?ltimos d¨ªas con Madoff
La nuera del financiero encarcelado relata en un libro c¨®mo vivi¨® el suicidio de su esposo tras delatar el gran entramado de fraudes de su familia
El 11 de diciembre del a?o pasado, a las 4.41 de la madrugada, Mark Madoff, de 46 a?os, envi¨® dos correos electr¨®nicos a Stephanie, su esposa y madre de dos de sus hijos. ?l estaba en su apartamento de Nueva York, con su hijo Nick. Ella hab¨ªa acudido a pasar unos d¨ªas en Disney World, en Florida, con su hija. "Ay¨²dame", dec¨ªa Mark en un correo. "Que alguien venga a cuidar a Nick. Te quiero", dec¨ªa en el otro. Esas ser¨ªan sus ¨²ltimas palabras. Al d¨ªa siguiente, al despertar, Stephanie llam¨® al tel¨¦fono m¨®vil de Mark, en el que se top¨® con el contestador.
Stephanie avis¨® al portero, alert¨¢ndole de que a su marido pod¨ªa haberle pasado algo. Pero ignor¨® sus peticiones. Luego llam¨® a su padrastro, Marty, que finalmente acudi¨® al apartamento. "Lo que ¨¦l encontr¨® fue el cuerpo de Mark colgando de una viga de acero", recuerda Stephanie en un libro publicado esta semana en Estados Unidos, titulado El final de la normalidad. "Hab¨ªa improvisado una soga con la correa de Grouper. Un cable de la aspiradora se hallaba en una mesa cercana. Al parecer lo hab¨ªa intentado con eso dos veces. Nick estaba en su habitaci¨®n, a unos metros".
Ese fue el final de Mark, el hijo mayor de Bernie Madoff, el financiero condenado a 150 a?os de c¨¢rcel por uno de los mayores fraudes de la historia. Se colg¨® exactamente dos a?os despu¨¦s de delatar a su padre. Mark mantuvo hasta el final, y as¨ª lo sigue manteniendo su viuda, que nunca supo nada de las estafas de su padre. Hab¨ªa trabajado para ¨¦l toda su vida. La empresa de inversiones era, junto a su familia, todo lo que ten¨ªa.
Antes de que su padre le revelara que hab¨ªa estado robando dinero a sus clientes, Mark pensaba que estaba escondiendo una enfermedad. "Hab¨ªa cambiado. Y la ¨²ltima vez que se hab¨ªa comportado as¨ª hab¨ªa sido cuando al hermano de Mark, Andy, le hab¨ªan diagnosticado un linfoma", recuerda Stephanie.
Pero el 10 de diciembre, Bernie le confes¨® la verdad sobre sus negocios. Convoc¨® a sus dos hijos en su apartamento y les dijo: "Todo es una mentira". Su esposa, Ruth, se hallaba presente, con la mirada perdida, sin mediar palabra.
Madoff les dijo a sus hijos que se hab¨ªa apropiado ilegalmente del dinero en las cuentas de sus inversores. Era una pir¨¢mide ficticia que se estimaba en 65.000 millones de d¨®lares (46.000 millones de euros). Iba a repartir 140 millones en dividendos entre su familia y sus colaboradores y luego iba a entregarse, porque la polic¨ªa le pisaba ya los talones. "Andy se cay¨® al suelo, llorando. Mark temblaba de rabia", escribe Stephanie.
Mark, furioso, llam¨® a Stephanie. "Mi padre ha hecho algo muy malo, y probablemente ir¨¢ a la c¨¢rcel el resto de su vida", dijo. Los hijos ya hab¨ªan decidido entonces que delatar¨ªan a su padre. La decepci¨®n se mezclaba con la cruel certeza de que estaban enviando a su progenitor a prisi¨®n. Mark se pas¨® el resto del d¨ªa hablando con sus abogados y con el FBI. "Le cont¨® a las autoridades que su padre, el Rey Midas de Wall Street, el grande, el c¨¦lebre Bernie Madoff, era un fraude. Un timador. Una farsa. Un criminal".
En contra de lo que esperaba Mark, los inversores no recibieron el gesto de los dos j¨®venes Madoff como un hero¨ªsmo. Los medios norteamericanos comenzaron a indagar en la relaci¨®n con su padre.
Un inversor, Irving Picard, demand¨® a los dos hermanos por considerar que era imposible que no hubieran sabido nada de la estafa. Dijo en una entrevista que quer¨ªa verles en la c¨¢rcel o arruinados. La presi¨®n sobre Mark fue en aumento, hasta que finalmente, despu¨¦s de dos a?os que su viuda recuerda como un infierno, se quit¨® la vida.
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