Un presidente de solo seis meses

Nombrado el pasado 1 de abril en sustituci¨®n de Jaime Lissavetzky, que se presentaba a las elecciones municipales en Madrid, Albert Soler deja de ser presidente del Consejo Superior de Deportes (CSD), despu¨¦s de que su partido, el PSC, le incluyera en un puesto de salida en sus listas al Congreso por Barcelona para las elecciones legislativas del 20 de noviembre. El Consejo de Ministros aprob¨® ayer su cese, voluntario, y, posiblemente, designar¨¢ la pr¨®xima semana su sucesor.

Han sido solamente seis meses y una semana el tiempo que ha permanecido Soler en el cargo de secretario de Estado para el deporte, tiempo suficiente, sin embargo, para, sorprendentemente para muchos, marcar las distancias con su antecesor, Lissavetzky, y mostrar una acusada personalidad.

Amante de la pol¨ªtica de acci¨®n, quiz¨¢s herencia gen¨¦tica de su pasado como deportista -fue buen waterpolista-, sin temor a las consecuencias, competitivo y poco dado a las salidas de compromiso, Soler dio inmediatamente muestras de su valor cuando decidi¨® que todos aquellos implicados en investigaciones judiciales o federativas sobre dopaje no pod¨ªan formar parte de ninguna selecci¨®n espa?ola. Le granje¨® la inmediata simpat¨ªa de los deportistas m¨¢s comprometidas y el r¨¢pido rapapolvo por parte de la superioridad, que le oblig¨® a dar marcha atr¨¢s.

Otro pilar en el que querr¨ªa haber dejado su impronta, pero no tuvo tiempo, fue en el de la ley del Deporte profesional. Las consecuencias negativas de su mala regulaci¨®n en la ley del Deporte se comprobaron meridianamente en la reciente huelga del f¨²tbol espa?ol.