La po¨¦tica del Mir¨® m¨¢s pol¨ªtico
La exposici¨®n que se inaugura hoy en Barcelona es la mayor desde 1993
"En la batalla actual veo en el bando fascista las fuerzas caducas y en el otro bando el pueblo, cuyas inmensas fuerzas creadoras dar¨¢n a Espa?a un impulso que sorprender¨¢ al mundo". Lo afirma en plena Guerra Civil Joan Mir¨®, hombre taciturno y discreto, poco dado a las proclamas p¨²blicas, aunque le tocara vivir tiempos convulsos, marcados por guerras, represi¨®n y horrores. No se alist¨® en ning¨²n bando, no tuvo el carn¨¦ de ning¨²n partido y el dogm¨¢tico Andr¨¦ Breton lleg¨® a expulsarle del grupo surrealista por su colaboraci¨®n con los Ballets Rusos de Diaghilev, que consideraba una rendici¨®n a la decadencia burguesa.
Sin embargo, la implicaci¨®n que Mir¨® mantuvo a lo largo de toda su vida en los grandes acontecimientos mundiales sobrepasa con creces las est¨¦riles declaraciones de intenciones. El profundo compromiso pol¨ªtico y social del artista con su Catalu?a natal, su entorno en el sentido m¨¢s amplio del t¨¦rmino y la propia idea de libertad se plasma en Joan Mir¨®. La escalera de la evasi¨®n, la exposici¨®n que recala en la Fundaci¨®n Mir¨® de Barcelona hasta el 18 de marzo, fecha en que viajar¨¢ a la National Gallery de Washington.
La Fundaci¨®n presenta de forma cronol¨®gica las 170 obras
Las fr¨¢giles pinturas quemadas se muestran en raras ocasiones
Hac¨ªa casi 20 a?os, desde la monogr¨¢fica organizada en 1993 para el centenario del nacimiento de Mir¨®, que en Espa?a no se ve¨ªa un conjunto de obras tan representativo del autor. De hecho, los altos costes de seguro para los numerosos pr¨¦stamos procedentes de museos y colecciones privadas de medio mundo han hecho subir el presupuesto, que ha contado con el patrocinio de la Fundaci¨®n BBVA, hasta un mill¨®n de euros.
El recorrido tiene un desarrollo cronol¨®gico, muy narrativo, que arranca en las salas donde se explora el v¨ªnculo del artista con Catalu?a y en especial modo, con el mundo rural y campesino de Mont-roig, donde pasa largos periodos. "Mir¨® fue tan prol¨ªfico que siempre hay que elegir. Sin embargo, sus obras son muy elocuentes y en este caso la selecci¨®n proporciona una visi¨®n muy clara y concreta, sin que en ning¨²n momento haya sido necesario forzar la interpretaci¨®n", asegur¨® en la presentaci¨®n Marko Daniel, comisario de la exposici¨®n con Matthew Gale (ambos de la Tate Modern de Londres) y Teresa Montaner, conservadora de la Fundaci¨®n Mir¨®. El abigarrado cuadro La mas¨ªa, una de sus obras m¨¢s ic¨®nicas, que perteneci¨® a Ernest Hemingway, se exhibe junto con otras piezas de esta ¨¦poca, primero muy detallistas y luego cada vez m¨¢s depuradas, como demuestran las escuetas barretinas de la serie centrada en el pay¨¦s. Todas ellas demuestran los lazos de Mir¨® con la cultura catalana y tambi¨¦n su actitud austera, pero desafiante, si consideramos que Primo de Rivera acababa de protagonizar un golpe militar, instaurando la dictadura y suprimiendo la autonom¨ªa catalana.
