Iguales por ley; oficialmente enfermos
Los transexuales exigen desaparecer de la lista de patolog¨ªas de la OMS - Gobierno y UE apoyan su causa - El rechazo laboral ahoga al colectivo
Sobre el papel, en Espa?a sus derechos son iguales desde 2007, cuando la ley de identidad de g¨¦nero fue recibida por los transexuales como un hito: se conquist¨® el derecho a sentirse mujer u hombre, vivir como tal y que el DNI lo reconozca. Para los entre 7.000 y 12.000 transexuales que viven en Espa?a, la realidad cotidiana sigue siendo complicada. Sin trabajo, una vida normalizada es dif¨ªcil, dada la alta tasa de paro que afecta al colectivo. Y el estigma de ser considerado oficialmente un enfermo lo agrava. La OMS todav¨ªa considera la transexualidad como una enfermedad, algo que los afectados esperan cambiar el a?o que viene, cuando la organizaci¨®n elabore el nuevo cat¨¢logo de patolog¨ªas.
Los transexuales sufren una tasa de desempleo entre un 60 y un 80%
El conflicto social y la inadaptaci¨®n est¨¢n detr¨¢s de los trastornos asociados
Para Antonelli, "un DNI que refleje tu identidad es un 'big bang' de energ¨ªa"
La ley no permite operar a menores de 18 a?os, y plantearlo resulta conflictivo
A esta causa se dedica hoy el D¨ªa Internacional por la Despatologizaci¨®n de la Transexualidad. La campa?a empieza a ganar peque?as batallas: el pasado d¨ªa 12 la Unidad de Trastorno de Identidad de G¨¦nero (UTIG) de M¨¢laga pas¨® a denominarse Unidad de Transexualidad e Identidad de G¨¦nero; un mero cambio nominal que, sin embargo, ayuda a eliminar barreras. El mayor triunfo pol¨ªtico lleg¨® el pasado 28 de septiembre, cuando el Parlamento Europeo acord¨® eliminar su consideraci¨®n como patolog¨ªa (con 442 votos a favor, 104 en contra y 40 abstenciones). De los 35 eurodiputados espa?oles presentes, 33 votaron a favor. Uno, Gabriel Mato (PP), se abstuvo. Juan Manuel Garc¨ªa-Margallo (PP) vot¨® en contra por error.
Esta mayor¨ªa pol¨ªtica puede ser reflejo de lo que ha cambiado la situaci¨®n social. El Gobierno espa?ol y la UE apoyan que se la deje de considerar como enfermedad (igual que sucedi¨® en 1990 con la homosexualidad). La doctora Tella Plana, psiquiatra del hospital Cl¨ªnic de Barcelona, apuesta por un origen biol¨®gico de la transexualidad y descarta que sea una patolog¨ªa psiqui¨¢trica, "aunque a veces los pacientes tengan, de forma secundaria, trastornos derivados de las dificultades de adaptaci¨®n o del conflicto social".
El avance ha sido abismal si se echa la vista atr¨¢s. Cuando Carla Antonelli, primera diputada auton¨®mica transexual -elegida en mayo para la Asamblea de Madrid con el PSOE-, dej¨® su G¨¹¨ªmar natal (Tenerife), en 1977, ten¨ªa 17 a?os y ni su nombre, que a¨²n se resiste a desvelar, ni su apariencia masculina la representaban. "Me fui sin decir nada... Esto era impensable en un pueblo tan peque?o. Hay hermanos con los que me dej¨¦ de hablar... Y hasta la fecha", recuerda desde el sal¨®n de su domicilio madrile?o.
Seg¨²n Antonio Poveda, presidente de la Federaci¨®n Espa?ola de Lesbianas, Gais, Transexuales y Bisexuales (FELGTB), este colectivo sufre en Espa?a entre un 60% y un 80% de desempleo, y "es invisible en la mayor¨ªa de programas de lucha contra la discriminaci¨®n". Diversas asociaciones han desarrollado iniciativas para mejorar su inserci¨®n laboral. "Las personas transexuales nos vemos muchas veces obligadas a abandonar familia y estudios, y eso te limita a trabajos como camarera, dependiente... Pero al menos son dignos", afirma Mar Cambroll¨¦, coordinadora del ¨¢rea transexual de la FELGTB. Muchos, y en especial los inmigrantes, se ven abocados a ejercer la prostituci¨®n; una ¨²ltima opci¨®n ni libre ni elegida.
"Esto no es un capricho, naces con ello. Yo me he sentido un hombre desde que tengo uso de raz¨®n", afirma Jos¨¦ -nombre ficticio-, funcionario madrile?o de 39 a?os y paciente de la UTIG de la Comunidad de Madrid. Aquellos que acuden a una de estas unidades afrontan a menudo dos a?os de espera, desde una evaluaci¨®n psicol¨®gica que "dura un m¨ªnimo de tres meses y ocho sesiones", seg¨²n Nuria Asenjo, psic¨®loga cl¨ªnica de la UTIG, al eventual tratamiento hormonal y la cirug¨ªa de reasignaci¨®n necesaria en cada caso.
