Yorgos tiene que matar al padre
El descontento social y de su partido acorrala a Papandreu, muy presionado tambi¨¦n por la UE. El l¨ªder griego afronta el reto de desmantelar el Estado social-clientelar que fund¨® su progenitor
Era una imagen habitual. El primer ministro llegaba a un peque?o restaurante familiar del norte de Atenas y antes de comer, siempre pescado, saludaba uno a uno a los clientes. A veces alguien se le acercaba. Charlaban unos minutos y Yorgos Papandreu se quedaba tranquilo, acompa?ado de su mujer o amigos. Pero el l¨ªder griego no ha pasado por ah¨ª en los ¨²ltimos meses. Cuenta un habitual del local que la ¨²ltima vez que lo vio llegaba directo de Bruselas, tras una tensa negociaci¨®n con la UE. Fue durante esos d¨ªas de julio en los que el Gobierno de Atenas se vio obligado a aprobar un duro plan de ajuste que incendi¨® las calles de la capital y dej¨® medio millar de heridos. "Se le ve¨ªa cansado y ya no salud¨® a nadie. Incluso alguien se le acerc¨® para reprocharle algo de una forma un tanto violenta", recuerda el comensal. Desde entonces, los clientes tienen que conformarse con encontrarse de vez en cuando con sus escoltas, que compran comida para llevar.
Aunque ha mejorado en los ¨²ltimos a?os, muchos ciudadanos se burlan de que habla mejor ingl¨¦s que griego
Unos le acusan de haber humillado a Grecia; otros reclaman que avance en las reformas pese a la furia popular
No es extra?o que Papandreu reh¨²ya ahora los lugares p¨²blicos. Su popularidad hace un a?o, despu¨¦s de que Grecia pidiera a la UE y al FMI un pr¨¦stamo de 110.000 millones de euros, era a¨²n bastante alta, por encima del 50%. Pero las tornas han cambiado. La poblaci¨®n, exhausta de recortes, est¨¢ al borde del estallido social. El d¨ªa que no hay una manifestaci¨®n, los sindicatos han convocado una huelga; y la mayor parte del tiempo conviven ambas. Toda la oposici¨®n pide su cabeza. Y su partido se desangra ante unas perspectivas electorales nefastas. Solo le queda una esperanza: esquivar el desastre.
El mismo hombre que recurri¨® a la cultura cl¨¢sica al anunciar que hab¨ªa pedido el rescate a Europa -"avanzamos por un camino dif¨ªcil, una nueva odisea para Grecia. Pero conocemos la ruta hacia ?taca", dijo con gesto solemne el 23 de abril del a?o pasado- podr¨ªa apelar a la mitolog¨ªa para contar su propia historia. Porque hay algo de Edipo en la necesidad de acabar con el Estado hipertrofiado que su padre cre¨® -aunque con la entusiasta contribuci¨®n de casi todos sus sucesores- cuando dirigi¨® el pa¨ªs en los a?os ochenta. La idea de que todo el mundo, sobre todo los amigos, puede obtener un puesto en la Administraci¨®n es uno de los or¨ªgenes de esta tragedia griega. "Tiene rasgos de Edipo, s¨ª. Pero la realidad es m¨¢s profunda a¨²n. Porque estamos ante toda una generaci¨®n que tiene que aniquilar el legado del gigantesco y completamente ineficiente aparato estatal, basado desde sus inicios en relaciones clientelares. Andreas Papandreu destaca como el m¨¢s irresponsable de una larga lista de pol¨ªticos irresponsables del sur de Europa. Sus pol¨ªticas sacaron a muchos griegos de la pobreza, pero pasar¨¢ a la historia por el fracaso en la gesti¨®n de la vida p¨²blica", se?ala el director adjunto del peri¨®dico europe¨ªsta Kathimerini, Nikos Konstantaras. "El hijo es mucho mejor persona que su padre, aunque peor l¨ªder. La tragedia es que si falla, compartir¨¢ con Andreas un lugar oscuro en la historia. Y si tiene ¨¦xito, se redimir¨¢ a s¨ª mismo, pero no a su padre", contin¨²a este periodista, alineado en el bando de los reformistas.
