Deforme insensatez
Desde que, hace 12 a?os, Juanma Bajo Ulloa comenzase a preparar una pel¨ªcula sobre El Capit¨¢n Trueno, m¨ªtico tebeo creado en 1956 por el guionista V¨ªctor Mora Pujadas y el dibujante Ambr¨®s, se ha escrito con reiteraci¨®n en los medios de comunicaci¨®n que est¨¢bamos ante un proyecto maldito, por el que han pasado variadas productoras y diferentes realizadores en potencia. Pero, salvo rar¨ªsimas excepciones, no hay proyectos malditos. Solo hay proyectos insensatos o pel¨ªculas deformes. O ambas cosas al mismo tiempo, como ocurre con la versi¨®n que finalmente llega a las pantallas, El Capit¨¢n Trueno y el Santo Grial, levantada por Pau Vergara desde el guion y la b¨²squeda de financiaci¨®n, y culminada en ¨²ltima instancia desde la direcci¨®n por Antonio Hern¨¢ndez, uno de esos profesionales con fama de resolver cualquier entuerto (Los Borgia fue un buen ejemplo), pero que en este caso no parece haber hecho mucho m¨¢s que terminar de rematar al moribundo. De hecho, hay que frotarse los ojos con papel de lija para intentar vislumbrar en este producto al guionista y director de aquella excelente En la ciudad sin l¨ªmites (2002).
EL CAPIT?N TRUENO Y EL SANTO GRIAL
Direcci¨®n: Antonio Hern¨¢ndez.
Int¨¦rpretes: Sergio Peris Mencheta, Natasha Yarovenko, Manuel Mart¨ªnez.
G¨¦nero: aventuras. Espa?a, 2011.
Duraci¨®n: 109 minutos.
La largu¨ªsima primera secuencia, de unos 20 minutos de duraci¨®n, con varias acciones en paralelo, cojitranca de ritmo, y sin el menor sentido del espacio ni del tiempo, ya pone el list¨®n a baj¨ªsima altura nada m¨¢s comenzar. Sin embargo, el nivel no logra siquiera estabilizarse. La direcci¨®n de actores es simplemente inexistente: Sergio Peris Mencheta, al menos, no arriesga, y as¨ª no la fastidia; otros, en cambio, no han entendido que incluso para sobreactuar hay que tener talento, y unos cuantos con papeles principales (Adri¨¢n Lamana, como Crisp¨ªn; el exlanzador de peso Manolo Mart¨ªnez, como Goliat; Natalia Yarovenko, adem¨¢s de la presentadora Jennifer Rope) no desentonar¨ªan en una obra de fin de curso en el teatrillo del instituto. Hern¨¢ndez, a pesar de los ralent¨ªs, no consigue encauzar una sola secuencia de acci¨®n, y la m¨²sica, con la fanfarria de Piratas del Caribe como evidente modelo, parece estar siempre a punto de descabalgarse del ritmo de montaje.
En principio, con los tiempos que corren, adaptar con fidelidad un tebeo en el que cuando a un personaje le sorprende algo grita "?C¨¢spita!", y en el que las cosas no se hacen r¨¢pidamente sino "en un periquete" puede provocar la risa floja de m¨¢s de uno. Si a ello se une todo lo anterior, lo que queda es un involuntario ejercicio de comedia (en el pase para la prensa ha habido incluso ir¨®nicos aplausos) que no se sabe a qui¨¦n enfadar¨¢ m¨¢s, si a los ne¨®fitos o a los fan¨¢ticos del tebeo.
Babelia
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