Occidente ya no es Occidente
Pa¨ªses emergentes como Brasil y China salen al rescate de la econom¨ªa mundial - El plan tiene una lectura pol¨ªtica y mitol¨®gica
Brasil, Rusia, India y China, los llamados BRIC, han decidido salir al rescate de la econom¨ªa mundial, que corre el riesgo de naufragar por la crisis de la deuda que se abate sobre los pa¨ªses de la zona euro y Estados Unidos. No es tanto un movimiento generoso de los pa¨ªses emergentes hacia las potencias econ¨®micas declinantes, como una decisi¨®n en la que el inter¨¦s propio coincide milim¨¦tricamente con el ajeno.
Una eventual ruptura del euro o una improbable aunque no imposible quiebra norteamericana afectar¨ªa gravemente a los BRIC y, en particular, a China, la potencia con mayores reservas invertidas en deuda soberana de las principales econom¨ªas mundiales. En la hip¨®tesis dantesca de un colapso financiero mundial es dif¨ªcil predecir qui¨¦nes ser¨ªan los ganadores; los perdedores, en cualquier caso, ser¨ªan los pa¨ªses en quiebra y, a continuaci¨®n, sus acreedores.
Wen Jibao ha puesto condiciones a los pa¨ªses de la zona euro y a EE UU
En la hip¨®tesis de un colapso mundial es dif¨ªcil predecir los ganadores
"Lo mismo que se conquista, la supremac¨ªa se pierde", dice Lavisse
Llevar pol¨ªticas monetarias responsables es uno de los puntos
?Qu¨¦ suceder¨¢ si la Rusia de Putin aumenta su poder econ¨®mico?
China es el pa¨ªs del mundo que m¨¢s penas de muerte dicta y aplica al a?o
El anuncio de que los BRIC contribuir¨¢n a aliviar la tensi¨®n sobre las deudas europeas y norteamericana tiene una lectura pol¨ªtica, e incluso mitol¨®gica, m¨¢s all¨¢ de la estrictamente econ¨®mica. "La facultad de conducir la historia no es una propiedad perpetua -escribi¨® el historiador franc¨¦s Ernest Lavisse a principios del siglo XX-. Europa, que la hered¨® de Asia hace tres milenios, quiz¨¢ no la conserve para siempre". Lavisse no aspiraba a formular una profec¨ªa, sino a recordar una constante: lo mismo que se conquista, la supremac¨ªa se pierde. La perdieron los asirios a favor de los persas y estos en beneficio de los macedonios, quienes, a su vez, acabaron cedi¨¦ndola a los romanos. En tiempos m¨¢s recientes no fue distinto: del imperio espa?ol la supremac¨ªa pas¨® al brit¨¢nico y, tras la Segunda Guerra Mundial, del brit¨¢nico al americano, que durante medio siglo la defendi¨® frente al sovi¨¦tico, finalmente vencido. Si el desenlace de este ¨²ltimo conflicto hubiera sido el contrario, no solo la historia del mundo habr¨ªa seguido otros derroteros. Adem¨¢s, habr¨ªa recibido un rotundo desmentido la profec¨ªa contenida en el Libro de Daniel, seg¨²n la cual el imperio del mundo, la facultad de conducir la historia, que dec¨ªa Lavisse, pasar¨ªa de unos pueblos a otros ajust¨¢ndose a la rotaci¨®n del sol, siempre de Este a Oeste. Es en este punto donde la lectura pol¨ªtica de la decisi¨®n de los BRIC podr¨ªa solaparse con la mitol¨®gica: seg¨²n la profec¨ªa del Libro de Daniel, en estos momentos el imperio del mundo le corresponder¨ªa de nuevo a Asia, despu¨¦s de haber completado una rotaci¨®n de tres milenios por otros continentes.
