Rebuscado canel¨®n
CAOBA, abigarrada cocina italiana y lujo neobarroco en Madrid
Hace falta mucha valent¨ªa y no poca inconsciencia para inaugurar un restaurante semejante en los tiempos que corren. Un local de lujos olvidados, del estilo de los que prosperaban durante el pasado boom inmobiliario. Sus promotores, los hermanos Mammoli, italo-venezolanos, han asumido el reto de hacer prosperar un modelo que languidece asfixiado por las circunstancias econ¨®micas. Cristaler¨ªas y vajillas de firma, una lista de vinos con m¨¢s de 400 referencias y un servicio de sala ceremonioso, se suman a su interiorismo, quiz¨¢s demasiado artificial, que ha corrido a cargo de los estudios N&N (Mil¨¢n) y 83 Arquitectura (Madrid). En la planta alta la barra de c¨®cteles. En el s¨®tano, el comedor y la bodega, sin luz natural, a los que se desciende por escaleras. Un espacio neobarroco y cosmopolita que sobrecoge por sus pretensiones. Hasta tal punto alcanza la identificaci¨®n de esta casa con las formas del desaparecido Santi Santamar¨ªa que los miembros m¨¢s se?alados de su plantilla proceden del restaurante Sant Celoni (Madrid). Profesionales como ?lvaro Barbas, jefe de sala; Tom¨¢s ?lvarez, sumiller; Hip¨®lito V¨¢zquez, segundo de cocina, y Beatriz Pablos, repostera, interpretan sus papeles a la usanza francesa, como le gustaba al maestro. Y todo ello para prestar empaque a unas especialidades que se tarifan entre los 23 y 48 euros. Como m¨ªnimo, 100 euros por persona.
CAOBA
PUNTUACI?N: 6
Pintor Rosales, 76. Madrid. Tel¨¦fono: 915 50 31 06. Internet: www.caobarestaurant.com. Cierra: domingos, s¨¢bados y lunes mediod¨ªa. Precio: de 100 a 140 euros por persona. Men¨² degustaci¨®n, 85 euros. Terrina de pulpo y jarrete de ternera con br¨¦col, jud¨ªas y botarga de m¨²jol, 28. Risotto con sepia, berza, jud¨ªas, grosellas agridulces y capuchino de sepia y jengibre, 30.
?Y en los fogones? Una comida desconcertante. Platos que ejecuta el televisivo italiano Vicenzo Marconi, que presume de haber trabajado junto a Fredy Girardet y Gualtiero Marchesi, algo as¨ª como los Arzak de los pasados noventa en Suiza e Italia, respectivamente. Es l¨®gico que sus recetas demuestren ra¨ªces cl¨¢sicas salpicadas de academicismo. Lo que no se entiende es que sean tan abigarradas. Que quede claro que el nuevo Caoba no es un italiano tal y como lo entendemos en Espa?a. El primer aperitivo, un taquito de rodaballo con chutney de cereza y pan negro a la tinta de sepia, conjunto descabalado, anticipa lo que sigue. De entrada unos fiochetti (pasta corta) a la tinta de sepia, con colas de cigalas, salsa de azafr¨¢n, frambuesas al vinagre y flores, superposici¨®n desafortunada. El rebuscamiento se agudiza con las vieiras (algo atrasadas en c¨¢mara) con speck (jam¨®n del Tirol ahumado), crema de arroz venere, ensalada de salicornia y taquitos de papaya, un desastre pleno. Y a continuaci¨®n unos extra?os canelones de arroz y espinacas, sobre crema de queso al azafr¨¢n con virutas de foie gras y helado de foie gras en copa. ?No hab¨ªamos quedado que la buena cocina es la que huye de rebuscamientos innecesarios?
En medio del men¨² unos excepcionales taglierini (tipo espaguetis) con erizos de mar (ingrediente impropio del verano), salicornia y panceta de cerdo. Fant¨¢sticos. Y como remate, dos escandalosos desatinos. Primero el rodaballo con costra de hierbas y pan rallado sobre crema de espinacas, en compa?¨ªa de un pl¨²mbeo pastelito de garbanzos, alubias peque?as y arroz a la menta. Despu¨¦s, un taco de mero con una tapenade de aceitunas que lo estropea, torta de escanda, pack-choi (col china) y pimientos. En suma, materias primas magn¨ªficas, servicio excelente y una cocina necesitada de revisar a fondo sus conceptos.
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