La sangr¨ªa
Antes, los m¨¦dicos cre¨ªan que drenando la sangre de un paciente pod¨ªan purgar los humores malignos que se pensaba que causaban la enfermedad. En realidad, claro est¨¢, sus sangr¨ªas solo serv¨ªan para debilitar m¨¢s al paciente y hacerlo m¨¢s propenso a sucumbir.
Afortunadamente, los facultativos ya no creen que sangrar a los enfermos vaya a sanarlos. Desgraciadamente, muchos de los responsables de la pol¨ªtica econ¨®mica siguen crey¨¦ndolo. Y la sangr¨ªa econ¨®mica no solo est¨¢ infligiendo un enorme dolor; est¨¢ empezando a debilitar nuestras perspectivas de crecimiento a largo plazo.
Algunos antecedentes: durante el ¨²ltimo a?o y medio, el discurso pol¨ªtico tanto en Europa como en EE UU ha estado dominado por los llamamientos a la austeridad fiscal. Recortando dr¨¢sticamente el gasto y reduciendo los d¨¦ficits, nos dec¨ªan, los pa¨ªses podr¨ªan restaurar la confianza e impulsar la recuperaci¨®n econ¨®mica.
La econom¨ªa necesita ayuda real ahora, no compensaciones hipot¨¦ticas dentro de una d¨¦cada
Y la austeridad ha sido real. En Europa, pa¨ªses con problemas como Grecia e Irlanda han impuesto unos recortes salvajes, al mismo tiempo que pa¨ªses m¨¢s fuertes han impuesto sus propios programas de austeridad m¨¢s suaves. En Estados Unidos, el peque?o est¨ªmulo federal de 2009 se ha evaporado, mientras que los Gobiernos estatales y locales han reducido dr¨¢sticamente sus presupuestos, de modo que, sobre todo, hemos tenido en la pr¨¢ctica un movimiento hacia la austeridad no muy diferente del de Europa.
Sin embargo, por extra?o que resulte decirlo, la confianza no ha aumentado. Por alguna raz¨®n, las empresas y los consumidores parecen mucho m¨¢s preocupados por la falta de clientes y puestos de trabajo, respectivamente, que tranquilizados por la rectitud fiscal de sus Gobiernos. Y el crecimiento parece estar estanc¨¢ndose, mientras que el paro sigue desastrosamente alto a ambos lados del Atl¨¢ntico.
Pero, como dicen los apologistas sobre los malos resultados hasta ahora, ?no deber¨ªamos centrarnos en el largo plazo m¨¢s que en el sufrimiento a corto plazo? En realidad, no: la econom¨ªa necesita ayuda real ahora, no compensaciones hipot¨¦ticas dentro de una d¨¦cada. En cualquier caso, empiezan a surgir pruebas de que los problemas a corto plazo de la econom¨ªa -que ya van por el cuarto a?o y est¨¢n empeorando por centrarnos en la austeridad- se est¨¢n cobrando un precio en las perspectivas a largo plazo tambi¨¦n.
F¨ªjense, en concreto, en lo que le est¨¢ pasando a la base industrial de Estados Unidos. En ¨¦pocas normales, la capacidad industrial crece un 2% o 3% cada a?o. Pero enfrentada a una econom¨ªa persistentemente d¨¦bil, la industria ha empezado a reducir, no a aumentar, su capacidad productiva. En este momento, seg¨²n los c¨¢lculos de la Reserva Federal, la capacidad industrial es casi un 5% m¨¢s baja que en diciembre de 2007.
Lo que esto significa es que, en el caso de que finalmente se inicie una recuperaci¨®n real, la econom¨ªa se topar¨¢ con limitaciones en su capacidad y cuellos de botella en la producci¨®n mucho antes de lo que deber¨ªa. Es decir, la debilidad econ¨®mica, que es en parte consecuencia del recorte presupuestario, est¨¢ causando da?os futuros as¨ª como presentes.
Adem¨¢s, la disminuci¨®n de la capacidad industrial probablemente no sea m¨¢s que el comienzo de las malas noticias. Probablemente se produzcan unas reducciones de la capacidad similares en el sector de los servicios (de hecho, puede que ya est¨¦n produci¨¦ndose). Y con un paro de larga duraci¨®n que ha alcanzado su tasa m¨¢s alta desde la Gran Depresi¨®n, existe un riesgo real de que muchos de los desempleados lleguen a ser considerados imposibles de emplear.
Ah, y las peores consecuencias de esos recortes del gasto p¨²blico est¨¢n recayendo en la educaci¨®n. Por alguna raz¨®n, despedir a cientos de miles de profesores no parece una buena manera de conquistar el futuro.
De hecho, cuando se combina la evidencia cada vez mayor de que la austeridad fiscal est¨¢ minando nuestras perspectivas futuras con los tipos de inter¨¦s baj¨ªsimos de la deuda p¨²blica de EE UU, resulta dif¨ªcil no llegar a una conclusi¨®n sorprendente: es muy probable que la austeridad presupuestaria sea contraproducente incluso desde un punto de vista puramente fiscal, porque un crecimiento futuro menor equivale a una recaudaci¨®n fiscal m¨¢s baja.
?Qu¨¦ deber¨ªa estar sucediendo? La respuesta es que necesitamos un importante impulso para poner la econom¨ªa en movimiento, no en alguna fecha futura, sino ya. De momento, necesitamos m¨¢s gasto gubernamental, no menos, respaldado por unas pol¨ªticas agresivamente expansivas por parte de la Reserva Federal y sus hom¨®logos extranjeros. Y no son solo los economistas intelectualoides los que dicen esto; los l¨ªderes empresariales como Eric Schmidt, de Google, est¨¢n diciendo lo mismo, y el mercado de los bonos, al comprar deuda estadounidense a unos intereses tan bajos, est¨¢ de hecho suplicando una pol¨ªtica m¨¢s expansiva.
Y para ser justos, algunos actores pol¨ªticos parecen captarlo. El nuevo plan de empleo del presidente Obama es un paso en la direcci¨®n correcta, en tanto que algunos miembros directivos de la Reserva Federal y el Banco de Inglaterra -aunque no, es triste decirlo, del Banco Central Europeo- han estado pidiendo pol¨ªticas mucho m¨¢s orientadas al crecimiento.
Lo que realmente necesitamos, sin embargo, es convencer a un n¨²mero considerable de personas con poder o influencia pol¨ªticos de que se han pasado el ¨²ltimo a?o y medio yendo justamente en la direcci¨®n equivocada, y de que tienen que dar media vuelta.
No va a ser f¨¢cil. Pero hasta que demos esa media vuelta, la sangr¨ªa -que est¨¢ debilitando ahora nuestra econom¨ªa y minando su futuro al mismo tiempo- continuar¨¢. -
Paul Krugman es profesor de la Universidad de Princeton y premio Nobel 2008. Traducci¨®n de News Clips.
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