La madurez demasiado asumida
"Anda George Michael presumiendo de que, a sus flamantes 48 a?os, ha entrado en esa edad madura en la que los hombres se vuelven irresistiblemente atractivos entre los jovenzuelos..."
Anda George Michael presumiendo de que, a sus flamantes 48 a?os, ha entrado en esa edad madura en la que los hombres se vuelven irresistiblemente atractivos entre los jovenzuelos. Hace bien el autor de Faith en publicitar su candidatura, confirmada ya su separaci¨®n de Kenny Goss. Pero hace mejor a¨²n asumiendo su momento vital y alej¨¢ndose de aquel bailoteo l¨²brico y hedonismo con aroma a salitre que en los ochenta le convirti¨® en multimillonario y hoy le har¨ªa parecer probablemente rid¨ªculo.
Michael ha decidido reconvertirse por la v¨ªa orquestal, como sus ilustres paisanos Sting y Peter Gabriel. En tales circunstancias, con 41 m¨²sicos circunspectos y enlutados a su alrededor y las entradas a 75 euros, es muy probable que Georgios Kyriacos Panayiotou no encuentre al chico de sus sue?os entre las primeras filas de esta gira europea de Symphonica. Pero tambi¨¦n es indudable que nuestro figur¨ªn grecobrit¨¢nico, impecable con su traje oscuro, nos gusta mucho m¨¢s sobre los escenarios que estampanando su coche contra un escaparate londinense, como a estas alturas del a?o pasado.
Reconvertido por la v¨ªa orquestal, se ha alejado del bailoteo de los ochenta Le sobran m¨²sicos y arreglos por todas partes, as¨ª como efectos en el micro
La confianza en este prop¨®sito de enmienda alent¨® el ambientazo de anoche en el Palacio de Deportes, con el papel agotado desde semanas atr¨¢s. Por eso casi nadie se impacient¨® con el retraso de media hora y el pabell¨®n salud¨® con fervor la salida del ¨ªdolo, por mucho que una balada tan melosa como Through no parezca la mejor idea para una apertura.
La aventura orquestal de Michael se antoja tan extra?a como la disposici¨®n desordenada de su orquesta. El repertorio conjuga originales que casi nunca fueron ¨¦xitos con una selecci¨®n igualmente at¨ªpica de temas prestados. Entre los primeros, congratula recuperar el majestuoso Cowboys and angels, joya oculta en aquel minusvalorado Listen without prejudice (1990) y, quiz¨¢, de las tres o cuatro mejores piezas de su autor. En cuanto a los segundos, hay cl¨¢sicos infalibles con ocho d¨¦cadas a sus espaldas (Brother can you spare a dime) o una valiente reconciliaci¨®n con Elton John a trav¨¦s de uno de esos temas rec¨®nditos, Idol (de Blue moves, 1976), con el que m¨¢s de uno dejar¨ªa de tom¨¢rselo a chiste. A cambio, encontramos tambi¨¦n alguna que otra elecci¨®n inescrutable, como la de Let her down easy. ?Cu¨¢ntos terr¨ªcolas se acordaban a estas alturas de Terence Trent d'Arby?
El problema de tantos encontronazos con la justicia es que Michael solo ha encontrado tiempo para grabar un ¨¢lbum en lo que llevamos de siglo, Patience, y t¨ªtulos como John and Elvis are dead se encargaron de recordarnos ayer que nos aburri¨® much¨ªsimo. Ah, la in¨¦dita balada a su ex (Where I hope you are) es tan convencional y anodina que m¨¢s bien parece una venganza.
En consecuencia, nuestro protagonista ha de rebuscar en su cancionero a?ejo y recurrir a la p¨®lvora ajena con mentalidad ecl¨¦ctica. En My baby just cares for me repite la travesura de sustituir la sonrisa original de Lana Turner por la de Ricky Martin. Y los gui?os arco¨ªris se prolongan con una versi¨®n algo atildada de Going to a town, de Rufus Wainwright, m¨¢s pomposa de lo necesario y con unos coros al borde del g¨®spel. Pero a su creador, maravilloso pregonero de la hip¨¦rbole, puede que le agrade.
Mejor se antoja la idea de homenajear a los ¨¢ngeles dolorosamente ca¨ªdos (Love is a losing game, de Amy Winehouse) o retomar los originales de intencionalidad m¨¢s jazz¨ªstica, como el estupendo Kissing a fool. A Michael le podremos aplaudir que haya asumido su edad sin traumas pero, en su empe?o por volverse serio y responsable, queda la duda de si no estar¨¢ sobreactuando. Porque, espl¨¦ndido a¨²n de voz, a nuestro hombre le sobran m¨²sicos y arreglos por todas partes (por supuesto, tambi¨¦n los efectos en su micr¨®fono, particularmente enojosos en True faith, de New Order). Y le habr¨ªamos agradecido algo m¨¢s de calorcito, de expresividad desnuda, de coraz¨®n abierto. Seguro que as¨ª le encontrar¨ªamos, a sus 48 a?os, todav¨ªa m¨¢s seductor.
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