Asco S.A.
L¨¢stima que La caja, en Telecinco, no explote su decorado, su calidad y su ambici¨®n psicoanal¨ªtica para poner en pie algo m¨¢s atrayente que un confesionario de famosos. Empez¨® con mayor empaque, aunque ya centrado en personajes de la tele, de esa experimentaci¨®n humana que con ¨¦xito han impuesto como patr¨®n de comportamiento social. Pero entrega tras entrega se hace menos barroco y por lo tanto m¨¢s zafio. La ¨²ltima invitada fue Ana Obreg¨®n, una mujer querida por su ah¨ªnco casi de personaje de ficci¨®n, por su entrega desmedida a ser ella misma y por un cierto fondo de gozosa folcl¨®rica licenciada en Biol¨®gicas. A nadie le puede caer mal porque es como una t¨ªa de la familia, algo disparatada, pero que siempre alegra un bautizo, una boda absurda y hasta la grosera ceremonia de los tanatorios.
En La caja corrieron a ponerle un sinf¨ªn de im¨¢genes de su antiguo amor ya fallecido, empe?ados en lograr la grumosa materia de la que est¨¢n hechos los sue?os de nuestra tele: r¨ªmel corrido, maquillaje quebrado, sudor de focos y l¨¢grimas de famoso. Pero ella resisti¨®, entregada a la versi¨®n infantil y algo naif de sus peripecias amorosas. Resarcida porque ha tenido un hijo capaz de sobrevivir a la infecta persecuci¨®n medi¨¢tica, a la sed de sangre de los espectadores, en un momento expres¨® una verdad rotunda: "?Qu¨¦ asco!"
Esa expresi¨®n iba dirigida a una vida en la popularidad, con los medios autorizados por el consumidor para irrumpir en cumplea?os infantiles, entierros familiares y corazones rotos. Se sent¨ªa brillar el hartazgo de la protagonista por esa vida expuesta. Pero la sinceridad de ese asco no dejaba de contrastar con el lugar elegido para expresarlo. Un plat¨® de televisi¨®n, un ring de recuerdos familiares e ¨ªntimos retransmitido en horario de m¨¢xima audiencia, un sometimiento feliz al tribunal de entendidos en cotilleo, algunos partidarios de la protagonista y otros m¨¢s feroces, aunque ninguno con el encargo de morder a deg¨¹ello en esa comparecencia voluntaria y nos tememos que remunerada. Un asco consentido, buscado, como un ba?o alegre en aguas mugrientas.
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