Bildu y la textura de los txipirones
Bildu no estar¨¢ con los Pr¨ªncipes de Espa?a en la inauguraci¨®n de la facultad de gastronom¨ªa de San Sebasti¨¢n. Enorme dilema: de un lado, los Pr¨ªncipes, con sus oropeles, como m¨¢xima representaci¨®n de un Estado en el que participan pero desconocen, y de otro, la gastronom¨ªa, la aut¨¦ntica liturgia de un pa¨ªs que sobre todo es famoso por saber comer, cosa importante y no siempre bien ponderada.
Yo entiendo que Bildu, es decir, Mart¨ªn Garitano en este caso, no quiera estar con los Pr¨ªncipes (habr¨ªa que saber si los Pr¨ªncipes quieren estar con Bildu, en este caso Mart¨ªn Garitano). No solo lo entiendo sino que adem¨¢s se lo exijo. Lo que no entiendo son las razones, que m¨¢s parecen excusas, tuber¨ªas por las que verter las aguas turbias de una decisi¨®n poco comprometida. Estoy convencido de que si Bildu dijera que no acude a un acto real por su condici¨®n republicana (no espa?ola, sino global, filos¨®fica) hasta los Pr¨ªncipes entender¨ªan su decisi¨®n. Es lo l¨®gico, dir¨ªa el Pr¨ªncipe Felipe a quien, l¨®gicamente, tampoco se le ha visto inaugurar ningunas jornadas sobre la Rep¨²blica, seguramente por est¨¦tica.
Ya s¨¦ que los estetas de la pol¨ªtica dir¨¢n que una cosa es el huevo -la instituci¨®n foral- y otra la gallina -la filosof¨ªa pol¨ªtica-, pero yo siempre he entendido que cuando ambos asuntos se ponen frente a frente debe ganar la gallina. Y no pasa nada. Las ausencias pueden ser elegantes, razonables, razonadas y comprensibles. No hay que caer en el error de aquellas bodas religiosas que se hac¨ªan contra la ideolog¨ªa de uno de los cony¨²ges porque "total a ti que m¨¢s te da, si eres ateo, ir a la Iglesia o no", desentendi¨¦ndose del dolor que le produce a un ateo asistir al territorio contrario.
Lo que no entiendo, ilustr¨ªsimo se?or Garitano, presidente del Diputaci¨®n Foral de Guip¨²zcoa, es que alegue una visita a los presos sociales como argumento que le impide asistir no a la visita de los Pr¨ªncipes sino a la inauguraci¨®n de la facultad de gastronom¨ªa de San Sebasti¨¢n. Me parece, en verdad, que no es usted sincero consigo mismo, que prefiere la artima?a al argumento, que prefiere las mentiras piadosas a las verdades verdaderas. Y creo que ni los guipuzcoanos, ni mucho menos, sus guipuzcoanos esperan de usted ese ejercicio tan provinciano de la diplomacia
Tengo para m¨ª, visto lo visto, que est¨¢ usted, l¨®gicamente, a a?os luz de la realidad institucional. Entiendo que no entienda lo que siempre desconoci¨® y neg¨®. Supongo que usted lo llama prudencia, pero la prudencia es una habilidad pol¨ªtica que no se aprende en un d¨ªa y, lo que no existe, desde luego, es la prudencia intelectual. Si hubiera dicho la verdad lo habr¨ªa entendido hasta el Pr¨ªncipe. Pero su argumento oficial tiene la misma validez que si hubiera justificado su presencia por la magn¨ªfica textura de los txipirones.
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