Misa nigeriana en una nave industrial
Centenares de africanos se re¨²nen cada semana para celebrar misa en naves que alquilan en pol¨ªgonos industriales de las afueras de la regi¨®n
El pastor Abraham Rogers predica en ingl¨¦s con un micr¨®fono inal¨¢mbrico. Va subiendo poco a poco el tono, hasta acabar dirigi¨¦ndose a sus fieles casi a gritos. A su alrededor, 150 africanos entran en trance: con los ojos cerrados y los brazos en alto, murmuran mientras se mecen de adelante a detr¨¢s, o de un lado a otro. Quince minutos despu¨¦s llegan a una especie de ¨¦xtasis com¨²n que acaba con un "Thank you father! Aleluyah!", que algunos culminan de rodillas y con un llanto. El escenario no es una iglesia de Nigeria, el pa¨ªs de origen de la mayor¨ªa de ellos, sino una nave del pol¨ªgono industrial de Villaverde. Es viernes y son las dos de la madrugada. Las calles del pol¨ªgono, al sur de la ciudad, est¨¢n desiertas salvo por las prostitutas. En varias manzanas a la redonda solo se escucha su alboroto.
De once de la noche a cinco de la ma?ana rezan, cantan y bailan
"Dios se me presenta y hablamos en el idioma de los ¨¢ngeles"
La vigilia de la Iglesia Cristiana Redimida de Dios, una comunidad evang¨¦lica de origen nigeriano, es tambi¨¦n una fiesta: desde las once de la noche y hasta las cinco de la ma?ana rezan, cantan y bailan. Ese es precisamente el motivo por el que sus diez centros en Madrid se encuentren en naves alquiladas de las afueras. En otras ciudades (tienen medio centenar de iglesias en Espa?a), tuvieron problemas con los centros situados en zonas urbanas. Los vecinos se quejaban del ruido. Ahora prefieren no molestar.
En la parte de atr¨¢s de la nave y ajeno al rezo, Andr¨¦s Amyawu, de 17 a?os, trata de sostener en brazos a Elisa, de dos, que se revuelve para seguir jugando. Como ujier de la parroquia tiene que hacerse cargo de las decenas de ni?os que corretean por la moqueta gris mientras se desarrolla la misa. Los m¨¢s peque?os duermen en el suelo, entre las sillas plegables, encima de mantas. Sus padres apenas les hacen caso, ocupados como est¨¢n en hablar con Dios.
El chico forcejea cari?osamente con la ni?a mientras cuenta que naci¨® en M¨®stoles y estudia un m¨®dulo superior de inform¨¢tica. En la iglesia trabaja de vez en cuando porque su padre es ayudante del pastor. Como a cualquier adolescente le gusta, sin embargo, bordear (o traspasar) los l¨ªmites de su fe. "Lo hago por cumplir... Creo en Dios pero soy demasiado joven para creer en serio. No se puede ni fumar, ni beber, ni tener relaciones... Yo lo intento, pero al final peco", reconoce con una sonrisa p¨ªcara. Elisa ha logrado escaparse.
Al escenario de la modesta parroquia, decorado con im¨¢genes de varias mujeres, de piezas de fruta y de una Biblia, ha subido mientras tanto la representaci¨®n del centro de Torrej¨®n. Ning¨²n crucifijo lo preside. Hoy hay mucha m¨¢s gente de lo habitual, porque la vigilia- que celebran el primer viernes de cada mes- re¨²ne en Villaverde a los feligreses de todo Madrid.
El grupo canta un gospel que vuelve a levantar a todos de sus sillas de pl¨¢stico. Ellas se mueven al ritmo con su traje de fiesta, peluca o trencitas en el pelo; ellos con pantal¨®n de pinzas y zapatos blancos puntiagudos. Los dos portones del local est¨¢n abiertos y corre una ligera brisa de noche de verano. De puertas adentro, pareciera que Nigeria estuviera en Madrid, o tal vez al rev¨¦s. "For with God nothing shall be imposible" (con Dios nada ser¨¢ imposible), se proyecta en una pantalla.
"Los africanos tenemos aqu¨ª tres dificultades: el idioma, el color y la cultura", dice con un punto de amargura desde su despacho, en la planta superior de la nave, el pastor Rogers, que a sus 51 a?os es tambi¨¦n el coordinador de la Iglesia Redimida en Espa?a. En Madrid hay 126.681 inmigrantes africanos. ?l lleg¨® a Espa?a hace 11 a?os con su esposa y una misi¨®n: poblar el pa¨ªs de templos.
No fue muy bien recibido. "Antes no hab¨ªa tantos morenos como ahora. Cuando empec¨¦ a ir a misa en Valencia nadie me saludaba", explica en un correcto castellano.
La primera iglesia la levantaron all¨ª, financiada por la organizaci¨®n nigeriana. El medio centenar de centros que tienen hoy (con unos 2.000 miembros) se financian con lo que les env¨ªan desde Nigeria y con la ofrenda y el diezmo. Pero cada vez llega menos dinero, y los feligreses, muchos sin trabajo, meten menos billetes en el cubo. "Pagamos a duras penas los 2.050 euros del alquiler del local, a veces damos 1.700 y retrasamos al mes siguiente lo que nos falta", explica el pastor.
Isabel Gloria Momo es una de las fieles y cree que la crisis en Espa?a tiene su origen en que los europeos nos hemos "apartado de Dios". Ella, guineana, es casi una extranjera en la comunidad, que forman mayoritariamente nigerianos. Tiene 58 a?os y 11 descendientes, entre hijos y nietos. En Madrid vive desde hace 14, cuenta antes de reconducir r¨¢pidamente la conversaci¨®n a lo religioso.
La de Andr¨¦s, el ujier, parece la ¨²nica grieta en la fe de los asistentes. La de Isabel es incuestionable: "Solo un milagro explica que pueda andar sin muletas, porque los m¨¦dicos pronosticaron que nunca podr¨ªa hacerlo con mi lesi¨®n en las rodillas".
Tambi¨¦n lo es la de Ike. A sus 51 a?os est¨¢ en paro, y tal vez cambie Espa?a por Holanda, porque all¨ª, dice, hay mucha necesidad de evangelio. "Ese pa¨ªs es Sodoma y Gomorra", asegura. A ¨¦l le visit¨® una vez Dios, cuenta a las puertas del local antes de ponerse de repente a balbucear palabras sin sentido. Dentro, el pastor ha vuelto a predicar a voz en grito. Ike vuelve en s¨ª y se explica: "Cuando menciono al Se?or se me presenta y hablo con ¨¦l en el idioma de los ¨¢ngeles".
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