Un mandato cuyo juicio requiere tiempo
El 9 de mayo de 2010 marc¨® decisivamente la trayectoria pol¨ªtica del presidente Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero. Aquella noche, Zapatero sigui¨® desde la Moncloa las vicisitudes de la reuni¨®n del Ecofin, donde la vicepresidenta econ¨®mica, Elena Salgado, que representaba a Espa?a, se ve¨ªa forzada, por vez primera desde el inicio de la crisis, a adoptar medidas dr¨¢sticas de austeridad para evitar una intervenci¨®n de la econom¨ªa espa?ola. Si aquella noche Zapatero hubiera decidido dimitir antes que firmar la congelaci¨®n de pensiones y la bajada de sueldos de los empleados p¨²blicos -parte de las medidas dr¨¢sticas y urgentes que se vio obligado a tomar-, probablemente hoy ser¨ªa un icono de la izquierda. Y, muy posiblemente, los errores que ¨¦l mismo ha reconocido -no haber visto a tiempo la magnitud de la crisis ni haber pinchado la burbuja inmobiliaria- hubieran quedado diluidos.
Muchos seguidores de Zapatero opinan que debi¨® haber dimitido en 2010
El presidente vive obsesionado desde hace un a?o con evitar la intervenci¨®n
Cuando, en sus ¨¢mbitos m¨¢s pr¨®ximos, se le ha preguntado a Zapatero si aquella noche pens¨® en dimitir en alg¨²n momento o, incluso, si no se ha arrepentido posteriormente de no haberlo hecho, ha contestado que hubiera sido una aut¨¦ntica irresponsabilidad irse en aquel momento.
Pero el hecho es que desde que tom¨® aquella decisi¨®n, la imagen de Zapatero se vino abajo de manera imparable en las encuestas, al perder el apoyo expl¨ªcito de los sindicatos y de una parte muy importante de su base social. La ca¨ªda fue de tal magnitud que tuvo que precipitar el anuncio de su intenci¨®n de no presentarse a las pr¨®ximas elecciones generales, ceder por el tr¨¢mite de urgencia liderazgo socialista a Alfredo P¨¦rez Rubalcaba, adelantar tres meses las elecciones y desaparecer pr¨¢cticamente de la escena.
Quedaba atr¨¢s el sue?o, que tampoco logr¨® Felipe Gonz¨¢lez, de legar a su sucesor el suelo de su base social y sindical. A¨²n confiaba en ello en plena crisis, en septiembre de 2009, cuando acudi¨®, por ¨²ltima vez, a las campas de Rodiezmo, tras un verano en el que, tambi¨¦n por ¨²ltima vez, se aline¨® con los sindicatos en una sonada disputa con la CEOE a cuenta de la reforma laboral. Y quedaba tambi¨¦n atr¨¢s su sue?o de proceder a un pausado relevo generacional.
Para muchos de sus seguidores, el Zapatero que retir¨® las tropas de Irak; que arriesg¨® en el di¨¢logo con ETA y cuyo ¨¦xito estrat¨¦gico est¨¢ a la vista; que arriesg¨® en pol¨ªtica territorial, con mucha menos fortuna, y que ampli¨® los derechos sociales y civiles, situ¨¢ndose a la vanguardia de Europa, ten¨ªa que haber dimitido la noche del 9 de mayo de 2010 por "coherencia" con su trayectoria anterior.
Por eso, los l¨ªderes sindicales y muchos militantes de izquierda hablan de dos zapateros. "Soy el mismo ante circunstancias distintas", respondi¨® a esa cuesti¨®n, el pasado 28 de agosto, en el debate en el que anunci¨® la reforma constitucional.
Cuando dec¨ªa que era el mismo, asum¨ªa la compatibilidad entre adoptar las medidas progresistas de su primera etapa y medidas impopulares, que nunca pens¨® que pudiera adoptar, al seguir las pautas de austeridad de una Uni¨®n Europea, acosada por la crisis. La tragedia de Zapatero ha sido precisamente vivir la paradoja de ser el presidente m¨¢s progresista de la democracia al que le ha correspondido adoptar unas medidas impopulares, en las que nunca pens¨®, al haberle tocado en suerte la recesi¨®n econ¨®mica m¨¢s grave en 80 a?os.
En su respuesta a la crisis, Zapatero ha visto diluirse su perfil en las decisiones de una Uni¨®n Europea desva¨ªda y dirigida por Alemania y Francia. Suele decir que la inmensa mayor¨ªa de las medidas que ha adoptado son las mismas que los dem¨¢s pa¨ªses de la UE. Los que le acusan de todos los desastres posibles, si mirasen a otros pa¨ªses europeos, ver¨ªan que las medidas se repiten.
Por eso la segunda legislatura de Zapatero necesita tiempo para ser juzgada con ecuanimidad. Por eso y porque la crisis a¨²n est¨¢ lejos de ser superada. Y, adem¨¢s, porque el an¨¢lisis tendr¨¢ que ser global, pues Zapatero ha quedado enredado, como la socialdemocracia en su conjunto, en la misma telara?a que el euro ha construido en Europa y que se est¨¢ llevando por delante a todos sus gobernantes.
El hecho es que Zapatero, desde que vio el abismo por vez primera aquella noche del 9 de mayo de 2010, no ha tenido otra obsesi¨®n que evitar la intervenci¨®n econ¨®mica de Espa?a. Eso, y tratar de mantener en lo posible la cohesi¨®n social. La factura que el Estado paga a los parados en esta crisis es hist¨®rica. Y Zapatero podr¨¢ anotar en su haber el r¨¦cord de una baja conflictividad social, pese a tener m¨¢s de cuatro millones y medio de parados.
La consecuencia de la crisis es que las principales leyes sociales previstas para la segunda legislatura ni las ha abordado, como la profundizaci¨®n en la laicidad, o no le ha dado tiempo a tramitarlas por el adelanto electoral, como la ley de muerte digna.
Ha sido la crisis la que ha podido con Zapatero, no la derecha pol¨ªtica y medi¨¢tica, que desde el comienzo plane¨® una estrategia de la crispaci¨®n para acabar con ¨¦l, que empez¨® por no reconocer la legitimidad de su victoria en 2004 al lanzar sombras de sospecha sobre el PSOE en torno al atentado del 11-M.
La derecha pol¨ªtica y medi¨¢tica no pudo con el Zapatero de la primera legislatura, el pol¨ªtico reformista y entusiasta, que dec¨ªa aquello de "no sab¨¦is lo que se puede hacer con el BOE" y que trataba de zanjar las asignaturas pendientes de la Transici¨®n, como el terrorismo de ETA. Es verdad que le complicaron el proceso de reforma del Estatuto de Catalu?a, donde cometi¨® el error de permitir la apertura de un debate con unas expectativas que no pod¨ªan cumplirse.
Pero no pudo impedir que sacara adelante la Ley de la Memoria; que, finalmente, el proceso de di¨¢logo con ETA se convirtiera en un acierto estrat¨¦gico, que nos ha acercado hoy al final de la violencia, un hecho muy importante e insuficientemente reconocido, y que aprobara un elenco de leyes sociales y de ampliaci¨®n de derechos que hasta sus rivales casi ni discuten. Y que, despu¨¦s de ello, ganara en las urnas en marzo de 2008.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.