La memoria tullida del agrarismo
Un seminario repasa la represi¨®n sufrida por las sociedades agrarias a partir de 1936
Preguntar en Arz¨²a por el asociacionismo de los labradores durante la Guerra Civil y el franquismo es enfrentarse a un complejo proceso de desmemoria. Ni siquiera ayuda mucho que este municipio est¨¦ enclavado en una de las comarcas gallegas de m¨¢s arraigada tradici¨®n agr¨ªcola. "No hay un 10% de la poblaci¨®n de Arz¨²a que sepa que aqu¨ª hubo hasta tres sindicatos", reconoce la profesora Ana Cabana, encargada de la conferencia inaugural de un seminario que ayer se clausur¨® en el municipio coru?¨¦s, Cincuenta anos de Sindicalismo Agrario en Espa?a, organizado por el grupo de Historia Agraria e Pol¨ªtica do Mundo Rural de la Universidade de Santiago.
Terminada la contienda, quedaba destruir todo germen de societarismo campesino y para ello sirvieron tanto las detenciones o las ejecuciones como la difusi¨®n de t¨®picos paternalistas, que ahondaron en la idea de un campo individualista y sumiso ante el poder. "?C¨®mo iban a escuchar los labriegos de Galicia, que ten¨ªan lo suyo -sus vacas y sus tierras- a los mercaderes del comunismo, cuyo ¨²nico lema se cifraba en lanzar denuestos contra la propiedad privada?", propugnaba el falangista Luis Moure Mari?o en Galicia en la guerra (1939), una publicaci¨®n dedicada a justificar la naturalidad con la que las sociedades agrarias abrazaron el levantamiento fascista.
En Ourense fueron procesados 71 l¨ªderes agrarios durante la guerra
El r¨¦gimen se incaut¨® de los locales y del dinero de los sindicatos
En realidad, la desaparici¨®n de los sindicatos agrarios durante y despu¨¦s de la Guerra Civil fue de todo menos natural, consecuencia de una violenta represi¨®n, f¨ªsica y psicol¨®gica, que borr¨® de un plumazo la experiencia agrarista y oblig¨® a los sindicatos organizados en los ¨²ltimos a?os del franquismo a empezar pr¨¢cticamente de cero, sin apenas referentes ante el desaf¨ªo de una poblaci¨®n rural recelosa de significarse pol¨ªticamente. "Se quemaron los documentos de las sociedades y aquellos que hab¨ªan participado en el movimiento escondieron su pasado. Las asociaciones que sobrevivieron se convirtieron en meros lugares de administraci¨®n o de seguros para el ganado, el perfil m¨¢s bajo del sindicalismo", expone Cabana.
El heterog¨¦neo mapa del sindicalismo agrario de preguerra no agradaba al nuevo r¨¦gimen "por lo que significaba de lugar de socializaci¨®n y de iniciaci¨®n pol¨ªtica". La desaparici¨®n f¨ªsica de sus l¨ªderes m¨¢s carism¨¢ticos fue una acci¨®n de gran didactismo: al veterinario Benigno ?lvarez, fundador de una red de sociedades agrarias en el campo ourensano, lo arrastraron ya muerto por los caminos de Ourense; Enrique Jaso, de Tui, fue paseado; Ant¨®n Alonso R¨ªos, el ¨²nico diputado agrarista de la historia de Galicia, muri¨® en el exilio; Dionisio Quintill¨¢n, de Poio, acab¨® encarcelado y expedientado por "responsabilidades pol¨ªticas", y Bernardo Mi?o Abelenda, creador de la Asociaci¨®n de Obreiros Agricultores en Betanzos, fusilado.
De las 881 personas represaliadas durante la guerra en Ourense por sus v¨ªnculos con asociaciones, 71 eran l¨ªderes agrarios. "Era una medida de gran calado. El l¨ªder era el que gozaba de m¨¢s predicamento, en muchos casos el ¨²nico que sab¨ªa leer", reflexiona Cabana. El siguiente paso fue la incautaci¨®n de los bienes de los sindicatos; aunque la mayor¨ªa eran modestos y ni siquiera ten¨ªan locales propios, en algunos casos contaban con un patrimonio m¨¢s que envidiable e incluso financiaron escuelas, mutuas ganaderas y nuevas t¨¦cnicas agrarias. La Sociedad Agraria de Lavadores, que en sus a?os de municipio independiente tuvo un regidor agrarista, fue una de las agrupaciones m¨¢s potentes. El nuevo r¨¦gimen se hizo, por ejemplo, con la Casa del Pueblo de Betanzos o los inmuebles de cinco sociedades de Redondela, adem¨¢s de ganado, dinero en met¨¢lico o maquinaria agr¨ªcola.
Erradicadas las sociedades inc¨®modas y despu¨¦s de una d¨¦cada de vac¨ªo, el franquismo intent¨® encuadrar el agro en las Hermandades Sindicales de Labradores y Ganaderos, m¨¢s una maniobra pol¨ªtica que una acci¨®n ¨²til para el progreso de las zonas rurales. "El sindicalismo vertical era corrupto y nunca atendi¨® a las necesidades del campo", se?ala la historiadora. Seg¨²n Cabana, los esfuerzos del r¨¦gimen por vincular sindicatos y violencia acabaron provocando el desafecto del agricultor y, sobre todo, una negaci¨®n tal del pasado que ni siquiera mediante entrevistas orales son capaces los historiadores de precisar la verdadera magnitud de la represi¨®n. "Preguntamos y nos dicen que antes de las Hermandades no hubo sindicatos agrarios, cuando nosotros sabemos que s¨ª hubo. La memoria social y personal lo borra", explica Cabana.
Por esta raz¨®n, cuando grupos como el Sindicato Agrario Galego, Comisi¨®ns Labregas y Comisi¨®ns Campesi?as empezaron a organizarse en la clandestinidad en la etapa final de la dictadura, lo hicieron sin ser del todo conscientes de la experiencia de principios de siglo. El agrarismo se hab¨ªa perdido en 1936.
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