Homenaje en Urkiola
Siguiendo el camino a la perfecci¨®n, debimos de extraviarnos en alg¨²n punto hasta que volvimos a la senda buena porque la sensaci¨®n de gozo pleno era m¨¢s intensa en Bilbao que en Vitoria. Esto no significa que la jornada haya sido decepcionante, nada m¨¢s lejos de la realidad; m¨¢s bien, ha sido que lo de Bilbao dej¨® el list¨®n muy alto y la resaca nos ha dejado a todos agotados.
Acabo de descender del Alto de Urkiola tras vivir una de las mejores jornadas de ciclismo de mi vida. Porque, afortunadamente, el ciclismo es mucho m¨¢s que un simple evento deportivo en el que importa un simple resultado. Urkiola ayer fue una fiesta, lo mismo que el d¨ªa anterior el Alto del Vivero. Y no hablo de otros puntos por los que ha transitado la carrera en estos dos d¨ªas porque no lo he visto, pero estoy convencido de que no ha sido muy diferente de lo que yo he vivido.
Afortunadamente, el ciclismo es mucho m¨¢s que un simple evento deportivo
La carrera se ha movido en los c¨¢nones establecidos para una etapa de estas caracter¨ªsticas a estas alturas de la carrera. Que la clasificaci¨®n general a¨²n estuviese en el aire era un accidente que no hac¨ªa m¨¢s que estimular la imaginaci¨®n sobre lo que pod¨ªamos vivir en un d¨ªa como ayer. Pero la realidad se nutre de criterios m¨¢s pragm¨¢ticos, as¨ª que ocurri¨® lo que ten¨ªa que ocurrir: que la carrera fue incontrolable a la hora de los ataques vespertinos, que se form¨® una fuga amplia de la que, previsiblemente, saldr¨ªa el vencedor de la etapa, que todas las bonificaciones fueron un bot¨ªn para los integrantes de esta fuga y que el duro y siempre traicionero puerto de Urkiola no signific¨® m¨¢s que un fastidioso obst¨¢culo en el camino de los fugados hacia la victoria de la etapa.
Urkiola estaba demasiado lejos de la meta para ser decisivo. Todos lo sab¨ªamos. Desde el organizador hasta los corredores, pasando por los coches de equipo en los que se rumiaban las t¨¢cticas y por los miles de espectadores apostados en las cunetas. Sin embargo, el espect¨¢culo no defraud¨® a ninguno de los all¨ª presentes. El Parque Natural de Urkiola, mis monta?as -este mi no es excluyente, pues s¨¦ bien que hay, como yo, muchos m¨¢s enamorados de estas monta?as calizas-, se postul¨® como el perfecto decorado de este homenaje a la afici¨®n. De la afici¨®n a la carrera en el caso de algunos, no de todos, pues hubo quienes disfrutaron del evento sin estar de acuerdo en su celebraci¨®n por estos lares -me parece fenomenal-.
Pero de la carrera a la afici¨®n sin ning¨²n tipo de exclusi¨®n. Todos volvimos a casa con la sensaci¨®n de haber sido part¨ªcipes de algo grande que nos merec¨ªamos hace tiempo. Gracias por el homenaje.
Juan Jos¨¦ Cobo y Christopher Froome har¨¢n hoy cierto el dicho de que no se puede cantar victoria hasta que se cruza la ¨²ltima raya de meta. Una victoria de Froome es improbable, pero no imposible. Cobo ya huele la gloria, pero a a¨²n no est¨¢ asegurada. Y el organizador se frota las manos con el final de fiesta. Tan solo alguien como Hitchcock habr¨ªa sido capaz de mejorarlo.
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