Las especulaciones sobre el declive del imperio americano y la emergencia de China han llevado, hasta fecha reciente, vidas paralelas, sin ninguna intersecci¨®n. Se hablaba de una cosa y se hablaba de la otra, pero, por lo general, no se acertaba con argumentos capaces de vincular de manera convincente ambos procesos. El aire de misterio en el que durante m¨¢s de un siglo se envolvieron los juicios sobre China, sobre su despertar o sobre lo que se lleg¨® a llamar el peligro amarillo, aparece descrito con una sobriedad tan c¨®mica como certera en una escena de En busca del tiempo perdido. Proust hace evocar al narrador una anodina velada, en torno a 1880, en la que Mme. de Guermantes, la anfitriona, hab¨ªa permanecido contra su costumbre silenciosa y ensimismada, despachando los requerimientos de sus invitados con desganados monos¨ªlabos. "A uno de ellos que se atrevi¨® a preguntarle t¨ªmidamente la causa de su preocupaci¨®n -escribe Proust, le hab¨ªa respondido adoptando un tono grave: "La Chine m'inqui¨¨te". En una velada semejante, aunque contempor¨¢nea, es probable que la nueva Mme. de Guermantes, o su equivalente masculino o femenino, no dijese "me inquieta China", sino "me asombra China", y que acto seguido se lanzase a desgranar las cifras del portentoso crecimiento de su producto interior bruto y a hacer pron¨®sticos sobre el a?o preciso en el que ocupar¨¢ el primer puesto de la econom¨ªa mundial.
Las especulaciones sobre el imperio americano han sido, por su parte, m¨¢s el objeto de ide¨®logos aislados o encuadrados en esos modernos templos de la ortodoxia que encarnan los think-tanks, que de artistas dispuestos, como Proust, a desenmascarar de un solo trazo los prestigios fundados en la adopci¨®n de un tono grave para hablar de asuntos relacionados m¨¢s con los pron¨®sticos que con la experiencia. Aun as¨ª, esos artistas han existido, y su presencia se hace m¨¢s evidente si las obras que produjeron se contemplan, como es posible contemplarlas ahora, a la luz de los acontecimientos posteriores.
Cuatro a?os antes del hundimiento de la Uni¨®n Sovi¨¦tica, en 1986, un cineasta canadiense, Denys Arcand, dirigi¨® una pel¨ªcula en la que, como Proust con respecto a China, se hace eco de un estado de opini¨®n que comenzaba a filtrarse entre susurros desde los c¨ªrculos supuestamente informados: justo cuando parec¨ªa alcanzar el apogeo de su poder, solo desafiado por Mosc¨², el imperio americano estaba iniciando su declive.
El declive del imperio americano ser¨¢, precisamente, el t¨ªtulo de la pel¨ªcula de Arcand, que no trata del paso de un mundo bipolar a otro multipolar, ni sobre la democracia liberal, ni la econom¨ªa de mercado como estadios finales de la historia, materias sobre las que se volcar¨¢n obsesivamente los ide¨®logos, aislados o encuadrados en think-tanks, durante los a?os siguientes. Arcand sugiere con iron¨ªa que, como en una vieja explicaci¨®n moralizante de la ca¨ªda de Roma, el imperio americano estar¨ªa en peligro porque instituciones que reverenciaba como sagradas -el matrimonio o la universidad, en la trama de la pel¨ªcula- son solo d¨¦biles fachadas frente a los m¨¢s elementales instintos humanos, como el sexo. En la siguiente pel¨ªcula, Las invasiones b¨¢rbaras, estrenada en 2003, esto es, cuatro a?os antes de la quiebra de Lehmann Brothers y la crisis financiera mundial, Arcand, siempre desde la iron¨ªa, muestra c¨®mo esas instituciones son a¨²n m¨¢s d¨¦biles al desaparecer la Uni¨®n Sovi¨¦tica. Sindicatos corporativos que solo defienden los intereses de sus afiliados, por una parte, y j¨®venes tiburones de las finanzas, por el otro, imponen su sed de dinero y de poder, mucho m¨¢s peligrosa, mucho m¨¢s desestabilizadora para las viejas reglas y las viejas instituciones, que aquellos elementales instintos humanos.