Andaluc¨ªa fue pionera en sufragar con dinero p¨²blico el tratamiento integral, incluida la cirug¨ªa. "Pero hasta ah¨ª hay aut¨¦nticos calvarios de personas que llevan un a?o o a?o y medio esperando a ser evaluadas", sostiene Cambroll¨¦. Para Jos¨¦, "lo de la espera es un infierno, aunque es l¨®gico. Desde que te plantas un d¨ªa ante tus padres y les dices 'me pasa esto', necesitas el tratamiento. Pero hay que estar seguros".
La ley de 2007 posibilit¨®, por primera vez, el cambio de nombre y sexo sin necesidad de cirug¨ªa. Como requisito, un certificado m¨¦dico de disforia de g¨¦nero [discordancia entre el sexo genital y el psicol¨®gico] y otro que acredite que la persona ha estado dos a?os en tratamiento m¨¦dico para adecuar sus caracter¨ªsticas f¨ªsicas al sexo sentido. "Puede parecer una gilipollez, pero tener un DNI que refleje tu identidad es una explosi¨®n, un big bang de energ¨ªa. Un carn¨¦ que no te representa te hace sentir inferior, te humilla y est¨¢s a expensas de otras personas; esto te devuelve la dignidad", rememora Antonelli.
Completar el proceso, si no se tiene dinero, es muy complicado. Tan solo hay cuatro unidades de identidad de g¨¦nero en Espa?a: en M¨¢laga, Madrid, Barcelona y Bilbao. Otras comunidades derivan a los pacientes a una de esas unidades. Y ah¨ª se acaba todo.
En el horizonte est¨¢ la reivindicaci¨®n de leyes integrales, normas que aborden la salud, la educaci¨®n, la lucha contra la discriminaci¨®n y la inserci¨®n laboral. "Pedimos pol¨ªticas de discriminaci¨®n positiva con el objetivo de llegar a una situaci¨®n de igualdad", dice Cambroll¨¦, "con, por ejemplo, incentivos para las empresas, reservando una cuota de empleo p¨²blico y campa?as de pedagog¨ªa social desde la televisi¨®n p¨²blica".
Ante la carencia de una ley integral estatal, la lucha tiene lugar en las comunidades. Navarra aprob¨® la suya en 2009, y el Pa¨ªs Vasco podr¨ªa hacerlo a finales de este a?o. En Madrid, la pasada legislatura, el PP rechaz¨® una propuesta presentada por el PSM e Izquierda Unida. Caso contradictorio se da en Andaluc¨ªa, donde los socialistas, en mayor¨ªa absoluta, se han limitado a presentar una proposici¨®n no de ley instando a la Junta a tramitarla.
En tiempos de crisis, adem¨¢s, no faltan quienes cuestionan si la sanidad p¨²blica deber¨ªa financiar estas intervenciones. En Catalu?a, el PP de Alicia S¨¢nchez-Camacho condicion¨® recientemente el apoyo de su formaci¨®n a los Presupuestos de la Generalitat a, entre otras cosas, la supresi¨®n de las cirug¨ªas de reasignaci¨®n de sexo. La paralizaci¨®n de estas operaciones, asegura Marta Salvanz, figura destacada del colectivo transexual en esa comunidad, llevar¨ªa a mucha gente a recurrir de nuevo a otras alternativas como inyectarse silicona l¨ªquida en pechos y nalgas, con el consiguiente peligro para la salud: "Ahorrar¨ªan en intervenciones pero perder¨ªan m¨¢s por la atenci¨®n a otras enfermedades". Adem¨¢s, "si a una transexual le dices que se busque la vida para hacerse la cirug¨ªa, muchas van a tener que prostituirse, con riesgo de que se conviertan en seropositivas". Ello supondr¨ªa una mayor carga para el sistema de salud: mientras que tratar a una persona con VIH representa "entre 12.000 y 17.000 euros anuales, una cirug¨ªa de reasignaci¨®n tiene un coste total de entre 14.000 y 24.000", afirma Salvanz.
La idea de que la transexualidad no es una enfermedad choca con los prejuicios de quienes cuestionan que necesite tratamiento m¨¦dico. La respuesta est¨¢ en que hay que diferenciar entre un proceso biol¨®gico que debe ser corregido y un trastorno que requiere tratamiento. Las ¨²ltimas investigaciones apuntan a que la transexualidad vendr¨ªa originada por una acci¨®n inadecuada de la testosterona en el desarrollo del feto, "entre la octava semana de embarazo, cuando se fija el sexo genital, y la diferenciaci¨®n sexual del cerebro, hacia la 22 o 23", explica Antonio Becerra, coordinador de la UTIG de Madrid.