En la secci¨®n central, el drama de la Guerra Civil se plasma en un nuevo lenguaje pict¨®rico que tiene su momento ¨¢lgido en Naturaleza muerta del zapato viejo, que el propio Mir¨® defini¨® como su Guernica, una naturaleza muerta de colores imposibles, en la que el artista condensa incertidumbres personales y preocupaciones pol¨ªticas. "Nunca se hab¨ªa visto algo parecido y nunca se vuelve a ver hasta la pintura psicod¨¦lica de la d¨¦cada de 1960. Esta obra se puede considerar el eje principal de su compromiso ¨¦tico y pol¨ªtico junto con el mural El segador, realizado para la Exposici¨®n de Par¨ªs de 1937, que se perdi¨® al desmantelar el Pabell¨®n de la Rep¨²blica, donde hab¨ªa sido expuesto con el Guernica", indica el comisario. Forman parte de esta secci¨®n tambi¨¦n el c¨¦lebre sello con un enorme pu?o en rojo y amarillo que Mir¨® dibuj¨® para recaudar fondos y la acuarela sobre papel Mujer en rebeli¨®n, en la que utiliza el lavado de color para otorgar un especial lirismo a la amenazante mujer con la hoz.
Los comisarios alternan explosiones pl¨¢sticas y coloristas, como las c¨¦lebres Constelaciones, con momentos de recogimiento, en los que aflora la angustia y la desesperaci¨®n del "exilio interior" al que le obliga el inicio de la dictadura franquista. Es el caso de la Serie Barcelona, 50 litograf¨ªas en blanco y negro llenas de personajes reales y fant¨¢sticos. "Joan Prats, el galerista barcelon¨¦s de Mir¨®, exhib¨ªa esta serie en su casa y la ense?aba a los j¨®venes artistas", recuerda Montaner. Entre los momentos de mayor impacto visual destacan los cuatro grandes tr¨ªpticos (tan solo falta uno, propiedad de una colecci¨®n estadounidense), esenciales para entender el desarrollo del lenguaje del artista. En este caso la relaci¨®n f¨ªsica de Mir¨® con el entorno se evidencia en las diferencias estil¨ªsticas entre el tr¨ªptico Azul, realizado en el luminoso taller que Sert le hab¨ªa construido en Mallorca, y La esperanza del condenado a muerte, dedicado al anarquico Puig Antich, pintado en los espacios peque?os y m¨¢s oscuros de Son Boter, una casa campesina del siglo XVIII, anexa al estudio. "Este tr¨ªptico tiene una clara referencia pol¨ªtica y a la vez una relaci¨®n con su situaci¨®n -ya tenia m¨¢s de 80 a?os- y con la condici¨®n humana en general, que resume su capacidad de partir de lo local y personal para llegar a representar valores universales, en los que todos pueden reconocerse", explic¨® Daniel.
En el ¨²ltimo tramo del recorrido se exhiben las pinturas quemadas (colgadas del techo para que se puedan ver de cualquier lado e incluso a su trav¨¦s), que por su fragilidad se muestran en raras ocasiones, si bien pertenecen a la fundaci¨®n. Tambi¨¦n est¨¢ el boceto de la acci¨®n pict¨®rica que Mir¨® realiz¨® en las ventanas del Colegio de Arquitectos en 1969, como un gesto de provocaci¨®n y rebeli¨®n tras la primera gran retrospectiva que se le dedic¨® en Barcelona. Mir¨® otro, la pel¨ªcula de Pere Portabella con m¨²sica de Carles Santos, que documenta esta asombrosa performance, se proyectar¨¢ en el marco de un ciclo de pel¨ªculas que forma parte del programa paralelo junto con seminarios y rutas tur¨ªsticas. Del conjunto se desprende que Mir¨®, aunque fue un artista austero, casi secreto, amante del aislamiento y el anonimato, nunca rechaz¨® implicarse en los grandes eventos de su tiempo. "No hay ninguna torre de marfil", dec¨ªa, y a?ad¨ªa que "la escalera de la evasi¨®n" debe estar arraigada en la realidad para conducir a la creatividad.
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