Decisiones
En el juego del ajedrez, en el que la capacidad de c¨¢lculo es un elemento vital, los mejores ajedrecistas del mundo todav¨ªa libran y ganan interesantes batallas contra las computadoras. La descomunal capacidad de c¨¢lculo de las maquinas se equilibra con la intuici¨®n, la inteligencia y la creatividad humana. No necesita Kasp¨¢rov analizar todas y cada una de las posibles jugadas legales, un proceso que le llevar¨ªa siglos, sino que descarta inmediatamente casi todas ellas y se concentra en las pocas que son importantes para aplicar all¨ª su creatividad.
De esta misma forma tamiza un futbolista sus acciones. Los buenos jugadores no piensan en las malas jugadas. Parten de un abanico de opciones preestablecido, intuitivo o razonado, para cada situaci¨®n. Hay una intenci¨®n en el horizonte de cada acci¨®n y un tiempo crucial que se ahorra en cada intervenci¨®n. A partir de all¨ª, con ese conocimiento de las propias aptitudes y limitaciones y esa capacidad para seleccionar r¨¢pidamente las soluciones m¨¢s prometedoras para cada situaci¨®n, les resulta m¨¢s sencillo ser creativos.
Un futbolista inteligente decide con rapidez y generalmente bien. Adem¨¢s, sabe el porqu¨¦
En cambio, el jugador que desconoce cu¨¢les son las prioridades en cada situaci¨®n del juego demora decisiones mientras transita despistado por esa inmensidad de opciones disponibles, la mayor¨ªa de las cuales son malas, d¨¦biles o intrascendentes. La creatividad aplicada a destiempo o de forma err¨®nea en el lugar equivocado solo es un lastre en un deporte que se practica de manera profesional y en el que reina como objetivo la victoria.
En un juego de din¨¢mica fluctuante como el futbol, en el que cada situaci¨®n viene determinada por m¨²ltiples factores y cada uno de ellos eleva el nivel de incertidumbre, es elemental el proceso de selecci¨®n de las respuestas en la toma de decisiones. Una parte de este se realiza de manera intuitiva. Una sucesi¨®n de deducciones inconscientes en las que intervienen los recuerdos y el reconocimiento de patrones y que supone un ahorro de tiempo y energ¨ªa. Despu¨¦s, conscientemente, se analizan las posibilidades restantes.
Un futbolista inteligente no solo toma decisiones r¨¢pidas que, generalmente, son apropiadas y acordes a los momentos del juego y a sus propias capacidades atl¨¦ticas y t¨¦cnicas, sino que adem¨¢s sabe el porqu¨¦ de cada decisi¨®n.
Si bien a veces resulta m¨¢s sencillo y r¨¢pido obligar al futbolista a memorizar y mecanizar situaciones del juego o de los distintos sistemas t¨¢cticos, de esta forma el jugador nunca alcanza a comprender completamente el sentido de sus acciones. Intentar prever y automatizar todas las posibles acciones de un partido es una tarea a la que se abocan algunos entrenadores obstinados que, invariablemente, se muestran luego sorprendidos cuando el destino se demuestra inasible.
Otorgar herramientas para facilitar el razonamiento del futbolista y que este concluya por s¨ª mismo cu¨¢les son las posibles alternativas ante diferentes situaciones es una labor m¨¢s ardua y compleja. Un trabajo integral que incluye al futbolista y le ayuda a entender mejor el juego en general y cada sistema en particular. Un ejercicio de ida y vuelta en el que ambas partes, jugador y entrenador, pueden resultar enriquecidos.
Esta labor formativa es a veces olvidada en los equipos profesionales por dos razones opuestas. Una es dar equivocadamente por sentado que el futbolista que llega a la Primera Divisi¨®n ha desarrollado al m¨¢ximo todas sus capacidades cognitivas. La otra es subestimarlas.
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