La velocidad de las tinieblas
Tanto hablar de los neutrinos, esas revolucionarias part¨ªculas que desmentir¨ªan al mism¨ªsimo Einstein, y resulta que, en una simple vi?eta, el genio de El Roto soluciona la cuesti¨®n en un pisp¨¢s: "La velocidad de las tinieblas es mayor que la de la luz". O sea, que para ese viaje no se necesitaban neutrinos... Imagino a un mont¨®n de gente d¨¢ndole la raz¨®n. Leyendo peri¨®dicos, oyendo tertulias, viendo las noticias en la televisi¨®n, ensayando juegos malabares de "econom¨ªa creativa" para llegar a mitad de mes, y moviendo la cabeza de izquierda a derecha en se?al de desesperanza. Tinieblas, tinieblas.
Despu¨¦s uno se topa, por ejemplo, con una entrevista al psic¨®logo Rafael Santandreu, autor de El arte de no amargarse la vida. Directo y fresco, insiste en lo importante que es aprender a perder el temor a todo en la vida: "Si lo peor que te puede pasar es morirte, y eso est¨¢ garantizado, ?a qu¨¦ le tienes que tener miedo? Es absurdo". Desde esa perspectiva, no cree que ser desahuciado de tu casa o estar en el paro sea tan terrible: "No es tan malo como para estar triste. Mientras no te mueras de hambre, no es un problema grave". Es decir, teniendo las necesidades b¨¢sicas cubiertas, la situaci¨®n de desempleo ser¨¢ todo lo tr¨¢gico o lo llevadero que t¨² lo quieras hacer, seg¨²n tu fortaleza mental. Y ah¨ª est¨¢, seg¨²n ¨¦l, el quid de la cuesti¨®n.
Santandreu sostiene que gran parte de nuestras tinieblas, de nuestra frustraci¨®n y nuestra amargura provienen de la necesititis, de esa interminable lista de necesidades y exigencias que nos imponen o nos imponemos: la creencia de que necesitamos una pareja para ser felices, de que necesitamos un piso en propiedad o un trabajo estable, o ser delgados, activos y populares, entre otros requerimientos. Ello va unido a la terribilitis, o tendencia a calificar de terribles cosas que no lo son, de exagerar las adversidades y perder la perspectiva. Cambiar esos h¨¢bitos mentales es trabajoso, sostiene, pero posible. Y es que, como todas las dem¨¢s inteligencias, tambi¨¦n la inteligencia emocional se puede desarrollar y muscular, como por otra parte ya ense?aron, antes que los psic¨®logos cognitivos actuales, los antiguos estoicos y tantos otros sabios.
Ya sabemos que la realidad que percibimos es una realidad afectivamente interpretada: sea cual sea la velocidad de la luz o de la tiniebla que nos llega y nos traspasa, nuestra mente tiene el poder de oscurecerla o de aclararla. Y qu¨¦ duda cabe que el poder mental de aclarar y alegrar lo plomizo es un gran poder. Todo h¨¢bito y conocimiento psicol¨®gico que lo refuerce ha de ser bienvenido. Ahora bien, siempre y cuando no se agote en esa socorrida tendencia de aportar soluciones personales a problemas sist¨¦micos. Porque si algo est¨¢ claro es que la crisis, el paro o los desahucios no son, ni primera ni principalmente, cuestiones de actitud mental.
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