Yemen, en ca¨ªda libre
El regresado Saleh debe abandonar ya el poder para evitar una guerra civil en el pa¨ªs ¨¢rabe
El inesperado retorno del presidente yemen¨ª a su pa¨ªs introduce un nuevo e inquietante factor en el tr¨¢nsito de Yemen desde una revoluci¨®n popular estancada hacia la guerra civil. Pocos cre¨ªan que el dictador Al¨ª Abdal¨¢ Saleh -33 a?os en el poder- regresar¨ªa de la vecina Arabia Saud¨ª tras sobrevivir al ataque contra su palacio en junio.
Descoyuntado por viejas rebeliones en el norte y el sur, Yemen ha avanzado en estos tres meses hacia la desintegraci¨®n. Lo que comenz¨® siendo otra revuelta popular por la dignidad y la libertad se ha transformado en un enfrentamiento m¨²ltiple, que solo en la semana que acaba ha dejado alrededor de cien muertos. A la irreprochable revoluci¨®n de la calle, impulsada b¨¢sicamente por los j¨®venes, se ha ido superponiendo una espuria lucha entre facciones castrenses y civiles de la ¨¦lite yemen¨ª, clanes y tribus que ven la oportunidad de alzarse con el poder en medio del caos. En el pa¨ªs m¨¢s pobre del mundo ¨¢rabe hablan hoy las armas pesadas de los militares leales a Saleh, las del general pasado a la oposici¨®n Al¨ª Moshin y las del poderoso clan Ahmar, que tambi¨¦n abandon¨® al presidente. Una mezcla explosiva de ambici¨®n y dinero.
Lo que ocurra finalmente en Yemen,donde la ONU asegura que el Gobierno ha perdido el control efectivo de varias zonas del pa¨ªs, tiene la importancia a?adida de su situaci¨®n, junto a los yacimientos del Golfo y en las rutas petroleras de los mares Rojo y Ar¨¢bigo. Y el hecho clave de ser el fort¨ªn de una de las ramas m¨¢s activas de Al Qaeda. Por este motivo (el terrorismo islamista), Occidente, con EE UU a la cabeza y el apoyo decisivo del r¨¦gimen absolutista saud¨ª, mentor de Saleh, se ech¨® en brazos del d¨¦spota yemen¨ª (con armas y entrenamiento militar) a cambio de su imposible promesa de controlar al yihadismo.
En este contexto, la llamada al alto el fuego de Saleh, a su regreso, es un gesto de supremo oportunismo. El presidente yemen¨ª, que por tres veces ha rehusado abandonar el poder a cambio de inmunidad -seg¨²n el plan trazado en marzo por los pa¨ªses del Golfo y respaldado por las potencias occidentales- ha tenido tiempo sobrado para frenar la ca¨ªda libre de su pa¨ªs. En el abismo actual, la ¨²nica actitud posible es su renuncia inmediata, como le ha pedido Washington, para facilitar una salida que evite un definitivo ba?o de sangre en Yemen.
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