La derrota
La candidatura de Rubalcaba no logra detener la desafecci¨®n del electorado hacia el PSOE
A reserva de improbables sorpresas de ¨²ltima hora, el Partido Popular se impondr¨¢ con rotundidad en las elecciones generales del 20 de noviembre. Para llegar a este punto, el Partido Socialista ha sufrido una p¨¦rdida de credibilidad en la gesti¨®n de gobierno y en la articulaci¨®n de la sucesi¨®n de Rodr¨ªguez Zapatero. Y Mariano Rajoy, por su parte, ha cimentado el liderazgo en una mezcla de inacci¨®n e indefinici¨®n capaz de exprimir los errores del adversario y tambi¨¦n de desactivar los desaf¨ªos procedentes de las propias filas populares. Su poder es hoy tan absoluto como contestado hace cuatro a?os. Rajoy apost¨® entonces por el desgaste que la crisis econ¨®mica provocar¨ªa en el Gobierno, no por la desestabilizaci¨®n que acarrear¨ªan las fantas¨ªas conspirativas sobre los atentados del 11 de marzo o, con irritantes titubeos nunca del todo resueltos, la descarnada utilizaci¨®n de la lucha antiterrorista y de las tensiones territoriales.
La candidatura de P¨¦rez Rubalcaba no ha conseguido detener la creciente desafecci¨®n del electorado hacia el Partido Socialista. Es probable que el da?o fuera ya irreparable en el momento en que asumi¨® el mayor desaf¨ªo de su dilatada carrera pol¨ªtica, pero ni la precam-pa?a por la que opt¨® ni las relaciones con el Gobierno y con su presidente han contribuido a enderezar las cosas. El ascenso de Rubalcaba representaba para el Partido Socialista una importante prueba: comprobar si un dirigente con fuerte presencia en el Ejecutivo pod¨ªa apartarse de los errores de la gesti¨®n gubernamental y generar un discurso propio y libre de lastres capaz de movilizar al electorado socialista.
La respuesta se conocer¨¢ la noche electoral, pero lo que avanzan las encuestas es que, de momento, el desgaste tambi¨¦n le ha alcanzado. La distancia entre ambas formaciones, a falta de poco m¨¢s de un mes para los comicios, es de casi 16 puntos. Una diferencia que otorgar¨ªa una holgada mayor¨ªa absoluta al Partido Popular y dejar¨ªa en situaci¨®n de extrema debilidad al PSOE.
La m¨¢s que previsible derrota en las elecciones de noviembre es solo la primera estaci¨®n del calvario que aguarda al Partido Socialista; la que tal vez llegue a continuaci¨®n es la dif¨ªcil recomposici¨®n del liderazgo partiendo de un poder municipal y auton¨®mico inexistente y de un grupo parlamentario surgido del compromiso entre fuerzas que, como las del candidato y las de la actual direcci¨®n, podr¨ªan salir humilladas de las urnas.
Los adversos augurios para las pr¨®ximas elecciones generales son solo el anticipo de una cosecha que ser¨¢ angosta y que tendr¨¢ que hacer frente a un largo invierno, puesto que la victoria del Partido Popular se cimenta no tanto en su ascenso como en la fuerte ca¨ªda del voto al Partido Socialista.
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