Suecia acorrala a los clientes de la prostituci¨®n
Los detenidos suman m¨¢s de 3.700 desde 1999 - La pena por comprar sexo se eleva a un a?o de c¨¢rcel, pero se evita con el pago de una multa
El hombre mayor conduce con obcecaci¨®n. Una vuelta, otra, otra m¨¢s. En una hora, su viejo mercedes dobla una decena de veces la esquina roja de Estocolmo, la de las calles M?ster Samuel y Malmskillnad, cerca de la estaci¨®n central de ferrocarril. Tan claro est¨¢ lo que busca como lo que no encuentra: compa?¨ªa femenina de pago. El conductor, un delincuente en potencia -seg¨²n la ley sueca es delito comprar sexo-, fracasa en su intento. Al contrario de otras noches, en las que llega a haber cerca de una decena de mujeres, este viernes solo hay una candidata y se inclinar¨¢ por el conductor de un utilitario. La esquina quedar¨¢ vac¨ªa.
La prostituci¨®n callejera se ha reducido a la mitad -seg¨²n los informes oficiales- desde 1999, cuando Suecia dio un paso in¨¦dito: penalizar al cliente, pero no a la persona que se prostituye. Fue una medida pionera que las autoridades eval¨²an con optimismo. La polic¨ªa muestra cifras: del centenar de detenidos de los primeros a?os se ha pasado a los 1.277 arrestados en 2010. En total, 3.787 desde la prohibici¨®n.
Los contactos se han trasladado con fuerza a la Red y los tel¨¦fonos m¨®viles
Al aumento de los detenidos ha seguido el agravamiento de su castigo. La pena m¨¢xima, seis meses de c¨¢rcel, subi¨® a un a?o el pasado julio. Pero las c¨¢rceles siguen sin hospedar reos por comprar sexo: los clientes pagan una multa y evitan ir a prisi¨®n. La m¨ªnima es de 2.500 coronas -271 euros-, detalla la n¨²mero dos de la fiscal¨ªa de Estocolmo, Lise Tamm. Suele fijarse en un tercio de los ingresos diarios de 50 d¨ªas.
El agravamiento pretende alentar la lucha contra este delito y lograr mayor implicaci¨®n de los jueces. Muchos a¨²n tienen reticencias para castigarlo, coincid¨ªan varios responsables de la lucha contra la prostituci¨®n en un encuentro con periodistas europeos a mediados de septiembre en la capital sueca. Alguno recordaba con iron¨ªa el caso del magistrado del Tribunal Supremo que compr¨® sexo, pag¨® la multa y, tras un tiempo de inhabilitaci¨®n, volvi¨® a su puesto, o la reciente pol¨¦mica sobre las supuestas visitas del rey Carlos Gustavo a clubes de alterne y que oblig¨® al monarca a salir al paso. Hace tiempo que en Suecia se acab¨® la tolerancia con esta pr¨¢ctica. La sociedad apoya su sanci¨®n, seg¨²n las estad¨ªsticas oficiales, aunque sigue habiendo voces discordantes.
En 1996, tres a?os antes de que entrara en vigor la criminalizaci¨®n de los clientes, poco m¨¢s del 30% de los ciudadanos estaba de acuerdo con esa medida, alentada desde el movimiento feminista con este principio: la prostituci¨®n es una muestra de desigualdad entre hombres y mujeres y una forma de violencia contra ellas. En 2002, apoyaba la penalizaci¨®n en torno al 75% y seis a?os despu¨¦s, se rebajaba -sobre todo entre los hombres- al 71%. En 2009, una encuesta oficial a j¨®venes de 16 a 25 a?os revelaba que el 1,7% hab¨ªa recibido dinero a cambio de sexo, la misma proporci¨®n que un lustro atr¨¢s. Eso supone que 20.000 chicos y chicas contactaron con los clientes sobre todo por Internet.
El abolicionismo ha dejado las calles casi limpias, pero la Red arde. "Internet y los tel¨¦fonos m¨®viles han cambiado las cosas", admite la relatora de la lucha contra la prostituci¨®n y el tr¨¢fico de personas, la polic¨ªa Kajsa Walhlberg. Se han convertido en la v¨ªa de contacto entre clientes y personas que se prostituyen. En 2008, la polic¨ªa detect¨® a 400 ciudadanos que ofrec¨ªan servicios sexuales -poco m¨¢s de 30, hombres- a trav¨¦s de Internet. No hay cifras oficiales actualizadas de cu¨¢ntas personas venden sexo por cualquier medio. La prostituci¨®n, que ejercen en mayor medida extranjeras, a menudo se recluye en hoteles. La Red es, tambi¨¦n, el gran confidente de la polic¨ªa, en la lucha contra el tr¨¢fico de personas con fines sexuales que, seg¨²n las estimaciones, sufren entre 400 y 600 extranjeras cada a?o. Los responsables de atajarlo creen que su C¨®digo Penal es un buen escudo ante un problema en auge en buena parte del mundo. "Los traficantes ya no eligen Suecia en primer lugar", asegura Walhlberg. Pero tampoco la descartan: su delito es muy lucrativo, dif¨ªcil de probar y con pocas condenas.
Suecia est¨¢ satisfecha de haber exportado su modelo. Noruega lo copi¨® en 2009 con una novedad: comprar sexo fuera del pa¨ªs tambi¨¦n es delito, lo que permite perseguir todo el turismo sexual. La multa es de 25.000 coronas (3.164 euros). Islandia tambi¨¦n ha penalizado a los clientes. El abolicionismo forma parte de la marca pa¨ªs. Casi como Ikea.
Ayudar a la "v¨ªctima"
"La prostituci¨®n nunca es una elecci¨®n realmente libre". Esta afirmaci¨®n del antiguo Ombudsman de Igualdad de G¨¦nero, Claes Borgstr?m, es una idea acendrada en los sucesivos Gobiernos desde que en 1999 -con Ejecutivo socialdem¨®crata- comenz¨® a castigarse a los clientes de la prostituci¨®n en Suecia, un pa¨ªs de 9,4 millones de habitantes. La compra de servicios sexuales se ve como una pr¨¢ctica contraria a los derechos humanos y una llamada al tr¨¢fico de seres humanos. Buena parte de las mujeres traficadas en este pa¨ªs proceden de Europa del Este.
Las personas que se prostituyen -la gran mayor¨ªa, mujeres-, son consideradas v¨ªctimas. "No deben ser criminalizadas, sino ayudadas", afirma Kajsa Wahlberg, relatora de la lucha contra la prostituci¨®n. Los servicios sociales les ofrecen apoyo y atenci¨®n sanitaria espec¨ªfica. Tambi¨¦n se ocupan de los clientes. Entre ellos, hay mujeres. "Son pocas, pero es algo que no hay que olvidar", dice una de las responsables de la atenci¨®n, Miki Nagata.
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