"Aquel militar franquista me quit¨® a tu hermano. B¨²scalo"

"?Pero qu¨¦ ni?o tan guapo!". El militar franquista no dej¨® de piropear al beb¨¦, Antonio, de ocho meses, en brazos de su madre, de 21 a?os, una de las presas republicanas que viajaba custodiada aquel d¨ªa de 1937 en tren a la c¨¢rcel de San Marcos, en Le¨®n, hoy parador nacional. Dolores Cerecedo nunca lo olvid¨®. Muri¨® convencida de que aquel militar le hab¨ªa robado a su hijo.

"A los cuatro d¨ªas de estar en la c¨¢rcel, una monja fue a ver a mi madre y le dijo que ten¨ªa que llevarse al ni?o porque las condiciones de la prisi¨®n no eran adecuadas para ¨¦l. Dos d¨ªas despu¨¦s, la misma religiosa le comunic¨® que el ni?o hab¨ªa muerto. Ella pidi¨® verlo para despedirse, pero no le dejaron. Estaba perfectamente sano".

"A otras compa?eras presas tambi¨¦n les sustrajeron a sus beb¨¦s"

Lo cuenta Antonio Rodr¨ªguez, de 60 a?os, su quinto hijo. Dolores decidi¨® ponerle el mismo nombre que el ni?o que le hab¨ªan quitado en prisi¨®n, aunque no tard¨® en arrepentirse. "Muchas veces me dec¨ªa: 'No te ten¨ªa que haber llamado as¨ª. Cada vez que te llamo, pienso en ¨¦l'. Re?¨ªamos mucho por eso. De la ma?ana a la noche hablaba del ni?o. Ella nunca crey¨® que se hubiera muerto. De hecho, en cuanto le quitaron al ni?o, la soltaron, sin juicio ni nada. Me cont¨® que a otras presas les hab¨ªan hecho lo mismo. Antes de morir me dijo en el hospital: 'Tu hermano est¨¢ vivo. Me lo quit¨® aquel militar franquista. B¨²scalo. Haz todo lo que puedas'. Me pidi¨® eso, se dio la vuelta, y ya no volvi¨® a hablar m¨¢s".

Antonio intenta desde entonces (1993) encontrar a su hermano, que hoy tendr¨ªa 74 a?os. El Ministerio de Justicia acaba de enviarle una carta en la que le adjunta el certificado de nacimiento de su hermano y a?ade: "Hemos realizado diversas gestiones para localizar el certificado de defunci¨®n en el Registro Civil de Le¨®n, siguiendo las indicaciones de su escrito en el sentido de que podr¨ªa haber fallecido en la prisi¨®n en donde su madre permanec¨ªa recluida, seg¨²n le comunicaron las monjas. Estas gestiones han resultado infructuosas, existiendo la posibilidad de que el caso de su hermano fuera uno de los llamados casos de los ni?os robados".

Antonio relat¨® su historia hace un mes al fiscal de Le¨®n. Ya no duda de que su hermano es, como sospecha por carta el Ministerio de Justicia, un ni?o robado.

"Es una verg¨¹enza que en Espa?a esto mismo le haya pasado a tanta gente y que cuando un juez como Baltasar Garz¨®n intenta poner algo de orden, otros magistrados le paren. Esto se arregl¨® en Argentina y en Chile. Y en Espa?a, que se supone que es una democracia avanzada, no interesa levantar las cunetas para sacar a los que lucharon por la libertad". Antonio se emociona. La historia de la represi¨®n de su familia no termin¨®, ni mucho menos, en la desaparici¨®n de su hermano.

"A mi padre, que hab¨ªa luchado en el bando republicano, le condenaron a muerte. Luego le conmutaron la pena y, cuando sali¨® de prisi¨®n, la Guardia Civil le acosaba constantemente. ?l ten¨ªa una carnicer¨ªa en Pet¨ªn (Ourense) y hab¨ªa otro en el pueblo que vend¨ªa jamones y no quer¨ªa competencia, as¨ª que de vez en cuando le acusaba de cualquier cosa ante la Guardia Civil. A mi hermano mayor, que estudiaba para cura, le echaron por ser hijo de rojos. Despu¨¦s fue voluntario a la infanter¨ªa de guerra y le volvieron a expulsar. Termin¨® march¨¢ndose a Brasil. Yo me met¨ª en la mina y en el PSUC. En 1976, ya muerto Franco, la Guardia Civil me dio una paliza por repartir el peri¨®dico Mundo Obrero que casi me matan. Me torturaron. Me arrancaron las u?as de los pies, me rompieron varias costillas, la nariz, me reventaron los o¨ªdos... Sal¨ª de all¨ª en ambulancia", recuerda entre l¨¢grimas.

"Yo quiero encontrar a mi hermano para que sepa todo lo que pas¨® de verdad", concluye Antonio. "Qui¨¦n sabe las mentiras que le habr¨¢n contado. Quiero decirle que su madre no le abandon¨® y que nunca dej¨® de pensar en ¨¦l. Solamente eso".