El Sergas cobrar¨¢ 10 euros por la renovaci¨®n de la tarjeta sanitaria
El Consello Econ¨®mico e Social achaca la tasa a un "error" y pide suprimirla
La tarjeta sanitaria para una cobertura universal y gratuita del Sergas costar¨¢ 10 euros. Es el precio que tendr¨¢ la emisi¨®n de un nuevo cartoncillo pl¨¢stico a partir del 1 de enero del 2012 si el usuario la pierde o se despista con la caducidad y no la renueva en plazo. El proyecto de ley de acompa?amiento a los presupuestos del a?o pr¨®ximo que ayer aprob¨® el Consello de la Xunta incorpora esta tasa aplicable a todos los beneficiarios del Servizo Galego de Sa¨²de (Sergas). Se cobrar¨¢ por la "renovaci¨®n o reposici¨®n" de una tarjeta que hasta la fecha ha sido siempre gratuita. Al Consello Econ¨®mico e Social de Galicia (CES) le parece que esta propuesta "debe de ser un error" y propone "eliminarlo".
Cr¨ªticas de ONG a las restricciones para que los extranjeros logren la tarjeta
El ¨²ltimo dictamen del CES, repleto de cr¨ªticas al flamante proyecto de medidas fiscales y administrativas del Gobierno gallego, considera que plantear esa tasa es, en primer lugar, un "error" que en todo caso tendr¨ªa un coste "exagerado". Se?ala que "no est¨¢ prevista la renovaci¨®n de la tarjeta porque no tiene caducidad" (algunas s¨ª tienen fecha de expiraci¨®n) e incide en que su precio es excesivo para un "documento imprescindible para la asistencia sanitaria". Propone eliminarla directamente, o bien, limitarla "en los supuestos de reposici¨®n en los que no haya responsabilidad del usuario".
No es la ¨²nica sorpresa que encierra el articulado de la ley auton¨®mica, que tambi¨¦n pone trabas al acceso a la tarjeta sanitaria para los extranjeros. Los ciudadanos de otros pa¨ªses tienen derecho, reconocido por las leyes de Salud y Extranjer¨ªa, a la cobertura sanitaria con independencia de la situaci¨®n legal de la persona hasta el alta m¨¦dica. Sanidade asegura que la asistencia est¨¢ garantizada en todos los casos y que ¨²nicamente se restringe el acceso a la tarteja. La medida, seg¨²n el Sergas, se limita a seguir recomendaciones de la Comisi¨®n Europea y del Ministerio de Sanidad para evitar un fraude com¨²n, ya que algunos extranjeros se hacen con la tarjeta de un pa¨ªs en el que no residen y luego la utilizan en toda Europa.
El reglamento ya se hab¨ªa publicado en el DOGA el 9 de septiembre bajo la premisa de "actualizar" el procedimiento que reconoce el derecho a la asistencia sanitaria a "personas sin recursos econ¨®micos suficientes y desempleados". En la pr¨¢ctica, a partir del pr¨®ximo 1 de enero, el Sergas exigir¨¢ una antig¨¹edad m¨ªnima en el padr¨®n de 183 d¨ªas antes de autorizar la tarjeta, indispensable para toda consulta o receta m¨¦dica. El no disponer de tarjeta puede limitar el acceso a la atenci¨®n primaria en los centros de salud. Los inmigrantes reci¨¦n llegados o en situaci¨®n irregular que no se hayan empadronado por miedo, desconocimiento o para burlar a la polic¨ªa, no dispondr¨¢n de ella hasta pasado medio a?o con domicilio fijo. Esto podr¨ªa dejar a algunos colectivos (inmigrantes, indigentes o prostitutas) en una suerte de de vac¨ªo sanitario de seis meses para las consultas y enfermedades m¨¢s frecuentes, con la excepci¨®n de menores y embarazadas.
A Felipe Noya, portavoz de M¨¦dicos del Mundo, le parece que la propuesta bordea la ilegalidad porque "limita leyes superiores" y se?ala que algo muy similar se plante¨® en Catalu?a. La ONG critica con dureza que la Administraci¨®n gallega plantee "rebajar un derecho en lugar de garantizarlo". "Atenta gravemente contra las posibilidades de las personas desfavorecidas de acceder al sistema sanitario". La entidad considera que es "un error manifiesto" y se?ala que los inmigrantes "aportan m¨¢s a la econom¨ªa de lo que reciben de la sanidad".
Cuando los papeles tardan una d¨¦cada
Jorge Castro lleva casi 11 a?os viviendo en Nar¨®n (A Coru?a) aunque hace poco que su estancia es regular. Aterriz¨® en Galicia en 2000 con su mujer y un visado de turista a pasar las navidades con una hija que trabajaba en el Consulado de Chile. Se quedaron una d¨¦cada. "La situaci¨®n all¨¢ era bien mala y nos tocaba sobrevivir", relata. Cuenta que se "enamor¨® de la lluvia y de los eucaliptos verdes" de Galicia, tan diferente al paisaje des¨¦rtico de su ni?ez en Atacama.
Con 55 a?os y los pulmones deshechos por d¨¦cadas de trabajo en las minas chilenas, a Castro le denegaron el permiso de trabajo, lo que lo conden¨® a una residencia irregular con muchos problemas de salud: "Epilepsia, hipertenso y pendiente de operarme una hernia". Ha sido atendido "sin problemas" por los centros de salud y hospitales de la comarca y solo tiene buenas palabras para los sanitarios gallegos, especialmente para su m¨¦dico de cabecera. "Corrimos a empadronarnos nada m¨¢s llegar y de all¨ª a poco nos lleg¨® nuestra tarjeta [sanitaria] mientras tramit¨¢bamos los permisos de residencia", explica. En 2002, una infecci¨®n pulmonar lo mand¨® al hospital casi un mes. Semanas despu¨¦s, recibi¨® una carta informativa que le explicaba que su tratamiento hab¨ªa tenido un coste que pasaba de los mil euros pero que, como al resto de los gallegos, nadie le reclam¨®. Sobrevive con la pensi¨®n no contributiva de su mujer (unos 300 euros mensuales). A sus 65 a?os, le acaba de llegar el mejor regalo: su tarjeta de residencia. "Ahora que ya tengo edad de jubilarme, me la dan. Parece un chiste, ?verdad?".
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