D¨¦ficit y recortes
Aunque parezca mentira hay que recordar que el d¨¦ficit y la deuda aparecen cuando los ingresos quedan por detr¨¢s de los gastos, y que eso puede suceder porque los gastos crecen, porque los ingresos no lo hacen o bajan, o por una combinaci¨®n de ambas cosas. El Reino de Espa?a ha tenido tradicionalmente una presi¨®n fiscal menor que la media de la Uni¨®n Europea, al comienzo de la crisis la diferencia era del orden de los cinco puntos sobre la media de la Uni¨®n, y de siete sobre la media de los pa¨ªses del euro. Lo que significa un ingreso p¨²blico que se mueve, seg¨²n el caso, entre algo m¨¢s de 50.000 millones y algo menos de 80.000 millones al a?o, de ingresos que faltan. Al mismo tiempo el gasto social del Reino de Espa?a (pensiones, protecci¨®n social, vivienda, ense?anza y sanidad) se sit¨²a entre cinco y siete puntos por debajo de la media de la Uni¨®n, no menos de 50.000 millones al a?o. Como, salvo las pensiones, los responsables de los servicios que est¨¢n financiados por debajo de la media son los gobiernos regionales, el peso de esa subfinanciaci¨®n recae sobre los mismos, constante todo lo dem¨¢s.
Aut¨®nomos, directivos y empresarios declaran rentas inferiores a las de los asalariados
Una de las consecuencias de la crisis ha sido el derrumbamiento de la presi¨®n fiscal, consecuencia de un sistema fiscal mal dise?ado. No es que al decrecer la actividad econ¨®mica los ingresos p¨²blicos bajen, que tambi¨¦n, es que al contar con un sistema fiscal que nutre mal, la recaudaci¨®n cae mucho m¨¢s que la actividad econ¨®mica. De una presi¨®n fiscal situada en el entorno del 40% hemos pasado a otra que se halla en el entorno del 33%, en globo algo menos de 80.000 millones al a?o de ingresos p¨²blicos. En Alemania cay¨® un punto. Si nuestro sistema fiscal fuera similar al germano, el d¨¦ficit del Estado ser¨ªa casi inexistente, y el del conjunto de las administraciones p¨²blicas andar¨ªa por el 4% o algo m¨¢s. El sistema est¨¢ tan mal dise?ado que en un a?o, este, en el que los beneficios empresariales crecen, la recaudaci¨®n del impuesto de sociedades cae. Eso s¨ª, el IRPF se ha convertido en un impuesto sobre el rendimiento del trabajo personal, el IVA est¨¢ por debajo de la media, y lo mismo sucede con los impuestos especiales, el tipo efectivo (el nominal es literatura) del de sociedades est¨¢ pr¨®ximo al 12% irland¨¦s y vivimos en un pa¨ªs en el que, oficialmente, aut¨®nomos, profesionales, directivos y empresarios declaran rentas medias inferiores a la renta per c¨¢pita e incluso a las de los asalariados. El nombre de la crisis de las finanzas p¨²blicas es: debilidad fiscal.
No nos debe extra?ar que los sondeos muestren que la opini¨®n de los ciudadanos sobre el sistema fiscal sea la que es: es injusto, grava m¨¢s a los pobres que a los ricos, tolera el fraude y la elusi¨®n fiscal, etc. Ni que, cuando en sondeo ad hoc, se les pregunta si estar¨ªan dispuestos a pagar m¨¢s por tener mejores servicios la respuesta sea mayoritaria o casi mayoritariamente positiva, sin que haya grandes diferencias entre el electorado popular y el socialista, que, por materias, s¨®lo se diferencian por la mayor proclividad de los conservadores al gasto en defensa y su mayor hostilidad al endeudamiento p¨²blico.
La insuficiencia del gasto social es una de las consecuencias de esa debilidad fiscal, y esa insuficiencia es particularmente gravosa para las Comunidades Aut¨®nomas, no s¨®lo porque son responsables de la mayor¨ªa del mismo, sino tambi¨¦n porque estas viven casi excluidamente de las transferencias estatales y tanto estas como su propia fiscalidad dependen en muy alto grado de la construcci¨®n y del consumo interno, ambos en regresi¨®n.
Cuando llega la hora de las rebajas los gobiernos regionales se ven atrapados: como los ingresos menguan hay que actuar, pero el grueso de los gastos se va en tres partidas: protecci¨®n social, ense?anza y sanidad, que, de media, supon¨ªan en 2008 el 64,1% del presupuesto inicial. El margen que se tiene para sanear recurriendo exclusivamente a la disminuci¨®n del gasto es reducido, porque, s¨ªmbolos aparte, no hay mucho margen en el caso de los gastos corrientes. Si casi dos tercios del gasto es gasto social resulta obvio que, si se desea ahorrar recurriendo s¨®lo a la reducci¨®n del gasto, "tocar" ense?anza, sanidad y servicios sociales es inevitable. Naturalmente, como se trata de servicios intensivos en personal, y muy valorados por la opini¨®n p¨²blica, meter la tijera en los mismos, de modo notable y sostenido viene a ser pol¨ªticamente t¨®xico. El regalo envenenado que las elecciones de mayo le hicieron al PP empieza a salir a la superficie. En los casos, como el nuestro, en los que el sistema de financiaci¨®n, muy mal negociado por el gobierno anterior, nos perjudica seriamente, el problema es a¨²n m¨¢s serio. No se puede seguir viviendo de las transferencias de pap¨¢ Estado.
La l¨®gica indica que si no es factible conseguir un recorte importante sin correr riesgos pol¨ªticos serios, la necesaria pol¨ªtica de austeridad debe complementarse con una mejora del ingreso mediante una reforma a fondo del sistema fiscal, mientras esa no llega los gobiernos regionales tienen poco margen de maniobra, pero lo tienen. Lo que ocurre es que usarlo les introduce en el peligroso mundo de la disciplina fiscal. Ese margen pasa por recuperar los ingresos de los impuestos cedidos que se ha liquidado (patrimonio, sucesiones) y usar de su propio poder fiscal bien sea recurriendo a tasas propias (donde no hay mucho que rascar) bien sea suprimiendo desgravaciones y estableciendo recargos sobre los impuestos estatales (donde s¨ª hay margen). Pero eso implica un riesgo pol¨ªtico no desde?able: ingresos significativos por esa v¨ªa s¨®lo se pueden obtener gravando a los muy influyentes sectores sociales de mayor renta, y, para el caso del PP, supone dejar de lado uno de sus lemas favoritos: la receta m¨¢gica de la bajada de impuestos. Convertirse en prisionero de la leyenda urbana de la econom¨ªa de la oferta tiene esas consecuencias.
A la postre el principio de realidad se acaba imponiendo: sea cual sea el resultado de las urnas, el d¨ªa 20 de noviembre los gobernantes nacionales y regionales necesitan aumentar el ingreso, y van a subir los impuestos. La pelea va a estar en qu¨¦ medida los barones regionales van a poder endosarle la papeleta al Gobierno nacional, y en qu¨¦ medida este va a ser capaz de imponer el reparto de tan amarga medicina. Si yo fuera el se?or Fabra o don Mariano Rajoy elevar¨ªa preces para que la propuesta Rubalcaba de recuperar el impuesto sobre el patrimonio tenga ¨¦xito, un sapo menos, y si, adem¨¢s, la subida afecta a las clases medias, mejor. A la postre todos van a seguir la senda del candidato socialista y del presidente Monago. Al tiempo.
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