El primer ministro chino, Wen Jibao, hizo recientemente un resumen preliminar de las condiciones que los pa¨ªses de la zona euro y Estados Unidos tendr¨ªan que cumplir para que su pa¨ªs, y el resto de los BRIC, acudieran al rescate de lo que siguen llamando Occidente, estableciendo, as¨ª, la intersecci¨®n que faltaba entre el declive del imperio americano y la emergencia de China. A partir de la crisis de la deuda, ambos procesos han dejado de llevar vidas paralelas y se ha establecido entre ellos una f¨¦rrea relaci¨®n de causalidad en la que m¨¢s poder para China implica menos poder para Estados Unidos y, por descontado, para Europa. Wen Jibao coloc¨® sus demandas a europeos y norteamericanos bajo la r¨²brica general de "poner la casa en orden", una met¨¢fora que, despu¨¦s, concret¨® en cuatro puntos, "llevar a cabo pol¨ªticas monetarias responsables y efectivas, manejar de forma adecuada los problemas de deuda, garantizar la seguridad y la operaci¨®n estable de las inversiones en el mercado y mantener la confianza de los inversores en todo el mundo". La importancia de estas condiciones no radica en su contenido, una lista de enunciados que, como los de otro personaje de Proust, el diplom¨¢tico Norpois, "carecen de r¨¦plica porque carecen de realidad". Es otra cosa lo que revelan, previa y m¨¢s significativa que el contenido: la reci¨¦n adquirida capacidad de China y, por extensi¨®n, del resto de los BRIC, para imponer condiciones a quienes detentaban hasta este momento el imperio del mundo, la facultad de conducir la historia.
La expresi¨®n "me sorprende China", trasunto contempor¨¢neo de aquella otra de Mme. de Guermantes, "me inquieta China", muestra sin propon¨¦rselo la medida de las renuncias pol¨ªticas que, en nombre de las imperiosas necesidades econ¨®micas derivadas de la insensata gesti¨®n inspirada por la utop¨ªa neoliberal, est¨¢ provocando la crisis. Coincidiendo con las declaraciones de Wen Jibao sobre la deuda europea y norteamericana, que tanto alivio produjeron entre los Gobiernos y en los mercados, cuatro personas fueron ejecutadas en China, el pa¨ªs del mundo que mayor n¨²mero de penas de muerte dicta y aplica al a?o, seguido por Ir¨¢n y Arabia Saud¨ª. Las pocas voces oficiales que se levantaban antes de que Wen Jibao acudiera al rescate de las deudas europeas y norteamericana han callado o, peor a¨²n, han cedido al discurso de la excepcionalidad china, de acuerdo con el cual, la represi¨®n y la falta de libertades son un tributo pol¨ªtico razonable si se compara con el prodigio de su desarrollo econ¨®mico.
El fondo del razonamiento no es diferente si, en lugar de la situaci¨®n interna de China, se pasa a la de Rusia, el otro miembro de los BRIC que cuenta con un puesto permanente en el Consejo de Seguridad y una indiscutida presencia en el escenario internacional. Tras una legislatura fuera de la jefatura del Estado, asegurada entre tanto por uno de sus fieles, Dimitri Medvedev, Valdimir Putin podr¨ªa presentarse de nuevo a las pr¨®ximas presidenciales en Rusia, perpetrando a plena luz del d¨ªa un fraude de ley que no excluye, sino que anticipa, el que, adem¨¢s, podr¨ªa producirse en el desarrollo de la campa?a e, incluso, en las urnas. Gracias a las ingentes reservas de gas de las que dispone Rusia, y que su Gobierno viene sistem¨¢ticamente manejando con criterios estrat¨¦gicos y no tanto comerciales, el caso Litvinenko, el asesinato de Anna Politovskaya o tantos otros episodios tenebrosos han ca¨ªdo en el olvido. ?Qu¨¦ suceder¨¢ si, aparte del gas, la Rusia de Putin aumenta su poder econ¨®mico a trav¨¦s de las deudas europeas y norteamericana?
De acuerdo tanto con la profec¨ªa del Libro de Daniel como con la constante se?alada por Lavisse, el Occidente que detentaba el imperio del mundo, la facultad de conducir la historia, est¨¢ dejando de ser el que era.
