Recortes y pacto fiscal
CiU presenta el concierto econ¨®mico como ¨²nica salida a su actual pol¨ªtica de tijeretazos sociales
El debate de pol¨ªtica general que el pasado viernes concluy¨® en el Parlamento de Catalu?a ha puesto de relieve la habilidad de Converg¨¨ncia i Uni¨® para sustentar su mayor¨ªa relativa en muletas tan diversas e incluso incompatibles como el Partido Popular y Esquerra Republicana. En el primero se apoya para aplicar su pol¨ªtica de austeridad presupuestaria y recortes sociales, en el segundo para presentar la panacea de estos males: un concierto econ¨®mico similar al vasco o al navarro.
Mientras en la calle crecen las protestas por los recortes en sanidad, en educaci¨®n, en servicios sociales, desde el Gobierno catal¨¢n no cesan de martillear con la idea de que la injusticia desaparecer¨ªa con un concierto econ¨®mico que equilibrara el d¨¦ficit fiscal. Con gran habilidad ret¨®rica, CiU mezcla ambos argumentos, como si uno fuera la soluci¨®n del otro y como si la crisis no afectara a pa¨ªses que son fiscalmente soberanos, como sucede a lo largo de la Uni¨®n Europea. Los nacionalistas catalanes juegan deliberadamente a la ucron¨ªa, como si esto no pudiera suceder con una mejor financiaci¨®n.
CiU vuelve a desempolvar su tradicional recurso victimista como argumento que le permite declararse, a la vez, prisionera de la herencia de d¨¦ficit del tripartito y del actual modelo de financiaci¨®n. Poco importa que el nuevo acuerdo haya aportado en 2009 a Catalu?a 2.421 millones de euros m¨¢s que el anterior -pactado entre CiU y PP- y que el d¨¦ficit heredado del tripartito se deba, en buena medida, a la disminuci¨®n de ingresos v¨ªa impuestos: precisamente el mismo problema al que se est¨¢ enfrentando el Gobierno de Artur Mas para hacer frente a los pagos de septiembre y octubre. El consejero de Econom¨ªa un d¨ªa afirma que la independencia de Catalu?a es desde el punto de vista econ¨®mico perfectamente viable, mientras la v¨ªspera solicita la emisi¨®n de hispabonos por parte de la Administraci¨®n central para todas las comunidades aut¨®nomas.
CiU ha jugado desde la transici¨®n democr¨¢tica a esa doble baraja, al parecer consustancial a su nacionalismo. No obstante, desde que la sentencia del Tribunal Constitucional recort¨® sensiblemente el Estatuto de Catalu?a, el verbo soberanista de la federaci¨®n nacionalista se ha radicalizado. Ah¨ª est¨¢n sus referencias a una transici¨®n catalana cuyo punto de llegada no se concreta y al ejercicio del derecho a decidir, confusas expresiones ambas sobre un futuro que conducir¨ªa a una Catalu?a independiente y cebo electoral para consumo inmediato.
CiU ha encontrado un fil¨®n pol¨ªtico, tal como indican las encuestas de su instituci¨®n demosc¨®pica: el 75% de los catalanes se declara partidario del pacto fiscal, mientras un 42% votar¨ªa por la independencia si se sometiera a consulta. El descontento es un buen caldo de cultivo para fundamentar la hegemon¨ªa de CiU, pero la responsabilidad del gobernante obliga a mantener la cohesi¨®n social y a evitar las aventuras pol¨ªticas, por m¨¢s rentables que parezcan.
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