Stefanos Manikas, ministro en la ¨¦poca del tambi¨¦n socialista Kostas Simitis, que ocup¨® cargos relevantes con los dos Papandreu, a?ade m¨¢s argumentos susceptibles de interpretarse en clave freudiana. "Yorgos ten¨ªa una relaci¨®n meramente formal con su padre. Fue su madre la que presion¨® insoportablemente a Andreas, que no hablaba muy bien de las capacidades de su hijo mayor, para que le introdujera en pol¨ªtica. El padre era carism¨¢tico y astuto. Un comunicador por naturaleza. Yorgos es un hombre de consenso por necesidad. Evita los conflictos directos y se vuelve especialmente duro y agresivo cuando siente su hegemon¨ªa amenazada", asegura Manikas.
Andreas, que fue primer ministro en dos ocasiones (de 1981 a 1989 y de 1993 a 1996), s¨ª tiene palabras de cari?o hacia su hijo en el libro Democracia en el punto de mira. Una noche de abril de 1967, despu¨¦s de que la Junta de los Coroneles tomara el poder, un comando militar irrumpi¨® en la casa familiar en busca del padre, que hab¨ªa sido ministro del Gobierno centrista. El l¨ªder de los uniformados amenaz¨® al peque?o Yorgos, de 13 a?os, con pegarle un tiro si no les dec¨ªa su paradero. "Tranquilo, sereno, mi hijo respondi¨®: 'No s¨¦ d¨®nde est¨¢", recordaba el viejo Andreas.
El primero de cinco hijos naci¨® hace 59 a?os en Minnesota, Estados Unidos, donde su padre, forzado por el exilio, daba clases de econom¨ªa. Lleg¨® a Grecia a los ocho a?os, pero tras la ocupaci¨®n del poder por los militares se tuvo que mudar a Suecia y Canad¨¢. De estas salidas forzosas y de la influencia de su madre, la estadounidense Margaret Chant, proceden los problemas de Papandreu con la lengua griega. Al comienzo de su mandato le exasperaban los comentarios sobre su dominio del idioma, que muchos consideraban insuficiente y que daba la impresi¨®n de estar traduciendo constantemente del ingl¨¦s. Pero los mismos que criticaban sus meteduras de pata gramaticales reconocen que en los ¨²ltimos a?os ha hecho un esfuerzo por mejorar su expresi¨®n.
Volvi¨® a Grecia tras la restauraci¨®n de la democracia en 1974 y particip¨® como ministro en Gobiernos presididos por su padre. Pero el momento de la verdad lleg¨® en 2009, cuando gan¨® las elecciones con casi el 44% de los votos y una amplia mayor¨ªa absoluta. El hijo y nieto de primeros ministros cumpl¨ªa as¨ª su destino. "Yorgos se vali¨® de la marca Papandreu para escalar hasta la cima del poder del Pasok (Partido Socialista). Ah¨ª logr¨® el apoyo del sector m¨¢s populista aunque en el fondo lo despreciara. Pero deb¨ªa ser presidente del Pasok y deb¨ªa convertirse en primer ministro. Ha logrado ambas cosas", resume el exministro Manikas.
Fue entonces cuando muchos griegos dejaron de llamarle Yorgakis, diminutivo de su nombre que usaban de una forma cari?osa aunque un tanto condescendiente. Papandreu hab¨ªa conseguido lo que quer¨ªa, pero desde entonces solo ha encontrado disgustos debajo de las alfombras del poder ateniense. Primero fueron las revelaciones de que el anterior Gobierno del conservador Kostas Karamanlis, en el poder desde 2004, hab¨ªa mentido sistem¨¢ticamente sobre los datos que enviaba a Bruselas. El d¨¦ficit de ese a?o no equival¨ªa al 3,7% del PIB como hab¨ªa sostenido el Ejecutivo anterior, sino al 15,4%. Es cierto que el partido de centro-derecha Nueva Democracia no fue el primero en maquillar n¨²meros, pero tambi¨¦n que ellos perfeccionaron esta pr¨¢ctica m¨¢s que nadie. Luego lleg¨® el rescate de mayo de 2010, los sucesivos recortes -menos funcionarios, sueldos y pensiones m¨¢s bajas, muchos m¨¢s impuestos, liberalizaciones que enardecen a ciertos sectores, privatizaciones...-, la indignaci¨®n popular, la ca¨ªda a plomo en las encuestas y la crisis del Pasok, preocupado por la perspectiva de convertirse en un enano pol¨ªtico. "Papandreu dice pertenecer al Pasok reformista. Sin embargo, para obtener el liderazgo del partido en 2007 se apoy¨® en el viejo Pasok. Esta facci¨®n se siente traicionada y bloquea las reformas. B¨¢sicamente, asistimos a una guerra civil: del Pasok contra el Pasok", sintetiza el periodista Pappas Tasos. "Incluso aunque a veces no he estado de acuerdo con el primer ministro, admito que ya era hora de que en Grecia comenzaran a debatirse algunas de las reformas que ¨¦l ha introducido", concede la diputada socialista Eva Kaili, la m¨¢s joven del Parlamento.
