa, Emmerson Mnangagwa, principal rival de Joyce Mujuru en la carrera de la sucesi¨®n.
Su turbia muerte ensombrece a¨²n m¨¢s el futuro pol¨ªtico del pa¨ªs
La propiedad de Mujuru hab¨ªa sido confiscada en 2001 a un granjero blanco. La turbulenta reforma agraria, sembrada de caos y odio racial, precipit¨® el colapso de la econom¨ªa del pa¨ªs. Zimbabue, que durante muchos a?os fue el granero de la regi¨®n, sufre ahora desabastecimiento y ha de importar los alimentos que consume, cuando no recibir ayuda humanitaria de EE UU o la UE; el 65% de la poblaci¨®n vive por debajo del umbral de pobreza.
Bajo su nombre de guerra, Rex Nhongo, Mujuru dirigi¨® las fuerzas de Mugabe durante la guerra de independencia de Rodesia, en los a?os setenta del pasado siglo. En 1980, con la declaraci¨®n del Estado de Zimbabue, fue aupado a la jefatura del Ej¨¦rcito. Desde entonces escal¨® pelda?os en el poder, pero tambi¨¦n en el mundo de los negocios: miembro permanente del politbur¨® del ZANU-PF, con fama de moderado y conciliador -cualquiera lo es frente a Mugabe-, en 1990 se retir¨® de la primera l¨ªnea pol¨ªtica y se dedic¨® a la rentable explotaci¨®n de su granja. Mujuru pasaba por ser el fiel capaz de inclinar la balanza de uno u otro lado. Pero la encarnizada lucha entre el matrimonio Mujuru y el titular de Defensa ha dado un vuelco mortal. Ni siquiera la entrada en el Gobierno en 2009 del opositor y activista pro derechos humanos Morgan Tsvangirai -actual primer ministro- hace augurar nada bueno sobre la recta final del dinosaurio Mugabe, que se aferra al poder desde 1980.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.