En la lectura mitol¨®gica que se sobrepone a la pol¨ªtica, el poder del nuevo Occidente le viene del que, ajust¨¢ndose a la rotaci¨®n del sol, habr¨ªa comenzado a quedar en el Este, m¨¢s que un punto cardinal inamovible, un cementerio en el se van incesantemente precipitando los viejos ¨®rdenes pol¨ªticos y los ideales que los alimentaron. En su inabarcable extensi¨®n yacen todos confundidos, los que aseguraron la libertad y la prosperidad, los que lo intentaron y no lo consiguieron y, tambi¨¦n, los que empujaron a la destrucci¨®n y la barbarie. La pel¨ªcula de Denys Arcand que sigui¨® a Las invasiones b¨¢rbaras y que cerr¨® la trilog¨ªa comenzada con El declive del imperio americano, se titula La edad de las tinieblas. Solo cabe esperar que semejante t¨ªtulo no sea premonitorio.
La pregunta decisiva
El grupo de los BRIC arranc¨® con una reuni¨®n en la ciudad rusa de Ekaterimburgo en 2009, donde se fijaron los l¨ªmites y los objetivos de esta f¨®rmula de cooperaci¨®n entre Brasil, Rusia, India y China. El l¨ªmite era solo uno, y consist¨ªa en no dotar al grupo de una estructura permanente, manteni¨¦ndolo como un mecanismo informal de reuniones sucesivas. La pr¨®xima tendr¨¢ lugar esta semana en Washington, y en ella los BRIC esperan concretar su ayuda para combatir la crisis de la deuda en la zona euro y en Estados Unidos. Los objetivos, en cambio, eran m¨²ltiples y ambiciosos, y no puede decirse que la evoluci¨®n internacional no est¨¦ favoreciendo su consecuci¨®n. Dos de los cuatro pa¨ªses del grupo, China y Rusia, son miembros permanentes del Consejo de Seguridad. India y Brasil, por su parte, entienden que deber¨ªan serlo, por lo que proponen una profunda reforma del sistema de Naciones Unidas.
Para lograrlo, el apoyo de China y de Rusia no es suficiente, pero constituye un punto de partida capaz de colocar cualquier proyecto de reforma patrocinado por los BRIC en una situaci¨®n incomparablemente mejor que la de otros grupos regionales, incluida la propia Uni¨®n Europea.
La crisis de las deudas europeas y norteamericana constituye una oportunidad para que los BRIC puedan avanzar en otro de sus objetivos m¨¢s ambiciosos: el establecimiento de una moneda de referencia diferente del d¨®lar y el euro, tal vez una cesta que ofrezca mayor estabilidad al sistema. Las dificultades de la Uni¨®n Europea y de Estados Unidos para controlar las ¨²ltimas turbulencias parece avalar la pretensi¨®n de los BRIC, que al mismo tiempo se ver¨ªan gravemente perjudicados si alguna de las grandes econom¨ªas cayera en bancarrota.
La consolidaci¨®n de un entorno internacional crecientemente favorable a la estrategia de los BRIC no puede hacer que se pierdan de vista las debilidades del grupo. No s¨®lo la heterogeneidad de sus reg¨ªmenes pol¨ªticos, sino tambi¨¦n la imposible homologaci¨®n de algunos de ellos con los sistemas democr¨¢ticos, es una sombra que puede amenazar, bien su cohesi¨®n, bien el modelo de relaciones internacionales que est¨¢n contribuyendo a establecer.
En alg¨²n momento, pa¨ªses como India o Brasil tendr¨¢n que decidir la distancia pol¨ªtica que desean seguir recorriendo en compa?¨ªa de China y Rusia, sobre todo si Putin vuelve a la presidencia. En cuanto al modelo de relaciones internacionales, no tardar¨¢ el d¨ªa en el que las potencias econ¨®micas hoy declinantes se tengan que hacer la pregunta decisiva: la excepcionalidad que se admite en algunos reg¨ªmenes pol¨ªticos, ?vale solo para los BRIC o deber¨ªa generalizarse?
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