'Art nouveau' de bolsillo en un barrio de Madrid
La primera colonia de la Ley de Casas Baratas, de 1911, era para periodistas
?Qui¨¦n dice que en Madrid no hay modernismo? La puerta de entrada a la Colonia de la Prensa es un jolgorio art nouveau. En la antigua frontera de los Carabancheles (Alto y Bajo), dos torreones sujetan una marquesina con m¨¦nsulas adornadas con l¨¢nguidas flores. Hay abstractos dise?os de ladrillo, historiadas rejer¨ªas y un maltrecho cartel¨®n cer¨¢mico. No le caben m¨¢s detalles decorativos a la puerta, y eso que su funci¨®n era humilde: porter¨ªa, locutorio telef¨®nico y apeadero del tranv¨ªa y, por supuesto, dar entrada a la Colonia de la Prensa, la primera de Espa?a subvencionada por la Ley de Casas Baratas de 1911.
Hoy los Carabancheles ya no son pueblos, ni los inquilinos de esta colonia periodistas, pero atravesar su puerta es un viaje a principios del siglo XX. En las tranquilas calles arboladas, entre casas de pisos m¨¢s o menos anodinas, queda apenas una decena de los 33 "hotelitos" originales, la Guerra Civil (esta zona fue frente y result¨® muy malherida) y la especulaci¨®n acabaron con el resto.
Los chal¨¦s repiten la decoraci¨®n modernista de la puerta, con algunos toques regionalistas y a veces ex¨®ticos. Hay una casa con galer¨ªas alpinas, otra con revoco de arabescos, y aun otra decorada con estrellas de David y frases en hebreo. Todas tienen detalles cer¨¢micos y vidrieras, torreones y pin¨¢culos, tejas de colores y delicadas rejer¨ªas. Y lo que m¨¢s sorprende cuando se sabe que eran casas baratas subvencionadas: dos plantas, cuatro habitaciones, tres ba?os, comedor, sala de estar, despacho, despensa, le?era, gabinete, terraza, tocador y una parcela de 600 metros cuadrados con jard¨ªn.Enormes casas y, de propina, el tranv¨ªa en la puerta y una bonita fachada. Cien a?os despu¨¦s, estos chal¨¦s art nouveau est¨¢n lejos de lo que uno concibe como una casa subvencionada. Son el extremo opuesto al minipiso. El arquitecto de la Colonia de la Prensa fue Felipe Mario L¨®pez y Blanco. Lo contrat¨® la cooperativa que hab¨ªa formado la agrupaci¨®n de periodistas Los Cincuenta, los primeros en aprovecharse de la Ley de Casas Baratas, cuyo centenario celebra una exposici¨®n en las Arquer¨ªas de Nuevos Ministerios (hasta el 13 de noviembre). "Con la ley de 1911, el Estado decide por primera vez proporcionar una vivienda a una masa de poblaci¨®n que viv¨ªa hacinada en corralas, ciudadelas y otros lugares insalubres", explica Luis Arias, historiador y comisario de la muestra que recorre muchas de las 20.000 casas baratas construidas en Espa?a entre 1911 y 1936 a trav¨¦s de planos y maquetas del ingente archivo del Ministerio de Fomento.
Esta ley surgi¨® para responder a las denuncias de los intelectuales reformistas y krausistas y de los m¨¦dicos higienistas. "En la Colonia de la Prensa, El Viso o la Cruz del Rayo, se usaron por primera vez fosas s¨¦pticas y ventanas estancas en los hogares de las clases populares", explica Arias, "se introdujeron materiales nuevos y conceptos como higiene, privacidad, hipoteca o pr¨¦stamo". "Aunque ahora nos parezcan chal¨¦s de ricos, sin esas colonias no se entender¨ªa la vivienda social actual".
La Colonia de la Prensa, de pobres no fue nunca. "Tambi¨¦n en su ¨¦poca estos hotelitos se consideraban lujosos y de buena calidad; hogares para clase media", dice Paloma Barreiro, autora de Casas baratas: la vivienda social en Madrid 1900-1939, una tesis que le llev¨® 10 a?os de investigaci¨®n, pero le ense?¨® "todo lo que hoy sigue siendo cierto sobre la vivienda, la pol¨ªtica y la ciudad". Para la portada eligi¨® precisamente la puerta de la Colonia de la Prensa porque est¨¦ticamente es la que tiene m¨¢s swing. Cuando se construy¨®, los Carabancheles estaban a las afueras de Madrid, donde solo hab¨ªa viviendas rurales y casas de campo de las clases potentadas. "Los terrenos eran m¨¢s baratos all¨ª y adem¨¢s el trato conven¨ªa a los terratenientes", explica Barreriro, "porque, seg¨²n la ley, los Ayuntamientos estaban obligados a llevar las instalaciones, as¨ª que el valor de sus solares se multiplicaba".
El solar de la Colonia de la Prensa era de Federico Grases, que sigue teniendo una calle con su nombre en la urbanizaci¨®n (otras fueron bautizadas con cabeceras de peri¨®dicos como ?poca o Siglo Futuro). Los Ayuntamientos de los Carabancheles pusieron el alcantarillado y el tranv¨ªa, y el Estado subvencion¨® hasta en cinco ocasiones la obra entre 1913 y 1917. "La ley propon¨ªa tan solo una intervenci¨®n indirecta del Estado", dice Barreiro. Mientras en Centroeuropa se apostaba por la municipalizaci¨®n de los terrenos y el alquiler, aqu¨ª primaba la compra, los Ayuntamientos no ten¨ªan poder para expropiar y los terratenientes hac¨ªan su agosto. Todo unido a "los tr¨¢mites leoninos" y que la ley no atendiese "el peliagudo tema de la vivienda obrera" (las casas baratas fueron sobre todo para la clase media) hizo que la ley no triunfase. "Lo m¨¢s positivo de la ley de 1911 fue el reglamento de 1912", dice Barreiro parafraseando a Romanones: "Ustedes hagan la ley que yo har¨¦ el reglamento". Ese reglamento cre¨® una normativa con las condiciones m¨ªnimas de una vivienda digna. Algunas sorprenden tanto como estos hotelitos modernistas escondidos en Carabanchel: un dormitorio para dos en una casa barata no pod¨ªa medir menos de 30 metros cuadrados. Igualito que ahora.
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