Entre tantos motivos de indignaci¨®n, el que quiz¨¢s m¨¢s enardece a los griegos es la evidencia de que tras m¨¢s de un a?o de esfuerzos indecibles, el pa¨ªs se encuentra en una situaci¨®n econ¨®mica peor que cuando la UE y el FMI accedieron a echarle una mano. O ech¨¢rsela al cuello, como sostienen amplios sectores de la sociedad.
"Papandreu nos dijo que ¨ªbamos a recibir el pr¨¦stamo m¨¢s grande de la historia. ?Pero nunca podremos pagarlo! Ahora corta la electricidad a desempleados, enfermos y ancianos. Mientras, los ni?os comienzan las clases sin libros. La democracia-oligarqu¨ªa mata a sus nietos", sintetiza Stathis Stavropoulos, columnista y dibujante de vi?etas del peri¨®dico de izquierdas Eleftherotypia. Tras los ataques que le llueven de todos los frentes, al Gobierno le queda muy poco capital. Los m¨¢s cr¨ªticos le recuerdan que las pol¨ªticas que aplica no tienen nada que ver con el programa con el que gan¨® las elecciones. Y no solo la oposici¨®n exige elecciones anticipadas, sino tambi¨¦n algunos de sus ministros. Una de las inc¨®gnitas es si Papandreu volver¨ªa a presentarse o asumir¨ªa su condici¨®n de cad¨¢ver pol¨ªtico. "Si no trata de renovar mandato, invalidar¨ªa el argumento que us¨® contra el anterior primer ministro, al que acus¨® de huir en un momento cr¨ªtico", responde Tasos. Candidatos a sucederle no le faltan, empezando por su ministro de Finanzas, Evangelos Venizelos, que ya trat¨® de arrebatarle el liderazgo del Pasok en 2007.
En el ¨²ltimo a?o y medio, las decisiones importantes que afectan al pa¨ªs se han tomado m¨¢s en Bruselas y Berl¨ªn que en Atenas. Y ese golpe no ha afectado solo al bolsillo de los ciudadanos, sino a su psicolog¨ªa. Un pueblo orgulloso de su historia milenaria asiste absorto a la creciente p¨¦rdida de soberan¨ªa nacional. "Nos han privado de nuestra dignidad. Podemos soportar la pobreza, pero no la verg¨¹enza", concluye el vi?etista Stavropoulos.
Konstantaras admite la dureza de los recortes, pero tambi¨¦n la imperiosa necesidad de avanzar en las reformas: "Papandreu es el ¨²nico pol¨ªtico con legitimidad para ponerlas en marcha. Por desgracia, siempre ha ido uno o dos pasos por detr¨¢s de los acontecimientos. Pero ahora ya no puede esperar m¨¢s. Afronta el reto m¨¢s grande de un primer ministro griego desde la vuelta de la democracia en 1974: lograr que su partido renuncie a su propia identidad y a los intereses de sus votantes tradicionales y mantenerse firme ante los ataques y la ira popular. La elecci¨®n est¨¢ entre un fracaso espectacular y una supervivencia francamente dif¨ªcil. Papandreu ha demostrado que har¨¢ lo correcto. La cuesti¨®n es si llegar¨¢ a tiempo o no".
Finalmente, el hombre que una vez dijo que quer¨ªa convertir a Grecia en la Dinamarca del sur se enfrenta a un reto mucho mayor que el que nunca pudo prever: lograr que Grecia no cumpla la profec¨ªa que la sit¨²a fuera del euro y evitar as¨ª un terremoto de consecuencias imprevisibles.
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