Los jefes del tinglado

He aqu¨ª al primer ministro de all¨ª en el instante de pronunciar las siguientes palabras: "A la minor¨ªa de los sin ley, a los criminales que se han quedado con todo lo que han podido, hoy les digo: os vamos a buscar, os vamos a encontrar, os vamos a acusar ante los tribunales, os vamos a castigar, vais a pagar por todo lo que hab¨¦is hecho". Dado que Europa se iba en esos mismos instantes a la mierda, pensamos que se dirig¨ªa a los especuladores, a los directores de las agencias de calificaci¨®n, a los traficantes de deuda, a los directivos de los fondos de alto riesgo (de alto riesgo para nuestras pensiones de jubilaci¨®n). Qu¨¦ ingenuidad la nuestra. ?Se imaginan a un primer ministro europeo increpando de ese modo a los causantes de los recortes sociales llevados a cabo en los barrios m¨¢s pobres de sus urbes? ?Se lo imaginan amenaz¨¢ndoles con la posibilidad de reducir sus movimientos de capital o de cortar sus comunicaciones inal¨¢mbricas para evitar transferencias de dinero capaces de hundir la econom¨ªa de un pa¨ªs? ?Veremos alg¨²n d¨ªa las fotograf¨ªas de estos v¨¢ndalos con corbata de seda, bajo la leyenda de "se busca", en los aeropuertos, en los telediarios, en las salas de estar de las comisar¨ªas? Sospechamos que no, sospechamos que hay forajidos que caen bien a las personas de orden como Cameron, y les caen bien porque en ¨²ltima instancia son los jefes del tinglado y los que deciden, por tanto, d¨®nde aflojar la presi¨®n y d¨®nde mantenerla. Por eso a veces nos duele la Bolsa; a veces, la deuda soberana, y a veces, los suburbios de Manchester, Londres o Madrid.