Profesores
Confundir horas lectivas con horas de trabajo no es gratuito, es una manera de contribuir al lugar com¨²n de que los profesores trabajan poco. Tampoco es nuevo: siempre que se trata de estrechar los derechos laborales en la ense?anza alguien deja caer, como de manera inocente, que los docentes de la educaci¨®n p¨²blica gozan de m¨¢s ventajas que el resto de los trabajadores. Por m¨¢s que se informe sobre los desaf¨ªos a los que se enfrenta un profesor en nuestros d¨ªas, siempre habr¨¢ un buen ciudadano que llame a la radio o escriba al peri¨®dico para informar, por ejemplo, de las largas vacaciones que disfrutan los maestros. Es un cl¨¢sico. A los pol¨ªticos se les llena la boca con que no hay inversi¨®n m¨¢s ¨²til en nuestro pa¨ªs que la destinada a educaci¨®n, hasta que un d¨ªa se ponen a hacer n¨²meros y empiezan por ah¨ª: prescindiendo de interinos y poniendo sobre los hombros de cada trabajador dos horas m¨¢s.
Explicar que ser profesor no consiste solo en dar clase deber¨ªa de ser innecesario. ?Qu¨¦ consideraci¨®n se les tiene a los docentes si se extiende esa idea? El profesor ense?a, pero tambi¨¦n corrige, ha de preparar sus clases, perder un tiempo precioso en absurdos requerimientos burocr¨¢ticos y, en ocasiones, hacer labores de trabajador social. La educaci¨®n requiere ahora m¨¢s energ¨ªa que nunca y no es infrecuente que el ense?ante desarrolle patolog¨ªas f¨ªsicas o ps¨ªquicas. Su trabajo cansa, es m¨¢s duro que muchos de los trabajos que nosotros realizamos. Los ni?os y los adolescentes son grandes devoradores de la energ¨ªa adulta. Los escritores que hemos visitado colegios e institutos lo sabemos: dos horas dando una charla ante una vamp¨ªrica muchachada te dejan para el arrastre.
?C¨®mo pretenden los responsables del injustificable derroche auton¨®mico que se comprenda que el sacrificio ha de comenzar por los que ya est¨¢n sacrificados?
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