Heroicos y afortunados
El intenso dramatismo alcanz¨® su punto culminante cuando Iv¨¢n Fandi?o se volc¨® materialmente sobre el morrillo del quinto de la tarde y al tiempo que cobr¨® una estocada hasta la bola sali¨® empitonado por los aires en una voltereta tremenda, y, ya en la arena, el toro lo busc¨® con sa?a en unos instantes interminables. Mientras un capote milagroso alejaba al animal, las asistencias acud¨ªan en auxilio del torero, que parec¨ªa seriamente da?ado. Se levant¨® desmadejado y renqueante, con las manos en la cabeza, donde hab¨ªa recibido un fuerte golpe, mientras el toro se desplomaba sin puntilla, lo que pareci¨® servirle de b¨¢lsamo a Fandi?o, que levant¨® los brazos en se?al de victoria, mientras la plaza, puesta en pie, le rend¨ªa honores de h¨¦roe. Sonriente y feliz, pase¨® una oreja mientras mostraba el pantal¨®n vaquero totalmente manchado de sangre y arena; s¨ª, vaquero, porque la taleguilla de luces se la destroz¨® el segundo de la tarde al voltearlo al hacer un quite por ajustad¨ªsimas gaoneras; y a¨²n hubo otra cogida, en su primero, al citar por apretadas chicuelinas, de la que sali¨® indemne al hacerse ¨¦l mismo el quite con su capote. Al final, su imagen era la de un ecce homo. La imagen de un h¨¦roe afortunado.
As¨ª las cosas, David Mora no quiso quedarse atr¨¢s. Cuando sali¨® el sexto, el m¨¢s serio de toda la infumable corrida de Gavira, parec¨ªa tener claro que aquella moneda era a cara o cruz; sobre todo, despu¨¦s de que su actuaci¨®n carec¨ªa de gloria hasta el momento, a pesar de su manifiesta voluntad. Y decidi¨® jug¨¢rsela. Como hacen los grandes. Lo veronique¨® con decisi¨®n; lo cit¨®, despu¨¦s, por apretadas gaoneras. Brind¨® a Fandi?o, quien a su vez le hab¨ªa brindado a ¨¦l su primer toro, y cit¨® desde el centro del anillo. El animal acudi¨® con violencia, y, al tercer muletazo con la mano derecha, lo enganch¨® y se lo colg¨® del pit¨®n, con tan buena fortuna que no le hizo ni un rasgu?o. Otro afortunado. Lejos de amilanarse, Mora le plant¨® cara a un toro sin clase, ni recorrido, peligroso y deslucido, que aceptaba el primer cite, miraba con descaro en el segundo y pretend¨ªa prender al torero en el tercero. As¨ª fue toda la pelea, de peligro constante e inminente entre un marrajo y un torerazo que trag¨® lo que parec¨ªa imposible. Se perfil¨® con aparente parsimonia y dej¨® una estocada en todo lo alto que supuso un verdadero alivio para todos, y, se supone, que, especialmente, para un agigantado David Mora, que se puso a la altura su compa?ero.
?As¨ª se viene a Madrid...! Como ayer se presentaron Fandi?o y Mora. Con ilusi¨®n desbordante, con esp¨ªritu de lucha, en la b¨²squeda del triunfo sin trampa ni cart¨®n, a jugarse la vida de verdad a riesgo de perderla.
La corrida de toros no sirvi¨® por su mansedumbre y mala clase, pero se palpa cuando en el ruedo hay toreros de verdad. Fandi?o solo pudo mostrar valent¨ªa y decisi¨®n en sus dos primeros toros, sos¨ªsimos y anodinos. Ese quite por chicuelinas que le cost¨® la primera voltereta fue su m¨¢s fiel tarjeta de presentaci¨®n. Y decidi¨® triunfar en el quinto, con toro o sin toro, pero triunfar. Pesaba 626 kilos, era un manso de libro que huy¨® despavorido de los caballos, y lleg¨® a la muleta huyendo de su propia sombra. Fandi?o plant¨® las zapatillas en la arena, lo embarc¨® en la muleta y lo oblig¨® a embestir. La faena fue larga, intermitente, y desbord¨® emoci¨®n por los cuatro costados. Antes del estoconazo termin¨® con unas manoletinas muy ce?idas, que fueron otra muestra de su actitud valerosa, pundonor y entrega.
Igual suerte corri¨® Mora en sus primeros toros. Recibi¨® a su primero con una larga cambiada de rodillas en los medios y unas ver¨®nicas electrizantes. Y lo intent¨® sin ¨¦xito porque ese toro era un buey desganado. Tampoco tuvo suerte con el cuarto, un inv¨¢lido birrioso. Pero lleg¨® el dificultoso sexto y emergi¨® el h¨¦roe.
?Qu¨¦ pena que pronto -porque se lo merecen- Fandi?o y Mora adquieran la consideraci¨®n de figuras...! No ser¨¢n los mismos. Lo bonito es el dificultoso ascenso. Cuando est¨¢s arriba puede que importe m¨¢s el director de la sucursal bancaria que la heroicidad de una tarde como la de ayer. Cuando est¨¢s arriba, solo te queda bajar. Pero mientras no llegue ese momento se podr¨¢ disfrutar con la raza, la ciencia, el poder, la personalidad y la torer¨ªa de gente tan extraordinaria como Iv¨¢n Fandi?o y David Mora.
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