Pero si la situaci¨®n de los espa?oles ha mejorado, la de los extranjeros es mucho peor. La asociaci¨®n TranZ&People, en Barcelona, da apoyo a muchos transexuales inmigrantes, un grupo en el que la prostituci¨®n tiene mayor incidencia. "Les orientamos para que puedan cambiar de nombre en sus pa¨ªses", dice Zam Cifuentes, su portavoz. En Espa?a no pueden hacerlo. "Est¨¢n en total abandono. Son adem¨¢s personas sin arraigo familiar y con una sociedad que les acribilla cada vez m¨¢s. Y las tasas de suicidio, ni te cuento...", a?ade. "M¨¢s de una vez nos ha tocado salir a las tres de la ma?ana porque una chica se ha intentado matar".
La ley tampoco permite operar a menores de 18 a?os, y plantearlo siquiera resulta conflictivo, como reconoce el cirujano pl¨¢stico Iv¨¢n Ma?ero desde Barcelona: "No quieren saber nada de menores. Se antepone el miedo a tratar a ni?os, que est¨¢ mal visto -y m¨¢s en la esfera sexual- al hecho de ayudarlos". "Te vienen padres desesperados que te dicen: 'Mi hija ha intentado suicidarse dos veces, tiene 16 a?os y dice que a la pr¨®xima se mata, tenemos un certificado m¨¦dico, por favor, op¨¦rela'. Pero si lo hago, se me aplica el C¨®digo Penal y voy seis a?os a la c¨¢rcel", afirma el m¨¦dico.
En este caso concreto, los padres consiguieron autorizaci¨®n judicial para la operaci¨®n. Pero no siempre es as¨ª. Y seg¨²n se desciende en la edad, la situaci¨®n va a peor. Es uno de los argumentos que apoyan el origen biol¨®gico de la transexualidad. El problema se presenta desde que el ni?o adquiere consciencia de su sexualidad, como cuenta Nuria, de Andicfam, la Asociaci¨®n de ni?os con Discordancia de Identidad Cong¨¦nita. Hace un a?o, en el servicio de psiquiatr¨ªa infantil del Cl¨ªnic de Barcelona, le dijeron que su hijo, entonces de cinco a?os, era en realidad una ni?a: "Ya antes de hablar sus preferencias eran de ni?a. Y cuando empez¨® a hacerlo, usaba adjetivos femeninos para referirse a ella, y al ver los dibujos animados, se identificaba con los personajes femeninos (...) Con tres a?os, le dijo a su abuela que cuando fuera mayor ir¨ªa a un m¨¦dico para que le cambiara la piel y le pusiera una de ni?a", admite.
En la unidad del Cl¨ªnic les hacen a todos los pacientes un seguimiento para asegurarse de que efectivamente est¨¢n ante un problema de identidad de g¨¦nero. Pero lo malo viene cuando acuden a un m¨¦dico que no est¨¢ preparado. "Un padre de la asociaci¨®n fue con su hija [un ni?o, biol¨®gicamente hablando], vestida de ni?a, a un psiquiatra infantil, y le explicaron lo que pasaba. El m¨¦dico les denunci¨® a servicios sociales y les acus¨® de maltrato psicol¨®gico debido a una obsesi¨®n enfermiza". Nuria recuerda su propio caso: "El d¨ªa que saqu¨¦ la ropa de ni?o de mi hija para cambiarla por ropa de ni?a, fue casi tan duro como si enterrara a un hijo", confiesa sollozando. "Y que, en medio de este sufrimiento, te tengas que defender, es una verg¨¹enza... Yo no puedo limitarme a buscar el mejor tratamiento para mi hija, yo tengo que hablar para que la gente lo entienda".
?Cu¨¢l es entonces el mejor procedimiento a seguir con los menores? Algunos, como los miembros de la UTIG de Madrid, no son partidarios de dar tratamientos hormonales y esgrimen la prudencia como argumento para limitar su acci¨®n al seguimiento psicol¨®gico. Otros son partidarios de administrar, al inicio de la pubertad, unas hormonas inhibidoras que bloquean el desarrollo de las caracter¨ªsticas propias de cada sexo: no les sale la barba ni les cambia la voz, impide que salgan mamas... Es un tratamiento reversible que da a m¨¦dicos m¨¢s tiempo para confirmar el diagn¨®stico y hace que la posterior cirug¨ªa sea menos traum¨¢tica, adem¨¢s de prevenir la aparici¨®n de serios problemas psicol¨®gicos.
Antonelli reconoce que ha habido una evoluci¨®n, pero sigue sin haber un equilibrio. "Falta pedagog¨ªa, visualizaci¨®n, normalizaci¨®n... ?Por qu¨¦ se pueden pedir planes para los gitanos y no para los transexuales? Aqu¨ª lo que subyace en realidad es un prejuicio contra el colectivo; nos dicen que nada valemos, nada somos y a nada tenemos derecho".
Con informaci¨®n de Emilio de Benito.
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