Un exmilitar y un populista rivalizan por la presidencia de Guatemala
El general P¨¦rez Molina y el millonario Baldiz¨®n disputar¨¢n la segunda vuelta
No hubo sorpresas en las elecciones celebradas el domingo en Guatemala, aparte de la alta participaci¨®n: el 65% de los siete millones de censados. Como predijeron todas las encuestas, el triunfador fue el general retirado Otto P¨¦rez Molina, un militar que gan¨® sus galones en las trincheras de la guerra civil librada en este pa¨ªs centroamericano entre 1960 y 1996.
No obstante, el apoyo recibido por P¨¦rez Molina, el 36% de los votos, se qued¨® lejos de la mayor¨ªa del 50% m¨¢s uno que le hubiera significado ser proclamado "presidente electo" al final de la jornada, y tendr¨¢ que ir a una nueva y definitiva ronda el 6 de noviembre. Su rival ser¨¢ Manuel Baldiz¨®n, un abogado multimillonario que propone una pol¨ªtica populista, y que ha llegado a decir que, si es elegido, "llevar¨¢ a la selecci¨®n guatemalteca de f¨²tbol a disputar una fase final de la Copa del Mundo". Baldiz¨®n obtuvo un 23,5% de los votos.
El 65% de los siete millones de empadronados acudi¨® a votar
Los analistas conf¨ªan en que se sienten las bases de un gobierno de unidad
Fueron unas elecciones at¨ªpicas. Por primera vez desde el fin de las dictaduras militares, en 1985, el oficialismo se qued¨® al margen de la disputa despu¨¦s de que su candidata, la ex primera dama Sandra Torres, fuera vetada por el Constitucional por considerar que sus aspiraciones atentaban contra lo ordenado en la Carta Magna, que impide ser candidatos a los familiares directos del presidente cuando este se encuentre a¨²n ejerciendo el cargo.
Fueron tambi¨¦n unas elecciones en las que tres mujeres aspiraron a la primera magistratura, aunque su apoyo se qued¨® debajo, incluso, de las predicciones m¨¢s modestas. La Nobel de la Paz Rigoberta Mench¨², al frente de una coalici¨®n de partidos de izquierda que incluy¨® a la antigua guerrilla, solo alcanz¨® el 3,18% de los votos. Patricia de Arz¨², mujer del alcalde de la capital, ?lvaro Arz¨², apenas ara?¨® el 1,88%, a pesar de la s¨®lida maquinaria electoral del partido de su marido. Finalmente, la activista humanitaria Adela de Torrebiarte, exministra del Interior, obtuvo un raqu¨ªtico 0,41% de los votos.
As¨ª las cosas, los guatemaltecos tendr¨¢n que volver a las urnas el 6 de noviembre para elegir al hombre que regir¨¢ los destinos de la naci¨®n entre 2012 y 2016. Analistas como Manuel Conde, el hombre que sent¨® las bases para las negociaciones con la guerrilla que culminaron con la firma del acuerdo de paz de 1996, cree que el nuevo escenario es positivo para Guatemala, en la medida en que obligar¨¢ a los contendientes a buscar consensos. "Solo un gran pacto, alrededor de un Gobierno de unidad, permitir¨¢ la viabilidad pol¨ªtica y gobernabilidad democr¨¢tica del pa¨ªs", dijo. No obstante, Conde reconoce que el margen de negociaci¨®n para P¨¦rez es m¨ªnimo, lo que le sit¨²a en alto riesgo de ceder a su impronta militar.
Luis Linares, analista de la Asociaci¨®n de Investigaci¨®n y Estudios Sociales (independiente), considera que la campa?a final entre un conservador y un pol¨ªtico "demasiado populista" -con ofrecimientos que van desde la aplicaci¨®n efectiva de la pena de muerte hasta un recorte de los impuestos, mientras ofrece el llamado "bono 15" (un salario m¨¢s al a?o para los trabajadores)- puede llevar al pa¨ªs a una polarizaci¨®n extrema y condicionar al pr¨®ximo gobernante, sea quien fuere, a compromisos imposibles de cumplir.
Linares califica como "peligros¨ªsimo" el papel que desempe?a Baldiz¨®n, convertido ya -en el caso de que no pueda remontar la ventaja de Otto P¨¦rez- en referente de la oposici¨®n. Baldiz¨®n abanderar¨¢ un rechazo obstinado a las propuestas del Gobierno no solo desde su partido, sino desde la todav¨ªa gobernante Uni¨®n Nacional de la Esperanza.
En cualquier caso, si P¨¦rez triunfa en la ronda de noviembre, podr¨¢ buscar el apoyo de partidos moderados, que le dar¨ªan una mayor¨ªa suficiente para alcanzar acuerdos que permitan sacar adelante un programa de trabajo dentro de los m¨¢rgenes de lo que el analista Linares califica como "responsabilidad democr¨¢tica".
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