La noche del amor recobrado
Sopa de Cabra recuper¨® la autoestima en una fiesta marcada por la memoria
No nos gustan en exceso las sorpresas, siempre cabe la posibilidad de que sean desagradables. Nos sentimos c¨®modos en lo conocido, reconoci¨¦ndonos en las certezas que gu¨ªan nuestros actos, de los que esperamos la compensaci¨®n imaginada. Animales de costumbres que no precisan de lo inesperado para ser felices. Se imaginaba que la noche se iniciar¨ªa con un saludo a los "malparits", y que as¨ª fuese no lastr¨® la respuesta del p¨²blico. Se sab¨ªa casi todo lo que pasar¨ªa en la fiesta de la resurrecci¨®n, ?definitiva?, de Sopa de Cabra, y el gui¨®n reconocible de la noche se cumpliment¨® paso a paso en una celebraci¨®n que de manera especial fue emocionante para los propios celebrantes, unos Sopa de Cabra que encarnados en un Gerard Quintana que volvi¨® a sentirse importante y querido junto a sus compa?eros. El p¨²blico lo celebr¨® y la primera noche de Sopa de Cabra ya es historia. Hoy y ma?ana se reverdecer¨¢ en el Sant Jordi de Barcelona.
El concierto, largo, una especie de anhelado autohomenaje -Gerard afirm¨® que esperaban desde hace mucho, mucho tiempo, este momento- tuvo una lectura mucho m¨¢s emocional que art¨ªstica. El reencuentro de Sopa de Cabra con su pasado, la evocaci¨®n de aquellos a?os llenos de azar y ventura, se impuso a casi todos los dem¨¢s elementos. Ni el sonido, alto y escasamente definido, ni los arreglos que quisieron renovar algunas canciones, ni el propio ritmo del concierto, quiz¨¢s demasiado dilatado para mantener el pulso, ni tan siquiera la presi¨®n rockera que se impuso al repertorio con el concurso de tres guitarras, aportaron elementos de calado. La cuesti¨®n de fondo era el reencuentro, volver, recuperar, revivir.
Sin embargo, a medida que avanzaba el repertorio, pareci¨® que la emoci¨®n estallaba m¨¢s en escena que entre el p¨²blico. No es que ¨¦ste se mostrase g¨¦lido, imposible en aquellas circunstancias, iluminadas por un grupo que ha competido en titulares con el mism¨ªsimo Guardiola, pero de igual manera que cuando mil veces han asegurado que una pel¨ªcula resulta excelente llega el momento de valorarla y parece algo menos sensacional, el concierto no tuvo la intensidad que se imaginaba en cuanto a respuesta popular, a locura y calidez. En un cl¨¢sico como "El carrer dels torrats", no hubo ebullici¨®n hasta que Gerard levant¨® los brazos, y cuando los temas conclu¨ªan el griter¨ªa parec¨ªa comedido para lo que se estaba jugando en el Sant Jordi, ni m¨¢s ni menos que la memoria. Eso al menos los m¨¢s veteranos, pues no faltaron, como en Port Aventura, los que no conocieron al grupo en su esplendor y se hicieron con su rastro cuand eran un recuerdo. Tal pareci¨® que eran bastantes.
Y hablando de recuerdos, los veteranos volvieron a evocar, con tibieza, porque ni eso es ya como antes, aquellas noches de los 90 con las senyeres, las consignas y de todas aquellas circunstancias asociadas a un rock catal¨¢n que Sopa de Cabra, con el concierto de ayer, comenzaron a archivar de manera definitiva. Porque en realidad, lo de ayer noche, y lo de hoy y lo de ma?ana y lo que venga en los pr¨®ximos d¨ªas, no es sino dar carpetazo a todo lo que aquello fue, precisamente porque se evoca y resucita en un contexto art¨ªstico y social completamente distinto que s¨®lo permite la evocaci¨®n de la memoria, de lo que fuimos, de lo que pas¨® y de lo que, como nosotros mismos, nunca m¨¢s volver¨¢ a ser como fue. Como muestra un bot¨®n: cuando Gerard evoc¨® el m¨ªtico Sant Jordi, el p¨²blico aplaudi¨® mucho a Sau y a Sangtra?t, mostrando tibieza ante el recuerdo de Els Pets, precisamente el ¨²nico grupo que ha evolucionado adapt¨¢ndose al paso del tiempo. ?Casualidad?.
Por supuesto que Sopa echaron toda la carne en su vuelta al primer plano. Sonaron todos sus grandes temas, sus cl¨¢sicos eternos, se rodearon de una escenograf¨ªa ambiciosa cuyo sentido a¨²n resulta ignoto -?aquella evocaci¨®n de lo envejecido y destartalado pretend¨ªa una lectura ir¨®nica?, ?una comparaci¨®n de la que el grupo saliese airoso o fue tan s¨®lo una ocurrencia art¨ªstica con ambiciones est¨¦ticas?-, como ha quedado dicho ampliaron su repertorio para que nada, excepto los patinazos, quedara fuera y recordaron a los ausentes moviendo la lagrimita. El final, que ya prendi¨® m¨¢s en la emoci¨®n del p¨²blico, vi¨® desfilar temas como "No tinguis pressa", "Si et quedes amb m¨ª", "Mai trovar¨¤s", "L'empord¨¤" y un "Podr¨¦ tornar enrere" que dej¨® en el aire una de sus frases : "podr¨¨ tornar enrere quan sigui massa tard".
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