Los libros os har¨¢n libres, supongo
A Pr¨®spero, duque leg¨ªtimo de Mil¨¢n, su hermano le expulsa del poder aprovechando que pasaba demasiado tiempo leyendo. Distra¨ªdo con el saber y ajeno a la realidad, el gobernante no se dio cuenta de lo que se le ven¨ªa encima. En La Tempestad, que se estren¨® en noviembre de 1611 -hace 400 a?os-, Shakespeare nos lo presenta como amo y se?or de la isla innominada a la que ¨¦l y su hija Miranda fueron a dar cuando encall¨® el barco en que fueron abandonados a la deriva. Esta vez son sus libros -b¨¢sicamente filosof¨ªa y magia: es decir, non-fiction, los mismos gustos que Fausto- los que le sirven para reinar en su isla (casi) desierta. Con ellos convoca a los esp¨ªritus (el noble Ariel y todos los dem¨¢s) y sojuzga al monstruoso Calib¨¢n, su ¨²nico s¨²bdito, al que las lecturas poscoloniales interpretan como cabal exponente de los explotados a los que Frantz Fanon consagr¨® Los condenados de la Tierra (1961, hace 50 a?os). Calib¨¢n es "por nacimiento" un "infecto esclavo engendrado por el mismo diablo" (su madre era la bruja Sycorax, especie de horrenda Circe): el colonizador siempre ha necesitado creer en la inferioridad f¨ªsica y, sobre todo, moral, del colonizado. Y, sin embargo, Calib¨¢n no tiene un pelo de tonto. Sabe, por ejemplo, que los libros de Pr¨®spero son peligrosos. Por eso suplica al borrachuzo despensero Esteban, al que adopta como nuevo amo, que se los confisque, "porque sin ellos no es m¨¢s que un tonto como yo". Podr¨ªamos pensar, por tanto, que Pr¨®spero no es m¨¢s que un Calib¨¢n "civilizado", un Calib¨¢n con libros. En todo caso, utiliza el saber que contienen para llevar a cabo su venganza: gracias a la magia provoca la tempestad que arrastra a su isla a los que le hab¨ªan derrocado. Y gracias a los esp¨ªritus que invoca consigue dome?ar a sus enemigos, aunque despu¨¦s los perdone (salvo a Calib¨¢n, al que sigue relegando a tareas subalternas). Rele¨ª La Tempestad en otra isla, en una hermosa playa rodeada de monta?as bajo cuyas sombrillas de alquiler oto?ales turistas brit¨¢nicos y teutones se enfrascaban en la lectura de novelones engordados por la intriga y la arena (muy cerca de all¨ª, por cierto, un grupo de conspicuos autores, cr¨ªticos y editores permanec¨ªan concentrados en un famoso hotel para debatir acerca del "futuro de la novela"). Yo, como un Pr¨®spero irrisorio, opt¨¦ por la non-fiction y me sumerg¨ª tambi¨¦n en la admirable edici¨®n de las Vidas de Pit¨¢goras que David Hern¨¢ndez de la Fuente ha preparado para Atalanta. A la vez fil¨®sofo y cham¨¢n, el pensador de Samos inaugur¨® una de las m¨¢s fecundas tradiciones intelectuales de Occidente, dejando una intensa huella que puede rastrearse en el perfil psicol¨®gico, pol¨ªtico y moral del Pr¨®spero shakespeariano. Por cierto que una de las noches me dej¨¦ llevar por mi lado calibanesco y, haciendo caso omiso de las ense?anzas pitag¨®ricas, me exced¨ª en la ingesta de alimentos y brebajes (Diodoro de Sicilia, uno de los bi¨®grafos convocados por Hern¨¢ndez de la Fuente, afirma que Pit¨¢goras sosten¨ªa que la indigesti¨®n es hija de la extravagancia), de modo que luego padec¨ª uno de mis sue?os inquietos y trufados de pesadillas. En una de ellas aparec¨ªa Pit¨¢goras, tocado con un capirote de mago salpicado de estrellas doradas y ataviado con un say¨®n azul estampado con f¨®rmulas matem¨¢ticas (todas ellas, creo, desarrollos de la ecuaci¨®n a2 + b2 = c2). Y en otra, mucho m¨¢s angustiosa, me persegu¨ªa por el cabo Formentor el monstruoso Calib¨¢n -que, por fin, hab¨ªa conseguido arrebatarle a Pr¨®spero todos sus libros- grit¨¢ndome: "?Que todos los encantamientos de Sycorax -sapos, escarabajos y murci¨¦lagos- caigan sobre ti!". Al d¨ªa siguiente, cuando despert¨¦, decid¨ª abandonar la isla y volver a mi dieta.
