Educados y adoctrinados
Lleva dos a?os vac¨ªa, sin que el sonido del alumnado ni el ruido de las bandejas met¨¢licas se hagan o¨ªr en sus pasillos, en sus aulas o en el comedor. Durante d¨¦cadas fue una escuela en el campo, uno de esos preuniversitarios cubanos que intentaba vincular el estudio con el trabajo y donde los adolescentes permanec¨ªan internos. Pero desde el curso 2009-2010 la mayor¨ªa de estos centros docentes cerraron sus puertas, ante la evidencia del fracaso pedag¨®gico y productivo. En lugar de formarse en la pr¨¢ctica del trabajo agr¨ªcola, los becados se entrenaban en las h¨¢biles ma?as de simular que laboraban, mientras en los albergues florec¨ªan la promiscuidad y el matonismo. Afortunadamente el experimento termin¨®, no sin antes dejarnos una mezcla de recuerdos agridulces a quienes lo vivimos en carne propia. El gobernante Ra¨²l Castro anunci¨® su cierre en medio de un proceso por reducir costes y hacer que el pragmatismo se impusiera all¨ª donde solo hab¨ªa primado el desatino. Los bloques de concreto, erigidos en medio de la nada, que albergaban estas becas, ahora est¨¢n reutilizados algunos como viviendas o instituciones, otros simplemente abandonados. Ruinas nuevas, arquitectura ya desechada de una ¨¦poca reciente que termin¨®.
Malos profesores, deterioro material y exceso de ideolog¨ªa pesan demasiado en la ense?anza en Cuba
Aunque esta "idea del Comandante en Jefe" de fomentar los preuniversitarios en el campo lleg¨® a su fin, todav¨ªa queda mucho por hacer para sacar del atolladero a la educaci¨®n p¨²blica en Cuba. A lo largo y ancho de la geograf¨ªa nacional las instalaciones escolares abundan y cada ni?o o joven tiene acceso gratuito a ellas, sin embargo, el bajo nivel profesoral, el deterioro material de la infraestructura docente y el excesivo componente ideol¨®gico conspiran notablemente contra su calidad. Los a?os dorados de la ense?anza en la isla parecen haber quedado atr¨¢s, se extraviaron junto a la p¨¦rdida del subsidio sovi¨¦tico y el desmembramiento del Consejo de Ayuda Mutua Econ¨®mica (CAME). Lo cual confirma que aquellos publicitados logros educativos no estaban realmente respaldados por el desarrollo econ¨®mico de la naci¨®n, sino que depend¨ªan directamente del apadrinamiento llegado desde el Kremlin.
Con la crisis de los a?os noventa, uno de las primeras se?ales del deterioro fue el ¨¦xodo masivo de maestros hacia sectores mejor remunerados. En la carpeta de un hotel, tras el tim¨®n de un taxi o como contador de alguna empresa de capital mixto, laboraban quienes antes ense?aban matem¨¢ticas, f¨ªsica o espa?ol en un aula. El d¨¦ficit de educadores intent¨® paliarse y fue -al decir de los m¨¢s viejos- peor el remedio que la enfermedad. Formados a la carrera, los profesores emergentes coparon las c¨¢tedras y hundieron a¨²n m¨¢s la otrora "joya de la corona" del socialismo cubano. No solo exhib¨ªan una insuficiente preparaci¨®n, sino que ven¨ªan aliados de una herramienta que lanz¨® en ca¨ªda libre la formaci¨®n de valores y la interacci¨®n con los estudiantes: las llamadas tele-clases. Durante m¨¢s de un lustro, en la ense?anza media, las horas lectivas impartidas desde el televisor llegaron a ocupar hasta el 60% de la totalidad del programa docente. Manejar un mando a distancia para apagar o encender la pantalla era m¨¢s importante que saber de geograf¨ªa o gram¨¢tica.
Y despu¨¦s empezamos a recoger los frutos de la improvisaci¨®n, el bajo nivel de quienes arriban a la ense?anza superior, la ausencia de una formaci¨®n ¨¦tica entre los m¨¢s j¨®venes y la p¨¦rdida casi total del reconocimiento social que una vez rode¨® a la figura del maestro. Tras juguetear de todas las formas posibles con la alquimia de la ense?anza, ahora el Ministerio de Educaci¨®n intenta reparar el da?o ocurrido. Se ha ampliado, por ejemplo, el tiempo de formaci¨®n de quienes llevan la responsabilidad de instruir en las escuelas primarias y secundarias. La desactivaci¨®n de muchas escuelas de r¨¦gimen interno, tambi¨¦n ha sido un paso recibido con alivio por los padres.
Sin embargo, a¨²n en los murales de cada aula, en los libros de historia y hasta en las lecturas para aprender a leer, sigue estando presente un componente que se resiste a ceder espacio: la ideolog¨ªa. Ni las consignas, los lemas, la adoraci¨®n a los l¨ªderes ni el estudio del marxismo leninismo ser¨¢n eliminados con las nuevas transformaciones educativas. El actual ministro de Educaci¨®n Superior, Miguel D¨ªaz Canel, ha ratificado tambi¨¦n la premisa de que "la Universidad es para los revolucionarios", lo cual m¨¢s bien promueve la simulaci¨®n que la fidelidad pol¨ªtica.
Encima de eso, la educaci¨®n p¨²blica sigue interpret¨¢ndose como una d¨¢diva, un regalo, y no como un derecho sobre el que cada ciudadano podr¨ªa exigir y demandar. Ante la menor cr¨ªtica hecha al Gobierno, la primera respuesta es recordarnos que no pagamos ni un centavo por sentarnos en un aula, desconociendo as¨ª que el monto destinado a ese sector proviene de las arcas nacionales y por ende sale de nuestros bolsillos o de los recursos nacionales que nos pertenecen. No nos est¨¢ permitido tampoco protestar en las calles para que nuestros hijos tengan una instrucci¨®n de mayor calidad y sin la influencia directa de las premisas de un partido, pero algo se ha logrado. Nuestra peque?a victoria tiene como trofeo un enorme albergue de concreto abandonado en mitad de la nada, un experimento educativo que qued¨® atr¨¢s.
Yoani S¨¢nchez, periodista cubana y autora del blog Generaci¨®n Y. ? Yoani S¨¢nchez / bgagency-Mil¨¢n.
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