P¨®lvora
Los incidentes inesperados en las radios y las televisiones provocan una placentera reacci¨®n en los espectadores. Cuando a un locutor le da la risa o un presentador queda en antena mientras espera en vano que entre un v¨ªdeo, nos ofrecen un zarpazo de realidad que desvela la puesta en escena de todo lo dem¨¢s. Sucedi¨® algo similar con la pol¨¦mica entre el locutor de radio Manel Fuentes y el profesor Vicen? Navarro. Las normas de comportamiento muchas veces obligan a los invitados a un programa a comportarse como los voluntarios que salen a escena con un hipnotizador. Aunque el truco no funcione, lo sostienen en aras del espect¨¢culo general. As¨ª, hay entrevistas que no funcionan, pero el invitado, ya sea por inter¨¦s promocional o por una educaci¨®n al¨¦rgica al jaleo, las sobrelleva. En otros casos es el invitado quien resulta previsible, t¨®pico y sin inter¨¦s, especialmente si es futbolista, con lo cual el entrevistador sostiene un ejercicio de proyecci¨®n que resulte digerible.
Desde aquella invectiva de Umbral -yo he venido aqu¨ª a hablar de mi libro-, cuando se derrama la sopera sobre el mantel de la cena, lo celebras. Uno sabe que las entrevistas son partidos de tenis, donde por inesperada que sea la volea del rival, tu obligaci¨®n es devolver la pelota al otro campo. En los ¨²ltimos tiempos existe una confusi¨®n entre periodismo incisivo y falta de templanza. A menudo, los periodistas tratan de retratarse como indomables para sus fieles seguidores y pretenden extraer confesiones como si uno le sacara al invitado la muela del juicio. Cuando Jeremy Paxman le pregunt¨® a Tony Blair si se consideraba un perrito faldero de Bush en plena guerra de Irak, le dio a la pregunta una p¨¢tina de comentario ajeno, permitiendo al entrevistado que se defendiera, que expusiera su razonamiento, no lo hizo como un juicio a porrazos. Todo lo contrario. Acabada la guerra le pregunt¨® a Aznar por sus planes de pacificaci¨®n en Oriente Medio y obtuvo una asombrosa respuesta, que reflejaba la actitud del t¨ªo de la vara del integrismo liberal, donde los bombardeos de la OTAN eran la soluci¨®n m¨¢s higi¨¦nica. Manej¨® la entrevista como un jarr¨®n de flores y dej¨® que el espectador oliera la p¨®lvora sin necesidad de quemarla.
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