L¨ªneas rojas en la pol¨ªtica cient¨ªfica
Las noticias recientes sobre la crisis del Centro de Investigaci¨®n Pr¨ªncipe Felipe (CIPF) nos apenan y nos averg¨¹enzan. Este centro naci¨®, seg¨²n sus promotores y gestores, como un centro de referencia para la investigaci¨®n biom¨¦dica en la Comunidad Valenciana. De acuerdo con ello, el centro se benefici¨® desde un principio de una financiaci¨®n ins¨®lita en el campo de la biomedicina por estas latitudes. Sus cient¨ªficos dispusieron de instalaciones excelentes y fondos generosos para la adquisici¨®n de materiales y contrataci¨®n de personal, no sujetos a concurrencia competitiva con otros cient¨ªficos, algo poco usual en este pa¨ªs. Sin embargo, esta apuesta de las autoridades auton¨®micas por la investigaci¨®n biom¨¦dica parec¨ªa ponernos en el mapa de la investigaci¨®n por el mismo procedimiento seguido en otros ¨¢mbitos: la pol¨ªtica de grandes eventos. Hay otros ejemplos de que la ciencia no se escapa de esta estrategia pol¨ªtica miope. No se puede negar que, a corto plazo, los r¨¦ditos propagand¨ªsticos para los pol¨ªticos de turno suelen ser abundantes. De paso, la ciencia viene a ocupar m¨¢s espacio en los medios de comunicaci¨®n. Sin embargo, cualquier pol¨ªtica cient¨ªfica sensata se ha de basar en la evaluaci¨®n de los resultados difundidos por otro tipo de medios, las revistas cient¨ªficas y los registros de patentes. Para ello es imprescindible que los pol¨ªticos se retiren del primer plano una vez inaugurado el instituto de investigaci¨®n y se preocupen de que los medios sean los adecuados, de ejercer un control eficaz del gasto y de evaluar el rendimiento cient¨ªfico que este produce.
Se hace prevalecer el mercantilismo m¨¢s rampl¨®n sobre lo acad¨¦mico
Por desgracia, no fue esta la pol¨ªtica seguida con el CIPF. Desde su nacimiento fue un centro demasiado politizado, empezando por el papanatismo de su sorprendente nombre, pues lo normal es que la denominaci¨®n del instituto indique a qu¨¦ ¨¢rea cient¨ªfica se dedica. Mientras dur¨® la bonanza econ¨®mica la politizaci¨®n no ocasion¨® m¨¢s que trifulcas entre diferentes personajes que trataron de sacar el m¨¢ximo partido de esta gallina de los huevos de oro. Pero cuando el sistema econ¨®mico imperante se tambale¨® y las cajas estuvieron vac¨ªas, los pol¨ªticos empezaron a olvidar las antiguas prioridades y algo tan elemental como el hecho de que la inversi¨®n en investigaci¨®n nos prepara mejor para el futuro. La reducci¨®n por parte de la Consejer¨ªa de Sanidad en dos a?os de casi un 80% del presupuesto ordinario del centro lo hace insostenible. Pero los criterios de algunos de los reajustes nos dejan at¨®nitos, pues se hace prevalecer el mercantilismo m¨¢s rampl¨®n sobre lo acad¨¦mico. La muestra m¨¢s lamentable de esta situaci¨®n ha sido el ensa?amiento con los m¨¢s d¨¦biles del sistema: el despido de seis becarios a los dos a?os de empezar su tesis doctoral. Los gestores del CIPF quiz¨¢ ignoran que han traspasado una de las l¨ªneas rojas que una instituci¨®n cient¨ªfica nunca deber¨ªa haber cruzado. Los becarios doctorales son estudiantes que se est¨¢n formando como investigadores mediante la realizaci¨®n de su tesis. Cuando se les concede una beca o contrato de investigaci¨®n se establece el compromiso (as¨ª se reconoce en el estatuto del becario de 2006) de suministrarles los medios para que puedan llevar a cabo su formaci¨®n. Hasta ahora, este compromiso siempre ha sido respetado en Espa?a. No conocemos precedentes de una instituci¨®n, ni p¨²blica ni privada, que de forma unilateral y por causas totalmente ajenas al becario, rescinda su beca o contrato. Estos investigadores en formaci¨®n ven truncada su carrera cient¨ªfica sin m¨¢s culpa que el haber tenido la desgracia de que su beca fuera parte de esa financiaci¨®n extraordinaria, basada m¨¢s en los volubles intereses de los pol¨ªticos que en un aut¨¦ntico prop¨®sito de fomento de la ciencia biom¨¦dica. Los becarios afectados son estudiantes de programas de doctorado. Cuatro de ellos est¨¢n adscritos al Departament de Bioqu¨ªmica i Biologia Molecular de la Universitat de Val¨¨ncia, del cual somos nosotros profesores. Creemos pues que es nuestro deber denunciar p¨²blicamente la irresponsable actuaci¨®n de un centro que se reclama de excelencia y que, sin embargo, no es capaz de comportarse no ya de forma excelente, sino ni siquiera normal, con las personas que confiaron en que iban a empezar su carrera cient¨ªfica en el "centro de referencia de la investigaci¨®n biom¨¦dica" valenciana.
(*) Mariela G¨®mez Garc¨ªa es directora del Departament de Bioqu¨ªmica i Biologia Molecular. Tambi¨¦n firman esta tribuna Francisco Estruch Ros, director del Programa de Doctorado Biotecnolog¨ªa; J. Enrique O'Connor Blasco, director del Programa de Doctorado Bioqu¨ªmica y Biomedicina; Jos¨¦ E. P¨¦rez Ort¨ªn, tutor de estudiantes del programa de doctorado, y Juli Peret¨® Magraner, exvicerrector de Investigaci¨®n de la Universitat de Val¨¨ncia.
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