El Capit¨¢n Am¨¦rica y el Capit¨¢n Haddock
En noviembre de 2010, en la cumbre del G-20 de Se¨²l, Mario Draghi, presidente del Foro de Estabilidad Financiera (hoy a punto de tomar las riendas del Banco Central Europeo), declar¨®: "La sociedad no entender¨ªa que se volviese a rescatar a los bancos con dinero p¨²blico". Poco menos de 11 meses despu¨¦s, a punto de volver a reunirse en Cannes los l¨ªderes de lo que se ha autodenominado "el foro principal de cooperaci¨®n econ¨®mica internacional", aquella hip¨®tesis inentendible est¨¢ a punto de ser real.
No es el ¨²nico problema econ¨®mico que afecta al planeta. Los mandatarios de los principales pa¨ªses desarrollados y emergentes se ver¨¢n las caras el pr¨®ximo mes con un escenario poco dado a optimismos: crisis de la deuda soberana en una parte de Europa, con capacidad de efecto contagio a otras partes del mundo; estancamiento de la producci¨®n; persistencia del desempleo y de la econom¨ªa sumergida; pleno funcionamiento de los para¨ªsos fiscales; intensas dificultades de la banca privada; dominio de la agenda p¨²blica por parte de las agencias privadas de calificaci¨®n de riesgos; hambrunas en algunos pa¨ªses africanos y tensiones en el mercado de alimentos y del petr¨®leo; espectacular retraso en los planes de lucha contra el cambio clim¨¢tico; etc¨¦tera.
Las cumbres del G-20 tienen arranque de caballo y parada de burro
La desavenencia entre Europa y EE UU atraviesa la crisis de modo transversal
Desde que comenz¨® la Gran Recesi¨®n, el G-20 ha tratado de convertirse en la referencia de la eficacia colectiva para diagnosticar los problemas econ¨®micos del planeta y solucionarlos. Para ello orill¨® al Consejo Econ¨®mico y Social de la ONU, compuesto de 54 miembros, acusado de extrema burocratizaci¨®n y ausencia de gobernabilidad. En el dilema entre legitimidad (la ONU) y la eficacia (el G-20), triunf¨® la segunda.
Pero es dif¨ªcil calificar con rigor al G-20 de instituci¨®n eficiente. Desde la fecha citada se ha reunido en cinco ocasiones: Washington (noviembre de 2008, bajo el trauma de la bancarrota de Lehman Brothers y el p¨¢nico bancario), Londres (abril de 2009), Pittsburgh (septiembre de 2009), Toronto (julio de 2010) y Se¨²l (noviembre de 2010). La cadencia de los concili¨¢bulos ha ido disminuyendo de dos veces por a?o a una sola ocasi¨®n, no porque las dificultades hayan disminuido sino por su impotencia para reducirlas. Mientras las cumbres de Washington y Londres elaboraron un calendario reformista (eran los tiempos de la "refundaci¨®n del capitalismo") -est¨ªmulos p¨²blicos masivos, reforma del sistema financiero internacional, mejora de la representatividad y funcionamiento del FMI y del Banco Mundial, "fin de la etapa del secreto bancario" con la elaboraci¨®n de una lista negra de los para¨ªsos fiscales-, las de Pittsburgh, Toronto y Se¨²l fueron un monumento a la vaciedad y a la ret¨®rica: se pate¨® el bal¨®n hacia adelante, sin una estrategia clara, embalsando las soluciones porque para su aplicaci¨®n se necesitaba una voluntad pol¨ªtica de cambio de las reglas del juego que los l¨ªderes no ten¨ªan.
Algunos analistas han calificado estas cumbres del G-20 como "arranque de caballo, parada de burro". Adem¨¢s, tras los G-20 de Washington y Londres se ha manifestado una profunda desavenencia, hoy m¨¢s actual que nunca, entre las pol¨ªticas econ¨®micas aplicadas por EE UU y los pa¨ªses emergentes, consistentes en mantener a¨²n las medidas p¨²blicas de est¨ªmulo a la econom¨ªa real, y la pol¨ªtica europea, centrada en el ajuste y la austeridad a fecha fija. La pol¨¦mica est¨¢ en saber si se retiraron antes de tiempo las proporciones de expansi¨®n a la demanda y al crecimiento, y si hay o no margen fiscal para seguir aplic¨¢ndolas. El tiempo dir¨¢ si la raz¨®n est¨¢ con el Capit¨¢n Am¨¦rica o con el Capit¨¢n Haddock.
Mientras tanto, circula masivamente por la red la sentencia de uno de los padres fundadores de EE UU, Thomas Jefferson, que podr¨ªa atribuirse a Marx si no se supiera que pertenece al tercer presidente americano. Nada m¨¢s llegar al poder, Jefferson escribi¨®: "Pienso que las instituciones bancarias son m¨¢s peligrosas para nuestras libertades que ej¨¦rcitos enteros listos para el combate. Si el pueblo americano permite un d¨ªa que sus bancos privados controlen su moneda, los bancos y todas las instituciones que florecer¨¢n en torno a los bancos privar¨¢n a la gente de toda posesi¨®n, primero por medio de la inflaci¨®n, enseguida por la recesi¨®n, hasta el d¨ªa en que sus hijos se despertar¨¢n sin casas y sin techo, sobre la tierra que sus padres conquistaron".
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