?Cuerpo a tierra!
Meses antes de las elecciones de marzo de 1996, cuando se barruntaba la victoria del PP, un pol¨ªtico tan fogueado como Rodolfo Mart¨ªn Villa repet¨ªa, precavido: "?Cuerpo a tierra, que vienen los nuestros!". Y mucho antes, en 1945, a ra¨ªz del d¨ªa D, Elias Canetti escribi¨® aquello de: "No se puede respirar, todo est¨¢ lleno de victoria". Ahora mismo se multiplican las actitudes valerosas de quienes se arriesgan precipit¨¢ndose en socorro de Rajoy, al que consideran seguro vencedor. En cuanto a los candidatos para las urnas del 20 de noviembre, han dejado de computarse sus m¨¦ritos y capacidades y ya solo se ponderan sus probabilidades de victoria. Ahora podr¨ªa o¨ªrse de nuevo a don Quijote afeando el comportamiento de su escudero, por apostar sin m¨¢s a favor de las expectativas, con aquellas palabras: "Bien se ve Sancho que eres villano, de los que dicen ?viva quien vence!", lanzadas desde la altura de Rocinante. Se dir¨ªan acabados los gitanos que iban por el monte solos, sin problemas para navegar con vientos contrarios, ajenos al oportunismo, que miran de frente al fracaso cuando sugiere lo limpio de la empresa adoptada.
En G¨¦nova se podr¨ªan encontrar muchos beneficiados de los a?os zapateriles travestidos
Prietas las filas en G¨¦nova, donde Anthony Beevor podr¨ªa encontrar en estas v¨ªsperas a muchos beneficiados de los a?os zapateriles travestidos como si hubieran sido bravos remeros de una oposici¨®n que nunca ejercieron. Como aquellos parisinos que en agosto de 1944 se reinventaron a s¨ª mismos en la figura de aguerridos resistentes, despu¨¦s de los a?os de placidez vividos en calidad de colaboracionistas irreprochables. Cunde entre los genoveses el s¨ªndrome de la mies es mucha y los operarios pocos. Asombra la ingente tarea que aguarda a los peperos para cuando vuelvan las banderas victoriosas. La vista se pierde en ese mar sin orillas que va desde los Ayuntamientos a las Diputaciones, los Gobiernos auton¨®micos, el Gobierno de la naci¨®n, las altas instituciones del Estado y las agencias reguladoras. Adem¨¢s, por efecto simpat¨ªa, en el sector privado empresarial y bancario todos se aprestan a poner cara de circunstancias y sentar un af¨ªn al PP a la mesa de su consejo de administraci¨®n, mientras se facilita la salida por la escalera de incendios a los que desempe?aron semejantes papeles para servir de puente con el Gobierno socialista ahora en eclipse.
La t¨¦cnica de influir en los hombres asust¨¢ndoles con lo que todav¨ªa no existe es antigua y de probados efectos que inducen a la docilidad. Enseguida lo comprobaremos en la campa?a electoral pr¨®xima a desencadenarse. En todo caso, se verifica que los acontecimientos necesitan intervalos significativos entre s¨ª, porque tiene demostrado Jean Baudrillard en La ilusi¨®n del fin que a partir de una cierta aceleraci¨®n se produce una p¨¦rdida de sentido. En otras palabras, es la leyenda de una vi?eta de El Roto donde alguien con el tel¨¦fono al o¨ªdo y la vista en el ordenador port¨¢til exclama: "Gracias a las nuevas tecnolog¨ªas, me informo al segundo y lo olvido al instante". Todos los competidores que se disputan nuestro voto van a recordarnos nuestro deber, que en t¨¦rminos hist¨®ricos ha sido un medio utilizado por los poseedores del poder para inducir a los dem¨¢s a vivir para el inter¨¦s de sus amos m¨¢s que para el suyo propio; aunque los poseedores del poder ocultaran este hecho incluso a s¨ª mismos, y se las arreglaran para convencerse de que sus intereses son coincidentes con los intereses de la humanidad. Entre tanto, es necesario tener contentos a los pobres y de ah¨ª que se haya difundido tanto durante miles de a?os la pr¨¦dica sobre la dignidad del trabajo, aunque los predicadores hayan tenido buen cuidado de mantenerse ellos mismos indignos a este respecto.
Si escuch¨¢ramos a los que van de salida, les oir¨ªamos hablar en t¨¦rminos de menosprecio de la corte y alabanza de la aldea y repetir con fingido convencimiento la f¨¢bula de la zorra y las uvas. Pero sabemos bien que la pol¨ªtica, incluso cuando no da satisfacciones, impide que las encontremos en cualquier otra parte. Estas reflexiones se expanden estos d¨ªas en Ferraz, sede de la Comisi¨®n Ejecutiva Federal del Partido Socialista, donde las filas se clarean. Mientras, prepar¨¦monos para ver c¨®mo algunos de los que se presienten desalojados de sus esca?os, poltronas y asesor¨ªas, enseguida ensayan su conversi¨®n en memorialistas. Y ya sabemos que todo memorialista deja en su obra, de mejor o peor manera, dibujos de las personas que conoci¨® pero tambi¨¦n dos autorretratos. El primero, pintado deliberadamente; el segundo, sin planear, involuntario, resulta mucho m¨¢s negativo que el perpetrado por el peor de sus enemigos.
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