Nuevas v¨ªas de endogamia en la Universidad
Uno de los problemas m¨¢s arraigados en la Universidad espa?ola es el bajo nivel de competencia existente entre sus centros y profesorados. Apenas hay incentivos que permitan distinguir de forma sistem¨¢tica entre prestigiosos y mediocres investigadores / docentes. Tampoco existen penalizaciones relevantes por parte de los poderes p¨²blicos que recorten radicalmente los presupuestos de aquellos departamentos con productividad cient¨ªfica insuficiente. Sin embargo, dado su desafortunado car¨¢cter asambleario, lo que s¨ª existen son incentivos que favorecen comportamientos estrat¨¦gicos por parte de colectivos interesados en perpetuar sus privilegios mediante el apoyo cautivo de sus colegas en situaci¨®n precaria.
Oscuros motivos e intereses corporativos rebajan el nivel de competencia de los docentes
Podr¨ªa argumentarse que el diagn¨®stico previo es exagerado ya que la archiconocida endogamia de nuestra universidad ha disminuido significativamente a consecuencia de la introducci¨®n de los concursos de acreditaci¨®n p¨²blica y la obtenci¨®n de sexenios de investigaci¨®n con niveles de exigencia relativamente elevados. Sin embargo, se est¨¢ volviendo a las andadas a trav¨¦s de dos nuevas v¨ªas de endogamia encubierta cuyas consecuencias pueden ser muy da?inas.
En primer lugar, nos encontramos con los contratos laborales ordinarios que se utilizan crecientemente como un sustituto perfecto de los antiguos mecanismos de funcionarizaci¨®n favorecedores de la perversa endogamia. Actualmente, ausentes los incentivos de nuevas contrataciones competitivas, resulta m¨¢s sencillo para muchos departamentos contratar a sus propios licenciados, integr¨¢ndolos en sus mediocres programas de doctorado con el objetivo de que alg¨²n d¨ªa alcancen la acreditaci¨®n en las agencias auton¨®micas. En un sistema sin penalizaci¨®n a la falta de competitividad, se les ofrecen a estos j¨®venes contratos laborales indefinidos (si bien muy mal remunerados) a cambio de generar deudas no perecederas a trav¨¦s de sus votos cautivos. Adem¨¢s del mecanismo de selecci¨®n adversa (los mejores alumnos suelen dejar la carrera acad¨¦mica), son muy perjudiciales los casos en que, con ocasi¨®n de la jubilaci¨®n de alg¨²n catedr¨¢tico o profesor titular, no se sacan dichas plazas a concursos abiertos y competitivos, cubri¨¦ndose la carga lectiva de los jubilados mediante este tipo de contratos. Ello genera una ausencia preocupante de rotaci¨®n en el profesorado y una incapacidad generalizada de contratar doctores procedentes de los mejores programas de posgrado nacionales y, sobre todo, internacionales. Por plantear una pregunta concreta: ?en qu¨¦ universidad espa?ola encuentra trabajo un buen doctorando reciente en Econom¨ªa o Empresa que no quiera abandonar Espa?a? Si, por los motivos que sean, no recibe una oferta de aquellos pocos departamentos que act¨²an abiertamente frente a la endogamia no contratando a sus propios doctores (los m¨¢s destacados: Aut¨®noma de Barcelona, Carlos III de Madrid y Pompeu Fabra), su destino inevitable ser¨¢ convertirse en carne de ca?¨®n para perpetuar la endogamia en sus mediocres departamentos de procedencia.
Un segundo mecanismo de la nueva endogamia son los nuevos grados asociados a Bolonia. El mecanismo de propuestas de estos grados ha permitido a los dirigentes de los departamentos / universidades impulsar estudios con un reparto de materias favorable a sus grupos afines. Por contra, a menudo se ha castigado a aquellos otros grupos minoritarios m¨¢s competitivos y menos entregados a la causa, los cuales reciben menor presupuesto en un sistema donde el n¨²mero de alumnos disponibles determina m¨¢s del 70% de la financiaci¨®n obtenida. Esto tendr¨¢ consecuencias perniciosas sobre la formaci¨®n de nuestros universitarios.
Resulta imprescindible adoptar medidas urgentes para corregir este peligroso rumbo. Entre ellas: 1. Introducir mecanismos claros de premio y castigo que permitan la discriminaci¨®n real entre los profesores universitarios de acuerdo con est¨¢ndares internacionales de calidad; 2. Penalizar en muchas disciplinas la contrataci¨®n de profesorado formado en la propia instituci¨®n; 3. Limitar el n¨²mero m¨¢ximo de a?os que un profesor pueda estar como contratado antes de obtener la acreditaci¨®n como titular; 4. Eliminar un gran n¨²mero de programas de doctorado que no alcancen unos m¨ªnimos reconocidos de calidad; 5. Implementar incentivos a la movilidad del profesorado, eliminando las trabas burocr¨¢ticas; 6. Fomentar los rankings de departamentos y no de universidades (los campus de excelencia no tienen sentido), y 7. Eliminar los precios p¨²blicos de los m¨¢steres, introduciendo una competencia mucho m¨¢s directa entre departamentos, permitiendo financiarse a los mejores sin depender de dinero p¨²blico.
La necesidad de un mejor capital humano la reconocemos todos. Pero resulta lamentable que la instituci¨®n llamada a formar a nuestros universitarios sea incapaz de trabajar con el mejor capital humano disponible por oscuros motivos e intereses corporativos. Ponerse a ello desde los estamentos p¨²blicos es m¨¢s sencillo de lo que se transmite. Se necesita la firme voluntad de hacerlo. En su ausencia, la creciente competencia mundial en educaci¨®n superior, en la que participan algunos de nuestros departamentos, acabar¨¢ con la mayor¨ªa de nuestras universidades. Ya lo demostr¨® Darwin con las especies.
Juan J. Dolado es profesor de la Universidad Carlos III de Madrid, y Gonzalo Rubio, de la Universidad CEU Cardenal Herrera.
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