Estado de coma
Lo preocupante, en primera instancia, es que un cartel integrado por las dos grandes revelaciones del a?o y un joven torero de la tierra solo concitara la atenci¨®n de poco m¨¢s de media plaza. Algo serio ocurre cuando ni Fandi?o ni Mora, triunfadores en todas las grandes ferias, llaman la m¨¢s m¨ªnima atenci¨®n en esta tierra de supuestos grandes y sabios aficionados.
Despu¨¦s, a medida que van saliendo los toros al ruedo, se explica que los tendidos luzcan ladrillos. Ha tiempo que desapareci¨® el animal que intimidaba desde las gradas, y lo que hoy se ofrece no deja de ser una caricatura inv¨¢lida y enfermiza, con cara triste y avejentada. Y surge la eterna pregunta: ?por qu¨¦ estos dos toreros con supuestas ansias de figura se anuncian con esta birria? Decididamente, el escalaf¨®n de toreros est¨¢ contagiado de comodidad y superficialidad. As¨ª, con estos toros, en una plaza como Sevilla, no es posible emocionar; as¨ª, buscando la suerte del toro bobo, no se consigue m¨¢s que aumentar el enga?o y el fraude que hoy padecen quienes acuden a la plaza.
PEREDA / FANDI?O, MORA, FERN?NDEZ
Toros de Jos¨¦ Luis Pereda, correctos de presentaci¨®n, blandos, descastados y nobles.
Iv¨¢n Fandi?o: cuatro pinchazos y dos descabellos (silencio); pinchazo _aviso_ y estocada (ovaci¨®n).
David Mora: estocada (ovaci¨®n); estocada baja (palmas).
Esa¨² Fern¨¢ndez: estocada (silencio); pinchazo, media perpendicular y dos descabellos (ovaci¨®n).
Plaza de la Maestranza. Feria de San Miguel. 23 de septiembre. Media entrada.
Nada de lo ocurrido en el ruedo merece la pena ser rese?ado. Los toros, en estado comatoso, tullidos, cadav¨¦ricos, con ese halo de tonta nobleza tan en boga en esta opaca modernidad. Sin fuerzas todos ellos para aguantar el m¨¢s m¨ªnimo puyazo; sin h¨¢lito de casta para embestir con largura, sin sangre en las venas...
Y poco m¨¢s de los toreros. Un par de ver¨®nicas de Fandi?o al que abri¨® plaza; capotazos de cierto fuste los de David Mora a su lote, y las dos veces que Esa¨² se plant¨® de rodillas en toriles para recibir a sus dos toros. Y muchos pases, como siempre, pero nada para el recuerdo, ninguno que merezca la pena.
Fandi?o nada pudo hacer ante el tullido primero, y lo intent¨® de veras en el cuarto, de embestida rebrincada, al que realiz¨® una labor plagada de altibajos y sin limpieza.
No se le puede negar a Mora su decisi¨®n, encomiable en todo momento. Toc¨® el triunfo con las yemas de los dedos, pero no lo alcanz¨®. La culpa, como siempre, de un lote sin calidad, pero tampoco el torero encontr¨® el camino del temple. Aprovech¨® las muy escasas embestidas del segundo para arrastrar la muleta y guarecerse del molesto viento, pero el toreo no alcanz¨® el vuelo deseado. Y la misma pel¨ªcula en el quinto; parec¨ªa que..., pero no pudo ser. Ni toro ni torero se entendieron, a pesar de alg¨²n detalle que hizo albergar esperanzas.
Lo mejor de Esa¨², las dos veces que cruz¨® el di¨¢metro del ruedo para hincar las rodillas y esperar a sus dos toros. Sali¨® bien del trance, pero el capote lo maneja con poquita gracia. In¨¦dito qued¨® ante el amuermado tercero, y algo mejor ante el noblote y blando sexto, pero no despeg¨® como se esperaba. Los muletazos despegados no emocionan a nadie. Alguien se lo recordar¨¢ en el futuro.
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