Virtud de los c¨ªrculos viciosos

Cruel como la vida misma, salpicada de un humor restallante, vuelve La reina de belleza de Leenane. Martin McDonagh, su autor, escribe como dan la mano esos porteros de disco-bar que te la aprietan justo hasta el punto de fractura: hace sus comedias con sosa c¨¢ustica. Londinense hijo de inmigrantes irlandeses obreros, habla de la Verde Er¨ªn como si se hubiera criado entre bra?as. Hechas de orballo, sus comedias calan de a poco, hasta empapar: El hombre almohada es una historia de maltrato en clave de cuento de hadas; El teniente de Inishmore, una f¨¢bula sobre terrorismo contada a lo Tarantino, y La reina de belleza de Leenane, la cr¨®nica de la relaci¨®n par¨¢sita entre la desp¨®tica anciana Mag y su hija Maureen, encerradas en su casa de un pueblito de Galway.

A trav¨¦s del deseo de fuga de Maureen y del miedo cerval a la soledad que siente su madre, McDonagh nos habla de pulsiones at¨¢vicas reprimidas, h¨¢bitos familiares destructivos y de la pervivencia humana de un instinto animal que nos lleva a seguir marcando el territorio, incluso con orina, como aqu¨ª se muestra con negra vis c¨®mica. Gran retratista y mejor fabulador, McDonagh cuenta de miedo: incluso los personajes instrumentales de Pato, el hombre que se mete por medio, y de su oblicuo hermano, tienen tu¨¦tano y hemoglobina. Una funci¨®n as¨ª hay que cogerla de frente, como hacen ?lvaro Lav¨ªn, su director, y un elenco estupendo encabezado por Maite Brik, cuya respiraci¨®n exhala en los momentos angustiosos una fatiga de alima?a acorralada.

En su encarnaci¨®n, la decadencia f¨ªsica de Mag y la amoralidad con que trata a su hija resultan perturbadoras. Gloria L¨®pez tiene verdad, presencia y empuje dram¨¢tico: est¨¢ a la altura del reto que imponen la labilidad de su personaje y lo extremo de las emociones que recorre. A ella se debe, adem¨¢s, que este proyecto haya salido adelante. Orencio Ortega imprime autenticidad y llaneza al personaje del pretendiente franco y decidido, y Pablo G¨®mez hace vibrar al joven Ray como un diapas¨®n en sus decisivas intervenciones. La direcci¨®n de Lav¨ªn est¨¢ a la altura del texto y de la buena versi¨®n de Vicky Pe?a, la misma que ella interpretara 14 a?os atr¨¢s.