Necios
Nadie ha conseguido aclararme (no figura en la Gu¨ªa de lugares imaginarios, de Manguel y Guadalupi) si Narragonia es una isla. En todo caso, hacia all¨ª se dirige La nave de los necios (Das Narrenschiff, 1494; edici¨®n de bolsillo de Regales Serna en Akal), el buque medieval inventado por Sebastian Brant (1457-1521) que transporta una complet¨ªsima representaci¨®n de los vicios y maldades de su tiempo, encarnados en una abigarrada panoplia de sujetos de toda clase y condici¨®n. El libro fue uno de los primeros best sellers de la lengua alemana; su asunto cundi¨®, y el motivo de la "nave de los locos" (Stultifera navis, en lat¨ªn) fue profusamente imitado por otros escritores y artistas (por ejemplo, por El Bosco, cuya Nave de los locos puede admirarse en el Louvre), que explotaron su fondo moral justo cuando comenzaban a extenderse las cr¨ªticas a la Iglesia cat¨®lica. Pero el libro influy¨® m¨¢s all¨¢ de su tiempo: la estupenda Katherine Anne Porter (1890-1980) aprovech¨® su veta aleg¨®rica y sat¨ªrica para su novela Ship of fools (1962), que aqu¨ª public¨® Bruguera y que hoy permanece absurdamente agotada; en esta ocasi¨®n el barco transporta a otro pu?ado de viajeros desde M¨¦xico a Alemania (entre ellos a una deliciosa condesa espa?ola), con el tel¨®n de fondo del ascenso del nazismo. La novela fue llevada al cine (desvirtu¨¢ndola casi por completo) por Stanley Kramer (1965). Hubo otras muchas resurrecciones. Jerry Garc¨ªa (1942-1995), el genial guitarrista de Grateful Dead, compuso la canci¨®n Ship of fools, que apareci¨® en el ¨¢lbum From Mars Hotel (1974) y que yo sol¨ªa escuchar (un poco colocado) all¨¢ en mi loca juventud; todav¨ªa recuerdo su estribillo: "No puedo compartir tu risa, barco de locos". Pero, volviendo al original, entre los necios que viajan en el barco de Brant est¨¢ ¨¦l mismo, que se pone en primera fila de la galer¨ªa. Su locura es -?atenci¨®n, invisibles e improbables lectores!- la de la biblioman¨ªa. Les transcribo un par de l¨ªneas: "El primer danzante soy en el baile de los necios, pues sin provecho muchos libros tengo, que ni leo ni entiendo". A lo mejor a Pr¨®spero le sucedi¨® lo mismo. Y tambi¨¦n a m¨ª, sin duda. Me extra?a que, ahora que casi todo hace aguas por obra y gracia de los Mercados (que parecen contar con nuestra sumisi¨®n incondicional) no se descuelga alg¨²n novelista con una nueva versi¨®n del viejo motivo.
Frazer
El Fondo de Cultura Econ¨®mica anuncia la publicaci¨®n (octubre) de una nueva versi¨®n abreviada (de la monumental edici¨®n inglesa de 1907-1914 en 12 vol¨²menes) de La rama dorada, de sir James George Frazer, un libro imprescindible que ha influido en la inspiraci¨®n de grandes novelistas (sin ir m¨¢s lejos, en la de Juan Benet, cuyo Sa¨²l ante Samuel le debe casi tanto como a la Biblia). La nueva edici¨®n restituye, al parecer, los textos censurados en la de 1922, que es la que hab¨ªa comercializado el FCE. En ella se habla tambi¨¦n de magos y magias ("homeop¨¢ticas" y "contaminantes", seg¨²n la c¨¦lebre distinci¨®n del antrop¨®logo brit¨¢nico). Shakespeare -que dijo casi todo acerca de casi todo lo importante- no tuvo tiempo de leerla. Pero seguro que a ¨¦l tambi¨¦n le habr¨ªa encantado.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.